Nunca te apropies de ¡®hashtags¡¯ que no te pertenecen: c¨®mo la solidaridad se volvi¨® contra algunos famosos
Emma Watson, Tiffany Trump y otros famosos que se han solidarizado en las redes con las protestas por la muerte de George Floyd han visto c¨®mo una buena causa suscitaba una oleada de comentarios cr¨ªticos. ?Qu¨¦ han hecho mal, exactamente?
De un tiempo a esta parte, el activismo en las redes sociales se ha convertido en un infierno de cobardes. Ni siquiera Emma Watson est¨¢ a salvo en ese terreno minado, un entorno de un resquemor y una toxicidad extremos. La actriz inglesa, madrina de casi todas las causas progresistas concebibles y una de las mujeres m¨¢s populares del planeta, sufri¨® el martes 2 de junio un linchamiento digital casi instant¨¢neo, una cascada de insultos, sarcasmo y reproches que la cogi¨® con el pie cambiado y la hizo alejarse prudentemente de las redes por unas horas. ?Su delito? Solidarizarse con la causa que no deb¨ªa. O hacerlo mal, porque lo cierto es que a nadie le qued¨® del todo claro.
El tuit de la discordia no contiene una sola letra. Es una simple pantalla negra con la que Watson secundaba el Blackout Tuesday, un apag¨®n de actividad en las redes promovido por la industria musical en protesta por el asesinato de George Floyd, la ¨²ltima v¨ªctima del racismo y la brutalidad policial en Estados Unidos. El caso es que Watson, tal vez por accidente o por un sentido innato del equilibrio est¨¦tico, le a?adi¨® a la imagen un marco blanco, el ¨²nico detalle de su propia cosecha. Y ese fue, por ins¨®lito que parezca, el detonante de la ira de los internautas. La actriz fue acusada de apropiacionismo cultural (ese delito tan posmoderno y tan en boga), de frivolidad, de estupidez, de oportunismo, de ceguera, de cinismo, de blanquear lo que nunca debi¨® dejar de ser negro, de desconexi¨®n de la realidad, de indiferencia hacia los que ¡°de verdad sufren¡± y, sobre todo, de ¡°no haber entendido nada¡±. Tal vez por primera vez en su rutilante carrera en las redes (lleva en Twitter cerca de diez a?os y roza los 30 millones de seguidores) Watson se sinti¨® diana del odio de los que en principio m¨¢s deber¨ªan amarla: sus seguidores y, por extensi¨®n, la gente joven, concienciada y comprometida.
M¨¢s o menos a la misma hora, Tiffany Trump, la hija d¨ªscola del presidente de Estados Unidos, sufr¨ªa un conato de acoso digital muy parecido. Ella no colg¨® un marco negro, pero s¨ª, en sus bastante concurridos perfiles de Twitter e Instagram, una frase de la escritora y activista sordociega Helen Keller (¡°separados podemos conseguir muy poco, juntos podemos conseguir much¨ªsimo¡±) acompa?ada de dos de los hashtags que fueron tendencia durante casi todo el d¨ªa, #blackoutTuesday y #justiceforgeorgefloyd.
Algunos de sus amigos reaccionaron con entusiasmo ante la valent¨ªa de esta oveja descarriada del clan Trump que muy a menudo parece dispuesta a solidarizarse con todo aquello que su padre abomina o desprecia. Pero en cuanto el tuit se hizo viral, Tiffany empez¨® a ser castigada con sa?a inmisericorde. Fue tildada de ¡°eg¨®latra¡±, ¡°est¨²pida¡±, ¡°hija de pap¨¢¡±, ¡°ni?a pija¡±, ¡°santurrona¡±, ¡°pobre imb¨¦cil¡± y, una vez m¨¢s, de hip¨®crita que pretende apropiarse del dolor ajeno.
Menos un¨¢nime y menos visceral fue la reacci¨®n ante los mensajes de m¨²sicos como Ariana Grande, Mick Jagger, Radiohead, Bjork, Massive Attack, Selena, Lady Gaga, Billie Eilish o deportistas como Lebron James, que tambi¨¦n se apuntaron al apag¨®n digital solidario de la industria discogr¨¢fica. Sin embargo, ninguno de ellos, ni siquiera la muy comprometida Rihanna, se salvaron de ocasionales acusaciones de ¡°cinismo¡± u ¡°oportunismo¡±. En un alarde de astucia y olfato que tal vez contribuya a explicar por qu¨¦ no tiene una verdadera carrera en el cine, pero s¨ª 26 millones de seguidores en Instagram, la modelo y actriz Emily Ratajkowski rompi¨® el consenso entre las celebridades comprometidas diciendo que el Blackout Tuesday le parec¨ªa ¡°activismo virtual del m¨¢s vacuo, contraproducente y peligroso¡±. Daba as¨ª la raz¨®n al comentario de una de las seguidoras de su perfil, @ninacorn, que tildaba la idea de ¡°acto de postureo performativo¡±.
Pocas horas despu¨¦s, se abr¨ªa la veda. Voces como la de la actriz y humorista Taylor Garron se apuntaban a la tarea de fustigar a los falsos activistas, los tontos in¨²tiles de la solidaridad mal entendida: ¡°Si la gente negra te est¨¢ diciendo que lo del apag¨®n digital no sirve de nada y t¨² sigues insistiendo en ello, deber¨ªas empezar a preguntarte por qu¨¦ lo haces¡±. Garron cree que las protestas por el asesinato de George Floyd ¡°pertenecen¡± a los directamente afectados, es decir, la comunidad afroamericana. Lo mejor que pueden hacer los que no forman parte de ella y quieren solidarizarse es permanecer en un respetuoso silencio en lugar de contribuir al ¡°ruido est¨¦ril¡± con iniciativas tal vez bienintencionadas pero absurdas y que no conducen a nada positivo.
Esa es tambi¨¦n la postura del rapero Lil Nas X, tan comprometido con la etiqueta #justiceforgeorgefloyd que no quiere que nadie la enturbie, la desvirt¨²e o la silencie. Para el de Atlanta, ¡°no es el momento de hacer un apag¨®n porque nos lo pida la industria discogr¨¢fica, la gente debe seguir compartiendo iniciativas, experiencias e informaciones, estamos creando un movimiento que no tiene por qu¨¦ silenciarse por un d¨ªa¡±. Y ¡°quien no lo entienda¡±, conclu¨ªa Nas, deber¨ªa dejar de apropiarse de ¡°nuestros hashtags¡± e irse con la m¨²sica a otra parte.
Tan feroz fue la reacci¨®n contra #blackoutTuesday de los autoproclamados verdaderos activistas, que incluso las impulsoras de la iniciativa, dos ejecutivas afroamericanas del sello Atlantic Records, Jamila Thomas y Brianna Agyemang, se desmarcaron (parcialmente) de ¨¦l a las pocas horas sugiriendo a los que lo secundasen que no hicieran uso de hashtags como #blacklivesmatter o #justiceforgeorgefloyd, ¡°porque es en torno a ellos donde se concentra el debate sobre cuestiones como el racismo institucional y nosotros no debemos entorpecer ese debate con lo que no es m¨¢s que un acto simb¨®lico de solidaridad¡±. Es decir, que vale la pena que sigamos con nuestra campa?a de andar por casa, pero no molestemos a nuestros hermanos mayores, los verdaderos l¨ªderes de la protesta.
Llueve sobre mojado. Ya en la d¨¦cada de los sesenta, Malcolm X, uno de los ap¨®stoles del activismo negro m¨¢s beligerante, radical y ¡°consecuente¡± despreciaba al grueso del movimiento por los derechos civiles, a la izquierda caviar y a los blancos bienintencionados, cuya solidaridad le parec¨ªa superflua. Da igual que en las manifestaciones pac¨ªficas de protesta por el asesinato de Floyd todo el mundo, en especial los muy numerosos universitarios de raza blanca, sea bienvenido. En las redes, los llamados justicieros sociales (Social Justice Warriors) siguen rigi¨¦ndose por la l¨®gica del ¡°pocos y puros¡± antes que ¡°muchos e impuros¡± y rechazando la solidaridad y el apoyo de aquellos a los que consideran indignos de su causa.
Emma Watson y Tiffany Trump lo han sufrido en sus carnes y tal vez, en cierto sentido al menos, lo merecen. Despu¨¦s de todo, la primera de ellas ha convertido el activismo pol¨ªtico en cuesti¨®n de imagen y la segunda dedica la mitad de su tiempo en redes a difundir aquellos de los tuits de su padre que le parecen menos da?inos. Adem¨¢s, ?a qui¨¦n le importan los anecd¨®ticos disgustos que se pueda llevar en su vida virtual una triunfadora como Watson? Otro tema son los internautas an¨®nimos que colgaron en su perfil el martes 2 de junio una pantalla llena de cuadros negros pensando que estaban solidariz¨¢ndose con un movimiento global contra el racismo y se encontraron con el desprecio de una parte minoritaria pero muy activa de aquellos con los que pretend¨ªan solidarizarse.
Un manual b¨¢sico de activismo digital en tiempos de c¨®lera deber¨ªa incluir instrucciones tan detalladas como estas: 1) no te apropies de hashtags que no te pertenecen, 2) no a?adas marcos blancos a cuadros negros, 3) no eclipses ni desvirt¨²es el mensaje de los verdaderos activistas, 4) no tengas la arrogancia ni la ceguera de creerte un verdadero activista, 5) no compartas los tuits de tus padres, 6) no pretendas compartir nuestro dolor, 7) ni se te ocurra pensar que tu dolor puede ser comparable al nuestro y 8) no te solidarices con nosotros si no eres como nosotros, si no piensas exactamente como nosotros y si eres m¨¢s rico, m¨¢s famoso o est¨¢s menos resentido que nosotros. Si sigues estas instrucciones, es probable que tu solidaridad sea bien recibida en todas partes.
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