El Mundo de Ayer
Ojal¨¢ Occidente tenga los recursos necesarios para hacer frente de forma solidaria a los efectos de la crisis: esta tendr¨ªa que ser la batalla crucial de todo ciudadano europeo y latinoamericano
En 1942 sal¨ªa a la prensa una de las miradas m¨¢s intimas y penetrante sobre el suicidio colectivo de Europa entre el comienzo del siglo XX y la Segunda Guerra Mundial: El Mundo de Ayer, de Stefan Zweig. Escrito durante el largo exilio del autor austro-h¨²ngaro, que lo habr¨ªa llevado a acabar sus d¨ªas, suicid¨¢ndose con su pareja Lotte Altmann, en Brasil, el libro de Zweig ofrece una mirada melanc¨®lica sobre la desaparici¨®n de aquella Europa boyante, coraz¨®n pulsante de la cultura occidental y centro de la pol¨ªtica mundial. Aquella Europa desaparec¨ªa sumergida en la violencia y en el exterminio ¨¦tnico, bajo los ojos incr¨¦dulos de uno de los intelectuales m¨¢s importantes del siglo.
En estas semanas, centurias de seudo-expertos y comentaristas de todas clases se han lanzado hacia improbables intentos de predecir el futuro, tras una crisis sin precedentes como la desencadenada por la pandemia del coronavirus. En este contexto, el libro de Zweig se torna crucial, a mi parecer, al ofrecer una reflexi¨®n sobre un presente que desaparece, algo que ya no va a ser, iluminando, sin embargo, con ello, las posibilidades de futuro para Occidente. El libro invita el historiador, no tanto a la improbable acci¨®n de predicci¨®n del futuro, sino m¨¢s bien a mirar a la forma en que la crisis est¨¢ borrando nuestro presente, anunciando aquellas partes del mismo que ya pertenecen, eso es, al mundo de ayer.
Pertenece al mundo de ayer la idea de que nuestras comunidades puedan sobrevivir sin un Estado fuerte, que disponga de acentuadas capacidades de regulaci¨®n e incluso provisi¨®n, aptas para defender tanto a los m¨¢s desprotegidos como a los m¨¢s ricos, porque hay crisis, como esta, que a¨²n manteniendo en cierta forma una fuerte discriminaci¨®n de clase, pueden cancelar por igual las vidas ¡°de los de abajo¡± como ¡°las de los de arriba¡±. La forma en que los Estados han tenido que volver a intervenir con fuerza en la econom¨ªa, en la sociedad y en la reconstrucci¨®n de sistemas sanitarios arrasados por d¨¦cadas de recortes no tiene probablemente vuelta atr¨¢s. La crisis sin precedentes que enfrentan nuestras sociedades est¨¢ demostrando que se requiere de un Estado cuanto m¨¢s lejano del raqu¨ªtico, propugnado por el modelo neoliberal, con renovadas capacidades de regulaci¨®n, intervenci¨®n y de recaudaci¨®n fiscal. La forma en que los Estados occidentales vuelven a robustecerse en estas semanas y meses cumple a rajatabla con el an¨¢lisis del soci¨®logo-hist¨®rico Charles Tilly, quien en los a?os 90 ya hab¨ªa se?alado con gran inteligencia la relaci¨®n indisoluble entre guerra/crisis y surgimiento del Estado naci¨®n moderno en Occidente.
Sin embargo, el retorno del Estado no se podr¨¢ dar como un simple regreso al Estado interventor europeo de la segunda posguerra o al Estado paternalista del populismo latinoamericano. La complejidad de las sociedades occidentales y el protagonismo, evidente tambi¨¦n en este momento de crisis, que la sociedad civil y los movimientos sociales, feministas y ambientalistas han adquirido en nuestras realidades implica que el regreso del Estado tendr¨¢ que acontecer en una din¨¢mica de di¨¢logo constante y org¨¢nica con estos actores.
Al mismo tiempo, el regreso del Estado tendr¨¢ que contextualizarse en una realidad caracterizada por marcadas formas de interdependencia y de acentuados procesos de integraci¨®n internacional. Como esta crisis ha puesto de manifiesto de forma particularmente dram¨¢tica, en nuestro mundo, que las fronteras ya no tienen capacidad alguna de contenci¨®n ni de regulaci¨®n. En otras palabras, tambi¨¦n pertenece al mundo de ayer el soberanismo propugnado por cierta derecha radical en Occidente, porque el Estado del nuevo mundo tendr¨¢ que compaginar su fortalecimiento con la existencia de instituciones supranacionales que tendr¨¢n que atender la regulaci¨®n de procesos y din¨¢micas que se escapan a la dimensi¨®n de la soberan¨ªa nacional, como la crisis actual. Se trata de encontrar un equilibrio, en la l¨ªnea con cuanto avanzado por economistas como Dani Rodrik, entre un necesario fortalecimiento de las funciones de los Estados y procesos de integraci¨®n calibrados en pos del beneficio colectivo y no solamente de algunos sectores econ¨®micos. Aqu¨ª tanto la Uni¨®n Europea, como el integracionismo insuficientemente desarrollado de la regi¨®n latinoamericana se juegan una partida crucial. Esta encrucijada tiene como trasfondo la capacidad de superviviencia de estas instituciones, que necesitan transformarse en espacios efectivos de gobernanza al servicio de la ciudadan¨ªa y no, como acontece, por ejemplo, con los tratados de integraci¨®n comercial, solamente del mercado, pensando que lo segundo equivalga a lo primero.
Pertenece al mundo de ayer el sistema internacional pos-Guerra Fr¨ªa, marcado por la presencia de un actor hegem¨®nico dominante, Estados Unidos, capaz de regular casi en soledad el funcionamiento de las din¨¢micas internacionales. Es ciertamente impactante ver la forma aparatosa con la cual Washington est¨¢ gestionando la emergencia sanitaria en Estados Unidos y en el mundo, frente a la imagen de acci¨®n decidida, m¨¢s operaci¨®n cosm¨¦tica que otra cosa, ofrecida por China y Rusia. Esto de ninguna forma equivale en afirmar, como se lee en muchas partes, que la crisis actual est¨¦ efectivamente produciendo de forma acelerada una transici¨®n hacia un nuevo sistema internacional bajo hegemon¨ªa china. Algunos de los observadores m¨¢s penetrantes de la historia de Uni¨®n Europea y de las relaciones internacionales, como Mario Del Pero, avisan desde hace tiempo de la necesidad de evitar caer en una futurolog¨ªa simplista. Aunque fuertemente erosionados, los pilares de la hegemon¨ªa estadounidense, tanto en el orden militar, c¨®mo econ¨®mico-financiero y, crucialmente, cultural, siguen siendo imponentes. Adem¨¢s, habr¨ªa que recordar que la crisis sanitaria naci¨® en China y fue justamente la ineficiencia en gestionar las primeras fases del contagio por parte del Estado chino que caus¨® muy probablemente su transformaci¨®n en epidemia y, posteriormente, en pandemia mundial. China ha sido particularmente habilidosa en aprovechar los innumerables errores cometidos por la Administraci¨®n Trump al gestionar la crisis a nivel nacional y mundial para borrar r¨¢pidamente la imagen de sus propios tropiezos. Pero, si volvemos a las bases efectivas del poder, Washington sigue gozando todav¨ªa de importantes ventajas sobre sus competidores geopol¨ªticos.
Y, sin embargo, tanto por errores propios como por la habilidad y el oportunismo de actores como China y Rusia, el mundo post-crisis nos entregar¨¢ un sistema internacional todav¨ªa m¨¢s plural, con centros de poder potencialmente capaces de desafiar la hegemon¨ªa estadounidense.
Es aqu¨ª donde, nuevamente, el libro de Zweig ofrece insumos y herramientas, no para predecir, pero s¨ª para imaginar el mundo de ma?ana y el papel que Europa y Am¨¦rica Latina, como centros neur¨¢lgicos de Occidente, tendr¨ªan que jugar. Estamos, es evidente, frente a la posibilidad de que la falta de una acci¨®n decidida de gobernar los efectos sociales y econ¨®micos producidos por la crisis pueda empujar a nuestras sociedades hacia el abismo v¨ªvidamente descrito por Zweig en el Mundo de Ayer. En los vac¨ªos que est¨¢ dejando el acotamiento de la hegemon¨ªa estadounidense y en la coyuntura de crisis generada por la pandemia se abren espacios abrumadores que podr¨ªan ser rellenados por ideolog¨ªas y actores pocos sensibles a las din¨¢micas democr¨¢ticas y a la idea de justicia social. Voces moderadas como la del expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, han lanzado ya dram¨¢ticos llamamientos para que Europa haga frente al reto monumental planteado por la crisis o que, de no hacerlo, se prepare para pagar unas consecuencias que podr¨ªan devolver la regi¨®n hacia los tiempos m¨¢s obscuros de su pasado reciente. Y, sin embargo, tanto en Europa, pa¨ªses como Alemania y Holanda, y en Am¨¦rica Latina, gigantes como Brasil, parecen o no entender la dimensi¨®n de la crisis o, es el caso del Gobierno de Bolsonaro, preferir justamente un Estado de caos que reforzar¨ªa las posibilidades de consolidaci¨®n de su proyecto autoritario.
Ojal¨¢ Occidente tenga los recursos morales y pol¨ªticos necesarios para hacer frente de forma solidaria a los efectos de la crisis, haciendo que la historia escrita por Zweig no vuelva a repetirse: esta tendr¨ªa que ser la batalla crucial de todo ciudadano europeo y latinoamericano en este momento.
Vanni Pettin¨¤ es profesor de Historia en El Colegio de M¨¦xico y autor de la Historia M¨ªnima de la Guerra Fr¨ªa en Am¨¦rica Latina, libro ganador del Duke-University of North Carolina Consortium Latin America in Translation award. Twitter: @PettinaVanni?
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