La UE y la pandemia: es hora de ser creativos
Tenemos que aprovechar esta oportunidad para dotar a Europa de nuevos recursos propios
Las medidas aprobadas por el Eurogrupo el 9 de abril constituyen una necesaria y tard¨ªa respuesta colectiva de la UE que complementa los programas de compra de activos anunciados por el BCE, por valor de m¨¢s de un bill¨®n de euros. Es un acuerdo positivo, pero imperfecto e incompleto. Por ejemplo, no est¨¢ claro, en el contexto actual de tipos negativos para los bonos soberanos, cu¨¢ntos Gobiernos de la eurozona querr¨¢n utilizar las l¨ªneas de cr¨¦dito del MEDE [Mecanismo Europeo de Estabilidad], con sus condiciones variables y su estigma.
Pero lo m¨¢s importante es que son decisiones sobre c¨®mo financiar la gesti¨®n de la crisis, no la recuperaci¨®n. Sobre este ¨²ltimo aspecto se dejaron abiertas varias opciones, aunque, por lo menos, el Eurogrupo acord¨® trabajar para establecer un Fondo de Recuperaci¨®n. Faltan detalles, pero parece excluida la emisi¨®n de eurobonos. Lo que no se ha descartado es otro tipo de coronabono, pero es evidente que solo se materializar¨¢ si somos capaces de aplacar los temores de algunos Estados sobre los riesgos y el legado de la mutualizaci¨®n.
Lo m¨¢s importante es que son decisiones sobre c¨®mo financiar la gesti¨®n de la crisis, no la recuperaci¨®n
Para impulsar este debate y crear un instrumento estrat¨¦gico que sea pol¨ªticamente aceptable, es importante ponerse de acuerdo antes en qu¨¦ problemas hay que abordar, qu¨¦ principios hay que seguir, cu¨¢les deben ser los objetivos pol¨ªticos y cu¨¢l la estrategia. En ese sentido, la presidenta de la Comisi¨®n, Ursula von der Leyen, ten¨ªa raz¨®n cuando dijo que no debemos obsesionarnos con las etiquetas. Pero las cantidades, por elevadas que sean (y deben ser muy elevadas), no bastan tampoco. Lo crucial es identificar lo que hay que hacer, los recursos necesarios para hacerlo y lo que justifica que la UE lo haga.
Primero, definir el problema. Los pa¨ªses de la UE han dedicado hasta ahora el 3% del PIB comunitario a mitigar el impacto de la crisis. Un PIB que se prev¨¦ que sufra una ca¨ªda de dos cifras, y con una gran incertidumbre sobre el calendario y la velocidad de la recuperaci¨®n. Para varios pa¨ªses muy endeudados y vulnerables, eso querr¨¢ decir unos niveles de deuda insostenibles, lo que pone en peligro la moneda com¨²n. Adem¨¢s, la crisis y las intervenciones p¨²blicas necesarias para resolverla distorsionar¨¢n profundamente el mercado interior de la UE y la competencia dentro de ¨¦l.
En segundo lugar, los principios de actuaci¨®n. El principio de solidaridad consagrado en el Tratado es especialmente relevante en una situaci¨®n de convulsi¨®n ex¨®gena y sim¨¦trica, no debida a un comportamiento econ¨®mico (es decir, no se puede alegar ning¨²n riesgo moral), pero que tiene consecuencias asim¨¦tricas debido a las distintas vulnerabilidades de los pa¨ªses. Adem¨¢s, existen s¨®lidos argumentos econ¨®micos en favor de que los factores externos han contribuido a que uno o varios Estados no puedan pagar sus deudas en una situaci¨®n de tipos de inter¨¦s m¨¢s altos.
Por otra parte, tambi¨¦n es importante la equidad, ya que la relajaci¨®n de las normas del mercado ¨²nico puede producir resultados desiguales. La crisis tiene consecuencias especialmente negativas en sectores econ¨®micos que dependen de la libertad de circulaci¨®n, por lo que est¨¢ justificado que se intervenga para proteger esos sectores. Pero si esa tarea se deja solo en manos de los Estados miembros, el resultado ser¨¢ una distorsi¨®n de la competencia. La ayuda de los Estados miembros a sus empresas variar¨¢ enormemente debido a sus diferentes capacidades financieras y presupuestarias. Por consiguiente, la equidad puede servir para asegurar la integridad del mercado interior y evitar la distorsi¨®n de la competencia.
En tercer lugar, los objetivos pol¨ªticos y la estrategia. Los problemas que afrontamos (unos niveles de deuda insostenibles y la protecci¨®n de la integridad del mercado interior) y los principios involucrados (solidaridad y equidad) hacen pensar que el objetivo deber¨ªa ser alg¨²n tipo de ayuda fiscal centralizada a cualquier pa¨ªs que la necesite. Ser¨ªa importante que consistiera, al menos en parte, en subsidios o transferencias de la UE en vez de pr¨¦stamos a los Estados, para no contribuir a aumentar individualmente la deuda y para corregir las distorsiones de la competencia.
La ejecuci¨®n de este Fondo debe servir para reforzar el principio de legalidad en los Estados miembros
Por ¨²ltimo, qu¨¦ instrumentos utilizar. Las transferencias fiscales ¨²nicas en forma de subsidios no pueden hacerse a trav¨¦s de pr¨¦stamos del MEDE, con su estructura de gobierno y sus herramientas actuales. Tampoco puede cumplir esta funci¨®n el programa de compra de activos del BCE (que tambi¨¦n es fundamental), salvo que el Banco decida mantener dichos activos en su cartera a perpetuidad (aunque, en ese caso, las ratios de la deuda principal seguir¨ªan reflejando el pr¨¦stamo). Aun as¨ª, los riesgos de aplicaci¨®n son m¨ªnimos si se emplea una instituci¨®n ya existente, de manera flexible y con arreglo a las cl¨¢usulas del Tratado. Esa instituci¨®n es la Comisi¨®n Europea, que puede emitir deuda de la UE en los mercados, como ha hecho en el pasado con el MEDE, respaldada por el presupuesto actual de la UE u otros recursos nuevos.
La emisi¨®n de bonos de la UE (no bonos emitidos conjuntamente por los Estados miembros, sino por la propia UE) es posible legalmente; de hecho, la Comisi¨®n ha propuesto este instrumento para financiar SURE (el programa de ayuda temporal para evitar la p¨¦rdida de puestos de trabajo). Para emitir dichos bonos, dadas las limitaciones a las que est¨¢ sujeto el presupuesto comunitario, la Comisi¨®n necesita pedir un aval parcial de los Estados.
Pero existe una alternativa: aprovechar esta oportunidad para dotar a la UE de nuevos recursos propios (si es necesario, mediante una cooperaci¨®n reforzada). En la actualidad hay dos posibilidades muy claras, ambas con amplio apoyo entre la opini¨®n p¨²blica de todos los Estados miembros de la UE, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas. La primera es una tasa al sector digital, uno de los pocos que est¨¢ benefici¨¢ndose de la crisis. La segunda es un impuesto a las emisiones de carbono; en un momento de desplome de los precios del petr¨®leo, esto garantizar¨ªa que los precios relativos no inclinen indebidamente las opciones econ¨®micas a favor de conservar los sistemas de producci¨®n y los patrones de consumo basados en el carbono y contribuir¨ªa a que el Pacto Verde sea un factor esencial de una recuperaci¨®n flexible despu¨¦s de la epidemia de covid-19. Los nuevos recursos propios podr¨ªan utilizarse para garantizar y apalancar la nueva deuda de la UE necesaria para financiar el Fondo de Recuperaci¨®n. La ejecuci¨®n de este Fondo debe servir para reforzar el principio de legalidad en los Estados miembros.
Se trata de una propuesta ambiciosa, pero factible precisamente porque abarca varios frentes. No necesita transferencias fiscales entre Estados miembros, pero limita los efectos de la crisis actual en los Estados m¨¢s endeudados. Promueve la solidaridad pero parte de garantizar la equidad en el mercado interior. Proporciona la base para un presupuesto comunitario m¨¢s fuerte y la financiaci¨®n para un fondo de recuperaci¨®n sin necesidad de aumentar las aportaciones presupuestarias nacionales. Y, al mismo tiempo, promueve los tres apartados fundamentales de la agenda de la UE m¨¢s all¨¢ de la covid-19: regular la econom¨ªa digital, promover el Pacto Verde y proteger el Estado de derecho.
Los autores son profesores en la Escuela de Gobernanza Transnacional del Instituto Universitario Europeo. Miguel Maduro fue ministro de Estado y Desarrollo Regional de Portugal y ministro adjunto al primer ministro. Giorgos Papakonstantinou fue ministro de Medio Ambiente, Energ¨ªa y Cambio Clim¨¢tico de Grecia y ministro de Finanzas.?Carlos Closa es profesor de Investigaci¨®n del IPP-CSIC.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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