El guardi¨¢n del arte p¨²blico de Nueva York
Sergio Pardo lidera el programa que llena las calles de la metr¨®polis americana de obras que dan identidad a la ciudad y avivan el debate y la reflexi¨®n
En contra de lo que muchos piensan, la prote¨ªna del arte no est¨¢ en el mercado ni en los blockbusters (exposiciones de ¨¦xito), sino en los huecos que dejan las calles, en los parques y plazas, en las pantallas fluorescentes, con sus c¨®digos visuales por los que interpretamos el mundo. El arte p¨²blico es un medio de comunicaci¨®n de masas, sus monumentos rellenan la brecha entre la memoria ¡ªa veces es solo fantas¨ªa¡ª y la realidad. Y su peso no es el de los metales con los que han sido fundidos; mucho mayor es la gravedad de la tradici¨®n, el recuerdo social o ejemplar.
Contempladas con una mirada actual, las estatuas de nuestros h¨¦roes, l¨ªderes pol¨ªticos y hombres de ciencia hacen que la historia resulte parcial, sospechosa, una imaginer¨ªa imperfecta creada desde la sequ¨ªa imaginativa, demasiado autoritaria y sentimental como para permitir dejar un sitio al otro. ?Se puede, desde el espacio c¨ªvico, acabar con el desmesurado culto a la celebridad, el racismo y la discriminaci¨®n de la mujer? Esta fue la pregunta que se hizo Sergio Pardo (1984) al llegar a la concejal¨ªa de Cultura de Nueva York para gestionar el programa Percent for Art (Porciento para el arte), pionero en la disciplina de arte p¨²blico que se lleva a cabo desde 1982 gracias a una ley que obliga a dotarlo con el 1% del presupuesto de construcci¨®n de toda obra p¨²blica. ¡°Durante los ¨²ltimos 140 a?os, solo se han hecho estatuas de hombres blancos hechas por hombres blancos. Hab¨ªa que equilibrar esa grand¨ªsima diferencia. Hoy en d¨ªa, hay m¨¢s piezas dedicadas a animales y seres de ficci¨®n que a mujeres, que solo tienen cinco¡±, dice Sergio Pardo.
Con 16 a?os, este espa?ol descubri¨® que la cultura pod¨ªa mejorar la vida de las personas. Dej¨® la comodidad de su entorno familiar en A Coru?a tras ganar una beca de estudio de bachillerato internacional en el Colegio del Mundo Unido de Duino. Desde este enclave de la bah¨ªa de Trieste, cada mi¨¦rcoles se desplazaba al campo de refugiados de Kozina, en Eslovenia, para ense?ar ingl¨¦s y manualidades a ni?os y mujeres mayores. ¡°Les ped¨ª que hicieran un listado de lo que a?oraban y que despu¨¦s lo pintaran en las fachadas de los barracones. De repente, esos espacios tan espantosos cobraban algo de vida. Los ni?os sonre¨ªan¡±.
Arquitecto de formaci¨®n ¡ª¡°necesitaba estudiar una disciplina que pusiera en orden mis pensamientos, y la arquitectura es una toma constante de decisiones, te permite una visi¨®n global de un tema determinado¡±¡ª, desde su despacho en la concejal¨ªa de Nueva York gestiona 131 proyectos distribuidos en cinco barrios. ¡°Todos los proyectos tienen un v¨ªnculo con el entorno y deben crear un sentimiento de propiedad en la gente que va a convivir con ellos. Nos apoyamos en t¨¦cnicos y expertos de diferentes ¨¢reas y la gente del barrio participa en los jurados de selecci¨®n de las obras. Si no lo hici¨¦ramos as¨ª, acabar¨ªan siendo in¨²tiles piezas de mobiliario urbano, como ocurre en el sur de Europa, donde tenemos la mala tradici¨®n de llenar el espacio p¨²blico con piezas anodinas¡±.
Pardo sostiene que el arte p¨²blico es ¡°capaz de poner sobre la mesa temas que dif¨ªcilmente se podr¨ªan discutir de otro modo¡±, y pone como ejemplo el proyecto que tiene ahora entre manos, ¡°el primero del mundo que rendir¨¢ homenaje al activismo trans en las figuras de Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, que lideraron el movimiento LGTB durante los disturbios de Stonewall en el Greenwich Village, hace medio siglo. Cualquier actividad que se haga en el espacio p¨²blico genera controversia. Eso no es malo, solo hay que adelantarse y abrir el debate¡±.?
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