Estado Decepci¨®n
Todo est¨¢ amenazado, y sin embargo aqu¨ª no decae la confrontaci¨®n ramplona. ?Pero qu¨¦ nos pasa?
S¨ª, el estado de alarma tiene mucho de estado de excepci¨®n; pero tambi¨¦n mucho de Estado Decepci¨®n. Una vez m¨¢s aparece algo fatigosamente fallido en este pa¨ªs cainita ¡ªya advert¨ªa Unamuno que lo malo no fue tanto lo de Ca¨ªn como lo de los cainistas posteriores, y tambi¨¦n los abelistas, persuadidos fan¨¢ticamente de sus motivos¡ª incapaz de un esp¨ªritu de unidad incluso ante miles de compatriotas muertos. Se puede impostar cierta sorpresa, pero en Espa?a ¡°el da?o no es de ayer, ni tampoco de ahora, sino de siempre¡±, como dicta el verso de Cernuda. Basta asomarse a los grupos de WhatsApp, y es indiferente que sean amistades de izquierda o de derecha, para tener la certeza de que es irreal la respuesta de 9 de cada 10 a los encuestadores de desear fervientemente un pacto. Se adivina el pensamiento real: ojal¨¢ un pacto, pero es imposible con los otros, culpables del fracaso. La crispaci¨®n se abona de arriba abajo, pero crece de abajo a arriba.
Hay demasiados motivos para el escepticismo. Y no por la dosis o sobredosis de pol¨¦mica ¡ªdesde luego hay muchos asuntos que conviene discutir, como la amenaza sobre valores y derechos; o los ingentes fallos en la gesti¨®n¡ª sino por el esp¨ªritu con que se afrontan. La convicci¨®n de que el otro es una amenaza, o un infierno por decirlo sartreanamente, va mucho m¨¢s all¨¢ de lo razonable. Desde la derecha se le ha reprochado a S¨¢nchez estar perpetrando un golpe de Estado hasta seis veces. Ahora, con Iglesias, al golpe se le apellida bolivariano o chavista, pero en definitiva golpe. Ver a un Gobierno democr¨¢tico como golpistas ya niega el juego democr¨¢tico. Llegados aqu¨ª tocar¨ªa un ¡°no hay m¨¢s preguntas, se?or¨ªas¡±. Claro que hay mucho m¨¢s, como los indepes cruzando todas las l¨ªneas desde Espa?a nos roba a Espa?a nos mata, y todav¨ªa el Gobierno mima la aritm¨¦tica de sus aliados de investidura. Quedan frases b¨¢rbaras para la hemeroteca. Y por momentos incluso Ayuso ha mimetizado la misma l¨®gica; e incluso una portavoz del PP dice que ¡°somos Corea¡± como all¨ª dicen ¡°Espa?a es Turqu¨ªa¡±.
Al escepticismo sobre el pacto le sobran motivos m¨¢s all¨¢ de la metodolog¨ªa inviable de una seudocomisi¨®n de investigaci¨®n. Ah¨ª no cabe ning¨²n pacto. La ret¨®rica de la oposici¨®n ha roto l¨ªmites, y desde el Gobierno, donde las ideas pueden acabar estampadas en el BOE, Podemos se encara de nuevo con el poder judicial tras acometer contra el jefe del Estado. Dif¨ªcilmente la derecha va a dejar de ser hostil a los pactos de Estado y la izquierda va a renunciar al dogmatismo. La buena noticia quiz¨¢ sea que el voto regrese a las grandes marcas del bipartidismo y se limen los extremos; la mala noticia es que PSOE y PP se alejan del centro, tras Vox y Podemos. El populismo acecha. Tal como Annalena Baerbock advert¨ªa ante la falta de unidad en Europa: ¡°las fuerzas antidemocr¨¢ticas tratar¨¢n de llenar este vac¨ªo¡±. Y eso mismo vale para Espa?a. Todo est¨¢ amenazado, y sin embargo aqu¨ª no decae la confrontaci¨®n ramplona. ?Pero qu¨¦ nos pasa?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.