El paisaje prestado
Un jard¨ªn es un terreno de cambio. La t¨¦cnica del 'shakkei', aconseja no separar sino sumar vegetaciones para construir un gran vergel visual
El historiador de los colores Michel Pastoureau considera que el verde es el color que ha engendrado m¨¢s supersticiones. Es, con todas sus variantes ¡ªdel verde agua al pino, musgo, helecho, bosque o esmeralda¡ª el tono del destino, de la esperanza y el del tapete de los juegos de azar, es decir: el de la fatalidad. Por eso tambi¨¦n es el tono de lo inestable, de lo que cambia y de lo pasa: lo fugaz.
El profesor de filosof¨ªa Ram¨®n del Castillo cuenta en El jard¨ªn de los delirios (Turner) que los tintes y las pinturas verdes son tambi¨¦n inestables, imprevisibles, tal vez vivos. Y que conviene tener en cuenta que, aunque se suele asociar el verde con la vida, tambi¨¦n es el color de lo putrefacto. La paradoja de este color se extiende a los jardines que protagoniza: todos representan la naturaleza y todos lo hacen de forma enga?osa. ¡°Confundir jard¨ªn con naturaleza ser¨ªa como confundir un acuario con el oc¨¦ano¡±, escribe Del Castillo
El jard¨ªn es, por lo tanto, un lugar vivo, es decir: un terreno de cambios. As¨ª, aunque sintamos apego por lo que permanece y queramos volver a verlo, con los vergeles sucede como con los r¨ªos: no son dos veces los mismos. Tienen su propia vida, m¨¢s all¨¢ de su dise?o original.
El paisajista y ensayista Gilles Cl¨¦ment describi¨® el vergel razonable como un jard¨ªn en movimiento, una vegetaci¨®n cambiante porque, en rigor, la naturaleza nunca concluye nada y siempre se reinventa en su proceso de vida. En la idea del jard¨ªn m¨®vil de Cl¨¦ment no hay barreras entre las buenas y las malas hierbas. Y ese criterio de difuminar los l¨ªmites estaba ya presente en un concepto de origen chino, el ji¨¨j¨ªng que se populariz¨® a partir de su versi¨®n japonesa ¡ªel shakkei¡ª. Lo que estas t¨¦cnicas paisaj¨ªsticas defienden es el jard¨ªn prestado: que la vegetaci¨®n de un paraje se sume a la del entorno. Ese concepto ¡ªque apareci¨® por primera vez en el siglo XVII, en el ¨²ltimo cap¨ªtulo del gran Tratado del jard¨ªn chino (Yuanye)¡ª, propone, en realidad, un mundo sin fronteras o, incluso, el mundo como un jard¨ªn ¨²nico. Los jardines singulares ser¨ªan una parte y el planeta una suma de esas partes.
El jard¨ªn, Patrimonio de la Humanidad, de la Villa Imperial de Shugaku, al este de Kioto, se sembr¨® en el siglo XVII siguiendo la t¨¦cnica del shakkei. Tambi¨¦n se sigui¨® ese orden en el de Murin-an, que, dos siglos despu¨¦s, y en la misma ciudad, tom¨® prestado el paisaje circundante en lugar de separarse de ¨¦l. Los jardines chinos tienen una mayor presencia arquitect¨®nica, pero el de Suzhou, tambi¨¦n Patrimonio de la Humanidad, se remonta al siglo XII y ha sufrido continuos redise?os e incorporaciones que han ido a?adiendo capas y prestando vegetaci¨®n al jard¨ªn de acuerdo con la t¨¦cnica del jard¨ªn prestado (ji¨¨j¨ªng).
Esa uni¨®n vegetal puede sembrarse o pintarse. Durante el verano de 1817, en East Bergholt (Inglaterra), John Constable dibuj¨® varias veces el escenario de su infancia. Lo esboz¨®, lo pint¨® y dej¨® varios lienzos inacabados como si tuviera prisa por llevarse un recuerdo de aquellos campos donde fue feliz y libre. ¡°Pintar es otra palabra para decir sentir¡±, escribi¨®. Estaba en juego su futuro y su infancia por esos caminos: ¡°Las dos orillas del Stour me hicieron pintor¡±, escribi¨®. Ese verano de 1817 Constable pas¨® en Suffolk 10 semanas. Su esposa, Maria Bicknell, estaba embarazada. Sus padres hab¨ªan muerto. Y ¨¦l sab¨ªa que en octubre se vender¨ªa la casa de su infancia. El huerto en el que hab¨ªa visto trabajar a su padre lo conocemos porque tambi¨¦n lo pint¨®. Ese retrato sentimental del paisaje explica que el pintor sintiera la necesidad de apresarlo, de evitar que desapareciera.
El lienzo Camino del pantano (Fen Lane) hoy pertenece a la Tate Gallery. Es un ¨®leo menor de un metro cuadrado que incorpora ¨¢rboles, vegetaci¨®n, el sendero, la valla de madera ¡ªque sigue igual¡ª la huella del campanario de la iglesia de Dedham y los meandros del r¨ªo Stour donde Constable pas¨® los veranos de su infancia. ?rboles, setos, camino, meandros y min¨²sculos cuidadores todos aparecen formando un paisaje en el que cada parte funciona como si todo fuera uno. Es un ejercicio pict¨®rico de shakkei en el que no sabemos d¨®nde empieza la topograf¨ªa, d¨®nde termina la vegetaci¨®n y d¨®nde se suma el camino. Pero es, sobre todo, un ejemplo de pintura autobiogr¨¢fica. Constable miraba la naturaleza como si fuera un cuadro. Y encontr¨® en su infancia desocupada y despreocupada, la manera m¨¢s liviana y profunda de relacionarse con un lugar.
La idea de sumarse a lo existente requiere humildad y responsabilidad. Cuando Gilles Cl¨¦ment habla de romper los l¨ªmites se refiere a la b¨²squeda de una ecolog¨ªa vegetal que sirva de refugio para la diversidad que ha sido expulsada de todas partes. Pintado, sembrado o respetado, el jard¨ªn prestado comparte su idea de falta de l¨ªmites. El shakkei define la paradoja de la urgencia sostenible: el mundo es uno. No se puede ser sostenible a trozos.
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