Enmienda
?C¨®mo seremos despu¨¦s de la pandemia? Ojal¨¢ hayamos aprendido a quejarnos menos y disfrutar m¨¢s
En mi adolescencia de colegio religioso sol¨ªan llevarnos a ejercicios espirituales: tres d¨ªas encerrados en una residencia, sin salidas ni visitas, escuchando homil¨ªas sobre las desventajas de morir en pecado y las incomodidades del infierno. Ten¨ªamos ratos dedicados a la meditaci¨®n, a la que nunca he sido aficionado, que yo ocupaba con ocurrentes pensamientos impuros y pr¨¢cticas nefandas. El objetivo del retiro espiritual era despertar el prop¨®sito de enmienda y cambiar ¡ªa mejor, claro¡ª nuestras vidas. Conmigo nunca funcion¨®. En vez de recordar con santo rechazo mi pasada existencia pecaminosa, no ve¨ªa el momento de salir de la clausura y volver al culpable para¨ªso.
Ahora vuelvo a estar en un encierro purificador similar: contra malicia, milicia, toca regenerarse. Tampoco creo que surta efecto. Predicadores de ambos sexos nos dicen c¨®mo debemos limpiar nuestras costumbres, abandonar el consumismo, reconciliarnos con la naturaleza que tanto nos ama, renunciar a los caprichos del yo y entregarnos a los deberes del nosotros. Hablan en plural ¡ª¡°debemos cambiar, no podemos seguir...¡±¡ª, pero es evidente que se refieren a los dem¨¢s, porque ellos/ellas siempre estuvieron preparados para el santo advenimiento, listos para cuando la plaga les diese la raz¨®n. Entonan himnos a lo p¨²blico, de cuya necesidad es dif¨ªcil dudar con peste o sin ella, pero abominan de los empe?os privados que precisamente ahora se est¨¢n revelando como indispensables para la salvaci¨®n social. Si son m¨¢s tontos, nacen con asas. ?C¨®mo seremos despu¨¦s de la pandemia, adem¨¢s de mucho m¨¢s pobres? Ojal¨¢ hayamos aprendido a quejarnos menos y disfrutar m¨¢s. O como ha dicho Marta S¨¢nchez, pensadora m¨¢s aguda que Agamben y Zizek: ¡°Espero que no tengamos miedo a ser los de antes¡±.
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