Notas sobre la finasterida, el medicamento que nos hizo elegir entre sexo o cabello
Est¨¢ ocurriendo en sus casas, en sus trabajos y en sus grupos de amigos: miles de hombres toman finasterida, el f¨¢rmaco que evita la alopecia, pero no lo dicen. El armario del drama capilar tiene tantas lecturas como pelos nos quedan en la cabeza
Ten¨ªa yo algo menos de cuarenta a?os cuando, una agradable tarde en una boda, una amiga hizo un comentario sobre mi pelo:
¡ªTienes pelazo.
¡ªEso es por la finasterida ¡ªle dije¡ª. Un medicamento para no quedarse calvo. Me tomo una pastilla todos los d¨ªas.
¡ª?Y se te levanta? ¡ªpregunt¨®.
Acto seguido procedi¨® a contarme la breve historia de su amigo M, que acababa de dejarlo con su novio porque desde que empez¨® a tomar la finasterida ten¨ªa serios problemas de disfunci¨®n er¨¦ctil. Entonces el novio le dio a M un ultim¨¢tum: o la finasterida o yo. Y M escogi¨® la finasterida.
Entre tener erecciones y tener pelo, M eligi¨® el pelo.
Esta par¨¢bola contempor¨¢nea me parece fascinante. Y adem¨¢s me sirve para introducir el asunto de la finasterida, un tab¨² cotidiano que quiero sacar de las mazmorras.
La finasterida es un medicamento que detiene la ca¨ªda androp¨¦cica del cabello. Los hombres que se quedan calvos ¡ªno por un disgusto o enfermedad, sino porque sencillamente les ha llegado el momento¡ª, si se toman esto a tiempo, ya no se quedan calvos. Pues bien, deb¨¦is saber que much¨ªsimos de vuestros conocidos toman esto y no lo dicen.
La finasterida tiene una serie de efectos secundarios que se dan en un n¨²mero de casos relativamente bajo: aumento de tama?o y sensibilidad en las mamas, alteraci¨®n y reducci¨®n de la eyaculaci¨®n, disminuci¨®n de la libido y, c¨®mo no, disfunci¨®n er¨¦ctil. El en foro se hablaba, sobre todo, de esto ¨²ltimo
Yo he tomado este medicamento durante a?os. Funciona. No me cre¨¢is a m¨ª: esto es cient¨ªfico. Cient¨ªfico quiere decir, para los que estaban distra¨ªdos en el colegio el d¨ªa que explicaron el m¨¦todo cient¨ªfico, que no lo pod¨¦is discutir; es as¨ª y punto. Dej¨¦ de tomarlo hace dos a?os y desde entonces ando paranoico mirando mi reflejo en todas partes, vigilando cualquier avance de la calvicie sobre mi cabeza. Ya os adelanto que est¨¢ avanzando, como muchos de mis conocidos habr¨¢n notado pero se abstienen de manifestar por educaci¨®n. Vigilo tambi¨¦n al pr¨®jimo, y en verdad os digo que los que toman la finasterida son legi¨®n. Uno aprende a reconocer a los miembros del club. Hay gente muy espabilada que ha empezado a tomarla muy a tiempo, pero en la mayor¨ªa de casos uno empieza a medicarse cuando la ca¨ªda del cabello se da a notar y, claro, te delata ese grado de calvicie, pr¨¢cticamente imperceptible, pero calvicie al fin y al cabo, que se congela en el tiempo gracias a la medicina del hombre blanco. Ese grado de calvicie es el que el ojo avezado del usuario de finasterida aprende a detectar a la legua.
Veo much¨ªsima gente a mi alrededor que deber¨ªa estar calva pero no lo est¨¢. Esto est¨¢ muy bien, pero ellos no sueltan prenda. Llevan a?os callados, tom¨¢ndose una pastilla a escondidas. Si les hablas de cualquier asunto capilar, ellos se ponen a silbar y a mirar las telara?as del techo. Jam¨¢s se les escapa que tienen que pasar por la farmacia a comprarse el medicamento o que les est¨¢n creciendo las tetas debido a los efectos secundarios. Me dan ganas de cogerlos de las solapas y zarandearlos. "?Confiesa, calvo con pelo! ?Sal del armario de la finasterida!"
Hay gente que alcanza edades avanzadas cuya cabellera no se corresponde con su rostro y sus hechuras. Estad alerta y observad a esos individuos con cabelleras de electroduende que luego se dan la vuelta y hay ah¨ª una discordancia. Anotemos la escasa cantidad de personajes televisivos que se quedan calvos. Ojo, que hay hombres que no se quedan calvos hasta edades muy avanzadas sin necesidad de recurrir a la farmacia. No todos los se?ores de cincuenta a?os con pelo que ve¨¢is por la calle toman finasterida, pero deb¨¦is saber que much¨ªsimos de vuestros seres queridos la toman y os lo ocultan.
Ten¨ªa yo alrededor de los treinta y tres a?os cuando empec¨¦ a verme el cuero cabelludo a trav¨¦s del tup¨¦. Fue un descubrimiento s¨²bito. Decid¨ª raparme y ah¨ª se hizo evidente; las fotos de la ¨¦poca lo atestiguan. No recuerdo qui¨¦n me habl¨® de la finasterida por primera vez. Entonces se llamaba Propecia, que era el nombre del medicamento patentado. Un laboratorio ten¨ªa la exclusiva para su comercializaci¨®n y costaba alrededor de 60€ al mes. Ese era el precio de no quedarse calvo. Antes de lanzarme a la farmacia investigu¨¦ un poco, lo cual me abri¨® la puertas del mundo grotesco de los foros de calvos. All¨ª alternaban los usuarios de Propecia con los pioneros de la repoblaci¨®n capilar quir¨²rgica. Los primeros hab¨ªan cogido la calvicie a tiempo, pero los segundos ya se hab¨ªan quedado calvos y en ese caso la finasterida ya no sirve, porque evita la ca¨ªda del cabello pero no lo recupera.
Exist¨ªa un peque?o truco para darle a tu cuerpo finasterida (Macarena) a un precio reducido. Se trataba de conseguir que el m¨¦dico te recetase Proscar, un medicamento para la pr¨®stata cuyo principio activo era la dichosa finasterida. Cada pastilla de Proscar conten¨ªa 5 miligramos, por lo que hab¨ªa que cortarlas en cinco partes iguales y tomarse una porci¨®n cada d¨ªa para obtener la dosis de 1 miligramo indicada para la ca¨ªda del cabello.
Los que se atrev¨ªan a injertarse pelo relataban la experiencia con todo detalle y compart¨ªan las fotos del antes y el despu¨¦s. Fotos bastante precisas donde pudiese observarse si la operaci¨®n hab¨ªa dado como resultado una de las desgracias m¨¢s temidas por los forocalvos: el pelo de mu?eca. ¡°?No te han dejado pelo de mu?eca?¡±, preguntaban insistentemente
Por aquel entonces, circa 2010, la Meca del reinjerto capilar era Malta. Vuelos y hotel estaban incluidos en el precio de la operaci¨®n. Los que se atrev¨ªan a cruzar esa frontera relataban la experiencia con todo detalle y compart¨ªan las fotos del antes y el despu¨¦s. Fotos bastante precisas donde pudiese observarse si la operaci¨®n hab¨ªa dado como resultado una de las desgracias m¨¢s temidas por los forocalvos: el pelo de mu?eca. ¡°?No te han dejado pelo de mu?eca?¡±, preguntaban insistentemente. Corr¨ªa el rumor de que la repoblaci¨®n capilar te sembraba el pelo siguiendo hileras como los cultivos de lechugas, o patrones geom¨¦tricos que ten¨ªan poco que ver con la distribuci¨®n del pelo que nace silvestre sobre el cuero cabelludo. Vamos, ten¨ªan miedo de que se notase que te hab¨ªas puesto pelo.
Los que hab¨ªan vuelto de Malta compart¨ªan fotos bastante precisas de todo el proceso de evoluci¨®n de sus nuevas cabelleras, cosechando as¨ª felicitaciones de sus compa?eros. Aquellas felicitaciones, aquellas conversaciones en general, ten¨ªan un tono de compadreo solemne y algo acongojado. All¨ª se hablaban cosas ¨ªntimas y serias. Se miraba a los que hab¨ªan pasado el trance de volar a Malta y lograban atravesar con ¨¦xito los delicados meses de recuperaci¨®n posteriores a la siembra como una especie de veteranos de guerra. Entonces descubr¨ª un detalle algo inquietante: la repoblaci¨®n te convert¨ªa en usuario perpetuo de finasterida, porque el pelo que te ponen nuevo ya no se cae, pero el que estaba ah¨ª de antes se sigue cayendo seg¨²n los dict¨¢menes de la naturaleza, de manera que, despu¨¦s de pasar por el quir¨®fano, ten¨ªas que tomarte la finasterida. De por vida. Ambas opciones te acababan convirtiendo en un no calvo cr¨®nico.
Pero yo a¨²n estaba a tiempo, yo todav¨ªa no era calvo.
Estaba ya casi decidido cuando descubr¨ª el hilo de los efectos secundarios de Forocalvos. La finasterida tiene una serie de efectos secundarios que se dan en un n¨²mero de casos relativamente bajo: aumento de tama?o y sensibilidad en las mamas, alteraci¨®n y reducci¨®n de la eyaculaci¨®n, disminuci¨®n de la libido, una larga serie de puntos suspensivos y, c¨®mo no, disfunci¨®n er¨¦ctil. En Forocalvos se hablaba mucho de los efectos secundarios, pero sobre todo de disfunci¨®n er¨¦ctil. La monstruosa disyuntiva entre tener erecciones y tener cabello parec¨ªa saldarse all¨ª tambi¨¦n a favor del cabello. Eran muchos los que, una vez entregados a la finasterida, buscaban y compart¨ªan remedios para compensar las erecciones de mala calidad. Especificaban con precisi¨®n m¨¦dica recetas de c¨®cteles de productos de herbolario, complementos alimenticios y medicamentos, aunque de vez en cuando aparec¨ªa alguien con un poco de raciocinio. El usuario Cart¨®n Banks, uno de los m¨¢s audaces del foro, dec¨ªa: ¡°Hey, chicos. Los estudios cient¨ªficos dicen que la disfunci¨®n er¨¦ctil s¨®lo se da en un 2% de los usuarios de finasterida. As¨ª que no puede ser que todos los que estamos aqu¨ª tengamos dificultades por eso¡±. Rara vez se dec¨ªa all¨ª lo complicado que es determinar las causas de la lenta transformaci¨®n de la propia sexualidad a lo largo de los a?os.
El hilo de los efectos secundarios me disuadi¨® de ir a la farmacia a comprar Propecia. Dej¨¦ pasar el asunto y me abandon¨¦ en las mareas de la alopecia androg¨¦nica.
Pero sucedi¨® que la vida me llev¨® tiempo despu¨¦s a la consulta de un dermat¨®logo privado para hacerme pruebas de la alergia. Ya en la sala de espera se me anunciaba el momento trascendente. De aquellas paredes colgaban decenas de diplomas y fotograf¨ªas que contaban a los pacientes que el doctor no s¨®lo era campe¨®n de karate y de ese deporte que consiste en disparar y esquiar a la vez, sino que adem¨¢s era especialista en ETS y sexo en la tercera edad (sic).
Cuando la enfermera me hizo pasar a la consulta me encontr¨¦ en un despacho enorme lleno de muebles antiguos. Al frente, un gran escritorio sobre el que colgaba enmarcada una fotograf¨ªa inmensa de un se?or vigoroso, moreno, con una barba y un pelazo impenetrables como la jungla amaz¨®nica, con diez o doce ni?os encaramados por sus extremidades o sentados sobre sus rodillas. Cuando baj¨¦ la vista descubr¨ª que el se?or dermat¨®logo era el mismo se?or de la foto, pero que hab¨ªan transcurrido una buena cantidad de a?os. Era ya un anciano canoso, pero su cabellera y su barba segu¨ªan siendo igual de espesas y arrogantes.
De todo este recorrido me interesa particularmente el horror ¨ªntimo y colectivo a ser calvo. O, lo que es lo mismo, a dejar de ser joven, a despedirse para siempre de la posibilidad de sentirse deseado
Aquel tipo me hizo las pruebas y, cuando estaba escribiendo a mano (en aquel despacho no hab¨ªa ordenador) su informe alergol¨®gico, levant¨® fugazmente la vista y dijo, ¡°tenemos que hacer algo con esa ca¨ªda del cabello¡±. Me entreg¨® una receta magistral de finasterida, me explic¨® que me la har¨ªan en una farmacia cercana y me saldr¨ªa much¨ªsimo m¨¢s econ¨®mica que la Propecia.
Y as¨ª fue, lector atento, como la finasterida lleg¨® a mi vida. Como en un episodio de Cuentos Asombrosos. A los pocos meses los resultados eran m¨¢s que evidentes, y la tom¨¦ felizmente durante siete a?os. Luego la dej¨¦, porque otro dermat¨®logo me dijo que si no te la tomas todos los d¨ªas es lo mismo que no tom¨¢rsela y, como a m¨ª se me olvidaba un d¨ªa s¨ª y un d¨ªa no, decid¨ª parar. Pues bien, era mentira. Tan evidentes fueron los efectos de tomarla como los de dejar de hacerlo. Dr. Karateka 1 - Dermat¨®logo An¨®nimo 0.
En los dos a?os que llevo sin tomar el medicamento me planteo peri¨®dicamente volver a hacerlo, y tambi¨¦n he conocido varias personas que han visitado Turqu¨ªa. Visitar Turqu¨ªa es un eufemismo, uno de ellos se ha hecho la repoblaci¨®n capilar sin salir de Madrid. Mi amigo J.P., que est¨¢ muy satisfecho no s¨®lo con el resultado sino tambi¨¦n con la experiencia, dice que ¨¦l es transcapilar. ¡°Yo era un hombre con pelo encerrado en el cuerpo de un calvo¡±.
La narrativa de la repoblaci¨®n capilar est¨¢ en la tradici¨®n de la bi¨®nica y la nueva carne de Videodrome y Crash; entre la vor¨¢gine de la automedicaci¨®n y las cat¨¢strofes de la cirug¨ªa pl¨¢stica. En mi cabeza prevalece una imagen que otro conocido envi¨® por WhatsApp de su cuero cabelludo a los pocos d¨ªas de la operaci¨®n que jam¨¢s vi en los foros de calvos. Para la operaci¨®n te ti?en el pelo y te rapan al uno para que se vea mejor, y, despu¨¦s de horas de cosechar fol¨ªculos de aqu¨ª para sembrarlos all¨¢, te colocan una diadema que presiona la frente para que la anestesia no baje y te deje la cara como al hombre elefante. La foto que envi¨® V. era una asquerosidad, las cosas como son. El cuero cabelludo inflamado, enrojecido, plagadito de microcicatrices donde se hab¨ªan hecho los injertos y delimitado por la diadema corona. Esas mismas cabezas encendidas con diadema protagonizaban un reportaje sobre repoblaci¨®n en Turqu¨ªa que vi en televisi¨®n. V¨ªdeos dom¨¦sticos de turistas en Santa Sof¨ªa o en el interior de un vuelo Estambul-Madrid en los que una buena parte de los turistas ostentaban esas cabezas hechas una pupa viva con la diadema. A la ensalada se suma el abismo de la disfunci¨®n er¨¦ctil, la imagen del dermat¨®logo karateka con sus cr¨ªas sobre su cuerpo de tar¨¢ntula cubierto de pelo negro, las cabelleras cortadas de las pel¨ªculas de indios y, sobre todo, el futuro dist¨®pico en residencias de ancianos con los pellejos tatuados y cabezas calvas con penachos de pelo de mu?eca en la parte superior.
Pero no hagan demasiado caso de este delirio, que no es m¨¢s que literatura al fin y al cabo. Seg¨²n todos los testimonios, despu¨¦s de esta pesadilla siempre amanece y, si todo ha salido bien, uno cuenta con unos a?itos de vigorosa cabellera, un tiempo de pr¨®rroga transcapilar burlando al monstruo de la edad. Adem¨¢s, con la ciencia en la mano, parece poco probable que debido a este asunto usted se vuelva disfuncional por ah¨ª abajo. Es bastante posible que, aunque usted se privase de hackear la calvicie, su sexualidad envejezca igual.
De todo este recorrido me interesa particularmente el horror ¨ªntimo y colectivo a ser calvo. O, lo que es lo mismo, a dejar de ser joven, a despedirse para siempre de la posibilidad de sentirse deseado. No es piense yo ¨Cni piense nadie¨C que los que ya no son j¨®venes no puedan ser objeto de deseo; hay muchas maneras de ser calvo; hay gente que se queda calva y sigue pareciendo joven, hay cabezas hermosas que no necesitan en absoluto al cabello y hay personas, benditas sean, que encuentran deseables a los individuos que no son j¨®venes. Pero si todo este delirio de la nueva carne nos dice algo es que vivimos bajo la tiran¨ªa de la eterna juventud, bajo el acuerdo t¨¢cito de que si no pareces joven no puedes gustarle a nadie.
Volvamos a la par¨¢bola contempor¨¢nea de la finasterida. Al choque casi legendario entre dos titanes: la tiran¨ªa de ser joven en la cabeza vs. la tiran¨ªa de ser joven en el falo. ?Qu¨¦ estragos opera esta guerra en nuestras cabezas? No se piense usted a salvo porque no tenga problemas de alopecia o erecci¨®n, estos dos monstruos pertenecen en realidad al ¨¢mbito de la tiran¨ªa del sexo, un dios absolutamente ubicuo que nos doblega a todos. Intentar escapar de ¨¦l siempre conduce a caer en sus garras y da lugar a delirios cyborg, a tribus que abrazan con furor la alteraci¨®n qu¨ªmica, gimn¨¢stica y quir¨²rgica de nuestro aspecto y asumen penitentemente los estragos de la disforia que esa alteraci¨®n de la carne produce en nuestras mentes. Ballard y Cronenberg, profetas, nos anunciaron que ser¨ªamos transcapilares, transj¨®venes y transhumanos. Usted puede ser todas esas cosas con s¨®lo pedirle una receta de finasterida a su m¨¦dico de cabecera. Cuesta aproximadamente 20 euros al mes. Muchos de los hombres con los que usted convive ya lo han hecho.
Weldon Penderton es autor de Salvemos la Jarapa y parte del podcast literario Ni?os Gratis y a lo largo de la escritura de este texto el autor ha tomado y abandonado varias veces la decisi¨®n de volver a la finasterida y de visitar Turqu¨ªa.
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