El valor de la lentitud
Qu¨¦ oportunidad tan profunda nos brinda este momento. No quiero volver a la normalidad. Quiero comenzar de nuevo, haciendo menos, mejor.
Nunca olvidar¨¦ la conmoci¨®n que me produjo mi profesor de piano al decirme que cuando quisiera descubrir si alguien era buen m¨²sico le pidiera que tocara un adagio de Mozart. Para un adolescente obsesionado con el virtuosismo, eso representaba un ¨¢ngulo completamente contrario a mi creencia central entonces: que r¨¢pido significa bueno.
A pesar de lo que pueda pensar, es mucho m¨¢s dif¨ªcil tocar una pieza lenta que una r¨¢pida en el piano. Con un studio presto de Chopin, despu¨¦s de las horas requeridas de pr¨¢ctica, los dedos b¨¢sicamente ejecutan el trabajo por s¨ª mismos en forma de piloto autom¨¢tico. Suena impresionante en la sala de conciertos, pero es bastante unidimensional. Un problema matem¨¢tico resuelto con f¨ªsica y una inteligente elecci¨®n en cuanto a la digitaci¨®n.
Menos notas pueden describir un universo m¨¢s grande, dice el pianista James Rhodes.
Sin embargo, una pieza lenta, tierna y hermosa es un mundo completamente diferente. Importan la claridad y el peso de la melod¨ªa. La sutileza de la mano izquierda que lo acompa?a, el equilibrio de los acordes donde cada pulsaci¨®n marca una diferencia de peso min¨²scula e independiente: tan fr¨¢gil que dos gramos adicionales de presi¨®n con un dedo pueden destruir todo.
El pedaleo, la uni¨®n de notas consecutivas mediante el uso de dedos superpuestos para mantener una especie de l¨ªnea cantando, incluso los espacios donde f¨ªsicamente eliges que respire, todo produce un profundo impacto en el rendimiento final. Contiene menos notas y, sin embargo, de alguna manera, parad¨®jicamente, describe un universo m¨¢s grande dentro de esas notas. Y como el arte a menudo es paralelo a la vida, tambi¨¦n lo es en nuestro mundo f¨ªsico.
Encuentro un tremendo valor en la lentitud. Un tremendo valor en la sencillez, en el menos. Como dice Marco Aurelio: haz menos, mejor. Porque la mayor parte de lo que hacemos o decimos no resulta esencial. Si puedes eliminarlo, obtendr¨¢s m¨¢s tranquilidad. Cuanto m¨¢s elimines, m¨¢s enfoque y tranquilidad encontrar¨¢s.
Las ¨²ltimas siete semanas me han mostrado lo que se puede eliminar. Lo que no es esencial. Y la lista resulta m¨¢s larga de lo que nunca imagin¨¦. Las distracciones sin sentido que se hab¨ªan convertido en pseudorreflexivas en lugar de conscientes, la f¨¢cil familiaridad de quedar atrapado en los dramas diarios y los p¨¢nicos que conllevan el trabajo y las relaciones alimentadas por la adrenalina. Los rifirrafes y el pensamiento urgente en exceso, la necesidad arraigada e imparable de moverse que convierte al hecho de quedarse quieto en algo insoportable. La incapacidad de ser simplemente.
Imaginen volver a emerger en el mundo no como un retorno a la normalidad, sino m¨¢s bien como un nuevo comienzo bas¨¢ndose en algo m¨¢s reducido, sencillo. Algo m¨¢s lento, realmente centrado en las pocas notas importantes con las que tenemos que tocar y no en el exceso de ruido que en nuestras vidas exist¨ªa antes. Qu¨¦ oportunidad tan profunda.
Qu¨¦ sensaci¨®n tan hermosa y potente disponer de la ocasi¨®n para excavar en la desolaci¨®n del pasado reciente. No quiero volver a la normalidad. Quiero comenzar de nuevo, haciendo menos, mejor.
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