Todo en orden
Observo a esta pareja y me pregunto si su inteligente ali?o indumentario es un reflejo de su pensamiento. A veces, cuando me preparo para acudir a una cita con alguien a quien me gustar¨ªa agradar, intento verme en el espejo con sus ojos. ?Qu¨¦ pensar¨¢ de esta camisa, qu¨¦ de esta chaqueta, qu¨¦ de estos pantalones vaqueros? Creo que uno intenta, conscientemente o no, que su atuendo lo represente. De ah¨ª que prestemos poca atenci¨®n a los calcetines, que no se suelen ver excepto cuando vas sentado en el metro. En el metro se le ve a uno todo. Te has arreglado como un pr¨ªncipe de cintura para arriba y de s¨²bito te das cuenta de que el tipo sentado frente a ti no deja de observarte los zapatos sucios. Al final, la verdadera idiosincrasia, signifique lo que signifique idiosincrasia, se escapa por un lado o por otro. La sintaxis, dec¨ªa Valery, es una propiedad del alma y hay sintaxis en el vestir como la hay en la escritura.
Sint¨¢cticamente hablando, estos ancianos resultan inobjetables. Poseen esa facultad de combinar los amarillos del traje de ella con el dorado de los botones de la chaqueta de ¨¦l, y las cejas blancas de ¨¦l con el cabello blanqu¨ªsimo de ella, por citar solo un par de detalles. Tambi¨¦n el castillo del fondo combina con la majestuosidad ambiental. Todo en orden, pues. Sin embargo, contin¨²o pregunt¨¢ndome por el pensamiento. Soy capaz de apreciarlo en el atuendo de este hombre que va a mi lado, en el autob¨²s, del mismo modo que ¨¦l podr¨ªa adivinar el m¨ªo. ?Pero qu¨¦ pasaba por la cabeza de estos millonarios en el momento de posar para la historia?
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