La mejor prueba
El PP parece buscar el fracaso del Gobierno a cualquier precio
El Partido Popular ha presentado en el Congreso una propuesta para crear la Comisi¨®n que, aparentemente, desarrollar¨ªa el acuerdo alcanzado con el Partido Socialista para paliar los efectos del coronavirus. En realidad, se trata de una argucia con la que la principal fuerza de la oposici¨®n hace dos confesiones distintas en un ¨²nico gesto: mientras que su intenci¨®n de pactar es inexistente, la voluntad de acorralar al Gobierno es ilimitada. El intento de cubrir esta realidad con la hoja de parra de un documento de recomendaciones al t¨¦rmino de una comisi¨®n que es de investigaci¨®n, y no de negociaci¨®n, demuestra que el hablar sin complejos del que se vanagloria el Partido Popular se limita al lenguaje bronco que emplean sus portavoces, no al que se necesitar¨ªa para explicar una estrategia tan poco edificante como la suya. Primero, que rechazan pactar, y, segundo, que buscan el fracaso del Gobierno sin importar el precio.
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Esta actitud por parte de la principal fuerza conservadora no es, lamentablemente, nueva. Lo que s¨ª es nuevo, por el contrario, es el hecho de que la renovaci¨®n generacional ha convertido lo que parec¨ªa una actitud persistente en una esencia inalterable. Es decir, la constataci¨®n de que, ni entonces ni ahora, parecen existir l¨ªmites ni pol¨ªticos ni morales en la lucha por el poder. Escudarse para no pactar en los errores del Gobierno y en las idas y venidas de su presidente, Pedro S¨¢nchez, no es una raz¨®n, sino una excusa. Y una excusa que, adem¨¢s, busca propiciar de manera ventajista aquello mismo que invoca, puesto que las posibilidades de que yerre un Gobierno con una mayor¨ªa inestable y con una rara propensi¨®n a decidir a la ligera se multiplican si se le somete a un acoso tan descomunal y tan feroz como el que padece desde el comienzo de la pandemia. Las cr¨ªticas justas quedan sepultadas por la desproporci¨®n de las injustas, y la suma de unas y otras deja, a?la espalda, un campo de ruinas y, al frente, un horizonte de pavor.
La espiral de sinraz¨®n que propicia esta estrategia del Partido Popular, flanqueada, por un lado, por el nihilismo de Vox, y, por otro, por el independentismo fiel al president Torra, ha llevado a que el Gobierno sugiera que el pacto que propone es para que todos los grupos cierren filas con el programa de investidura. ?Es que el presidente S¨¢nchez y sus avezados estrategas no han tenido pruebas de la escasa voluntad de acuerdo de la oposici¨®n, y necesitan pon¨¦rselo todav¨ªa m¨¢s f¨¢cil, de manera que sus excusas parezcan argumentos? ?Qu¨¦ espacio dejan entre unos y otros para la mayor¨ªa de ciudadanos comprometidos con unas convicciones pol¨ªticas u otras, pero que, en circunstancias como estas, exigen cerrar filas por encima de ellas, primero, frente a la emergencia sanitaria, y, despu¨¦s, frente a la anunciada y fort¨ªsima crisis econ¨®mica?
Una t¨ªmida oportunidad pol¨ªtica parece abrirse paso desde algunas comunidades aut¨®nomas, donde el regreso de Ciudadanos, abandonando las quimeras de los sorpassos, ha facilitado los acuerdos amplios que requieren los tiempos y la vuelta a una limitad¨ªsima normalidad institucional, pero normalidad al fin y al cabo. Incluido en Catalu?a, donde el Parlament podr¨¢ aprobar, por fin, unos Presupuestos, as¨ª sea con las prioridades anteriores a la crisis. El apoyo o la oposici¨®n a esta din¨¢mica de acuerdo se ha convertido en la mejor prueba para discernir la estatura de los dirigentes pol¨ªticos, como se ha podido comprobar con el rechazo destemplado de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, a la mano tendida del socialista ?ngel Gabilondo, y la actitud ejemplar del alcalde de la capital, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida.
El Congreso de los Diputados, mientras tanto, sigue a lo suyo: no discutir acerca de c¨®mo alcanzar un acuerdo, sino de c¨®mo responsabilizar a los dem¨¢s del fracaso.
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