La aldea gala sitiada

Postrimer¨ªas del siglo pasado. El clamor del movimiento antiglobalizaci¨®n, de la lucha de quienes se opon¨ªan, a veces con violencia, a considerar la tierra y el trabajo como mercanc¨ªas, parec¨ªa capaz de cambiar el mundo. Pero la tabula rasa que supuestamente lo ha igualado todo, de la faz de las ciudades al imperio de las modas, parec¨ªa no tener rival, pese a las advertencias sobre los riegos de la interdependencia: el defecto mariposa, lo llaman ya algunos. Un cuarto de siglo despu¨¦s, vuelven a o¨ªrse voces que demandan proteccionismo, m¨¢s soberan¨ªa nacional y abjurar de un sistema que prima la competencia y el beneficio y que ha dejado a la humanidad al albur de un pat¨®geno. Podr¨ªa ser la vuelta a la casilla de salida de la doctrina altermundialista. Al empoderamiento estrat¨¦gico de los Estados, y la recuperaci¨®n de industrias clave como la sanitaria, tras d¨¦cadas de confiar a la India y a China el 80% de la producci¨®n mundial de gen¨¦ricos o las preciadas mascarillas. Es tambi¨¦n la m¨¢s cruel prueba de estr¨¦s del sistema, ante la que ha sucumbido incluso el laissez faire de algunos pa¨ªses europeos en favor de draconianos blindajes.

El mundo parece hoy la aldea gala sitiada en busca de la p¨®cima milagrosa, la que permita derrotar al virus (aunque nadie garantice la victoria ante otros nuevos: es la tercera vez en 20 a?os que surge un tipo de coronavirus), y sin que el druida lo utilice o confisque en su propio beneficio: el material sanitario retenido por Turqu¨ªa, o los chantajes entre Administraciones o pa¨ªses. Un escenario de cambalache oportunista: Taiw¨¢n ofreciendo 10 millones de mascarillas a Europa y EE UU para ponerse de puntillas ante China. Un nuevo orden mundial de replicantes vigilados, dentro de una burbuja profil¨¢ctica que llamamos por costumbre vida.

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El futuro que se nos vino encima

El Mundo de Ayer

Si la pandemia no es el fin de la globalizaci¨®n instrumentada como hasta ahora, se le parece: es el freno a la urbanizaci¨®n galopante en pa¨ªses como la India, que ve regresar a sus pueblos a cientos de miles de trabajadores; a la producci¨®n desbocada de bienes de consumo por la interrupci¨®n en la cadena de suministros; a la agricultura y ganader¨ªa intensivas que esquilman los recursos naturales, y donde algunos intuyen el posible contagio de animales a humanos, tal vez el caso del SARS-CoV-2.

En la lucha que libran el dictado de los expertos y la propagaci¨®n de bulos ¡ª¨²nica industria con super¨¢vit hoy¡ª, el populismo podr¨ªa batirse en retirada ante Estados rehabilitados en lo p¨²blico¡­ o socavar a¨²n m¨¢s la democracia, seg¨²n la respuesta que se d¨¦ al mazazo econ¨®mico de la pandemia. No cabe el optimismo. Pasar¨¢ la emergencia, pagaremos la factura mientras olvidamos por la inercia de sobrevivir y de este drama colosal quedar¨¢, siquiera, la conciencia de la vulnerabilidad: de los mercados, del hombre, de las nuevas fronteras y los viejos sistemas, del planeta.