Los enterradores de Kano: ¡°Estamos en manos de Dios¡±
El brote que vive una ciudad al norte de Nigeria pone de manifiesto las dificultades a las que se enfrentan las autoridades para detectar y controlar el virus
Normalmente, Musa Abubakar cavaba dos o tres tumbas al d¨ªa en el cementerio principal de la ciudad nigeriana de Kano, en el norte del pa¨ªs. De la noche a la ma?ana, pasaron a ser 40. "Nunca hab¨ªa visto tant¨ªsimas muertes como ahora", cuenta este hombre de 75 a?os con el caft¨¢n blanco sucio de tierra por su trabajo en el cementerio de Abbatuwa, donde lleva 60 a?os. "Desde el primer d¨ªa de ramad¨¢n hasta hoy hemos enterrado a m¨¢s de 300 personas".
La noticia de que, en abril, el n¨²mero de fallecimientos hab¨ªa aumentado en m¨¢s de 600 en una semana, hizo correr la alarma dentro y fuera de la segunda ciudad del pa¨ªs. Las autoridades municipales negaron que el brote de coronavirus fuese la causa, y afirmaron que las noticias exageraban. Pero, en Abbattawa, los enterradores se estaban quedando sin espacio.
Los compa?eros de Abubakar empezaron a enterrar encima de otras tumbas para ganar espacio. Cuatro sepultureros, todos mayores de 50 a?os, murieron en las ¨²ltimas tres semanas. Abubakar sospecha que los mat¨® la covid-19. "El Gobierno prometi¨® que nos dar¨ªa guantes y mascarillas, pero a¨²n seguimos esper¨¢ndolas, se lamenta. "Estamos en manos de Dios".
Tras semanas de desmentidos de los gobernantes locales, a mediados de mayo, un equipo de funcionarios enviados por el presidente Muhammadu Buhari declar¨® que sus investigaciones preliminares hab¨ªan determinado que las muertes de m¨¢s estaban relacionadas con la enfermedad. La situaci¨®n en Kano ha hecho crecer el temor a que las autoridades sanitarias africanas tengan dificultades para detectar y controlar la covid-19. En Nigeria, el n¨²mero de casos se ha duplicado en los ¨²ltimos 10 d¨ªas, alcanzando los 7.016, 211 de ellos mortales.
El bajo porcentaje de pruebas en el pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica ha dejado impotentes a los encargados de la sanidad en estados como el de Kano. La poblaci¨®n de Nigeria supera los 200 millones de habitantes, y solamente se han realizado 22.000 pruebas. Este hecho, combinado con la falta de equipo de protecci¨®n para el personal sanitario, ha obligado a muchos establecimientos m¨¦dicos a cerrar sus instalaciones salvo los servicios de urgencias.
En Kano, miles de afligidos habitantes batallan con las consecuencias tanto de la propagaci¨®n del virus como de la fragilidad mortal de la sanidad p¨²blica estatal. Balabe Maikaba era un profesor de Comunicaci¨®n de Masas de 54 a?os de la Universidad Bayero de Kano. Su hermano menor Tasi'u Maikaba cuenta que estaba orgulloso de su carrera acad¨¦mica y que era una persona alegre.
Cuando, el 26 de abril, Balabe se derrumb¨® en su casa, Tasi'u lo llev¨® a toda prisa a uno de los hospitales m¨¢s cercanos, pero sus opciones eran limitadas. "La mayor¨ªa de los hospitales, sobre todo los p¨²blicos, tienen miedo de aceptar pacientes debido al coronavirus", explica. Cuando por fin admitieron a su hermano en un hospital privado, la presi¨®n arterial se le hab¨ªa disparado y su estado empeoraba r¨¢pidamente. "Su salud sigui¨® deterior¨¢ndose hasta el punto de que le costaba respirar. Le faltaba el aliento", recuerda Tasi'u. Los m¨¦dicos le administraron ox¨ªgeno, pero era demasiado tarde. "Su muerte seguir¨¢ atorment¨¢ndome mucho tiempo", lamenta entre sollozos.
Antes de morir, Balabe ten¨ªa tos, pero no le hicieron la prueba de la covid-19. Igual que ocurre con muchas de las muertes de Kano en las ¨²ltimas semanas, no est¨¢ claro si el virus fue la causa directa. Pero aunque fuese indirecta, las graves repercusiones del brote en el sistema sanitario han sido devastadoras.
Hac¨ªa una d¨¦cada, Lami Mohammad, de 36 a?os, hab¨ªa librado una batalla contra una enfermedad pulmonar. Se ganaba modestamente la vida arreglando aparatos electr¨®nico. "Daba constantemente las gracias por estar vivo. Siempre estaba agradecido", recuerda su hermano Abdullahi.
Otras dos familias de su comunidad de Fagge hab¨ªan enterrado a seres queridos d¨ªas antes de que Lami muriese. "Observ¨¢bamos, asustados por la situaci¨®n, pero rezando". Cuando Lami empez¨® a toser violentamente, ning¨²n hospital lo admiti¨®. El joven muri¨® mientras un m¨¦dico se dirig¨ªa a su casa. "El dolor es insoportable", llora Abdullahi. "No puedo decir si fue el virus o no, pero es la voluntad de Dios. Tengo que aceptarla".
Usman Bishir, un m¨¦dico del Hospital Universitario Bayero, afirma que la falta de pruebas y equipos de protecci¨®n esta urbe ha obligado a los servicios sanitarios a cerrar. "Cuando esto empez¨® ni siquiera ten¨ªamos un centro de pruebas. No nos quedaba m¨¢s remedio que ir a Abuya, a unas cinco horas de aqu¨ª, para analizar las muestras. Tard¨¢bamos cuatro o cinco d¨ªas en tener los resultados", explica. "Los profesionales sanitarios corr¨ªan peligro".
Actualmente, la ciudad tiene tres laboratorios de pruebas y es un punto de referencia importante para el Centro de Control de Enfermedades de Nigeria. El estado est¨¢ sometido a un cierre de dos semanas. "En Kano se est¨¢n haciendo entre 200 y 400 pruebas diarias", informa Bishir. La capacidad de detecci¨®n aumenta, pero demasiado despacio. "Ser¨ªa mejor que hiciesen por lo menos 5.000".
El personal m¨¦dico local ha multiplicado las consultas telef¨®nicas y el tratamiento a distancia. Algunas instalaciones sanitarias con el equipo adecuado han vuelto a abrir, y se est¨¢ solucionado poco a poco la falta de equipos de protecci¨®n individual. A pesar de ello, los laboratorios de Kano ya est¨¢n desbordados. M¨¢s de la mitad de los estados de Nigeria no pueden analizar las muestras, con lo cual los casos se acumulan.
El rastreo ha sido un reto debido a la mala coordinaci¨®n entre los diferentes departamentos y niveles de la Administraci¨®n. "La pandemia ha sacado a la luz las dificultades a las que nos enfrentamos", reconoce Bishir. "Esto nos obligar¨¢ a cambiar y a invertir en nuestros servicios".
Este reportaje fue publicado originalmente en The Guardian's Development, la secci¨®n de desarrollo global y sostenible de The Guardian.
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