Juan Villoro: ¡°Quien ha le¨ªdo cuentos a un ni?o sabe que siempre quiere m¨¢s. Lo que pide con ese ¡°m¨¢s¡± es afecto¡±
El prestigioso escritor mexicano participa estos d¨ªas en el cuarto Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil (CILELIJ), organizado por la Fundaci¨®n SM
El prestigioso escritor mexicano Juan Villoro participa estos d¨ªas en el cuarto Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil (CILELIJ), organizado por la Fundaci¨®n SM en formato online debido a la pandemia del coronavirus. Premio Herralde de novela en 2004 por su novela El testigo, Villoro vuelve siempre que puede a la literatura infantil y juvenil, un g¨¦nero donde ha publicado numerosos t¨ªtulos, entre ellos un ¨¦xito de ventas como El libro salvaje (Siruela). ¡°Me gusta escribir los libros que yo no pude leer de ni?o. No tuve una infancia lectora, de modo que escribir para ni?os es procurarme una segunda infancia¡±, asegura a El Pa¨ªs, v¨ªa Zoom, desde su casa en Ciudad de M¨¦xico, donde dice estar viviendo un confinamiento muy productivo, ¡°casi como una beca¡±, que no olvida que es un lujo en un pa¨ªs en el que alrededor del 40% de la poblaci¨®n no puede permitirse quedarse en casa porque ¡°la principal pandemia es la pobreza¡±.
PREGUNTA. Su master class en CILELIG se titula ¡°Leer en tiempos de crisis¡±. Un momento de crisis como el que hemos vivido, que en el caso de Espa?a nos ha tenido m¨¢s de dos meses sin poder salir de casa, ?puede ser un disparador para fomentar el h¨¢bito de la lectura entre ni?os y adolescentes?
RESPUESTA. Yo espero que s¨ª, porque si hemos sobrevivido y estamos sobreviviendo a estos meses de encierro ha sido gracias a satisfacciones que han compensado la soledad, la tristeza y la desesperaci¨®n de estar aislados. Y estas compensaciones han sido representaciones de la realidad que van desde cantar canciones, hasta recitar poemas, pasando por leer libros. Nunca el arte, en todas sus facetas (ya sean las m¨¢s populares o las m¨¢s sofisticadas) ha tenido tanta importancia, as¨ª que espero que esto sea un caldo de cultivo para que, cuando volvamos a la realidad, regresemos a las librer¨ªas, al teatro, al cine, y a los distintos lugares donde se representa nuestra realidad.
P. Y adem¨¢s hablamos de unas satisfacciones culturales a las que los ni?os se han acercado sin ser obligados.
R. He tenido la suerte de hablar con ni?os y muchos de ellos me cuentan que han podido disfrutar de la lectura como no lo hac¨ªan antes. La est¨¢n redescubriendo no como algo que se impone, sino como algo que se contagia. Como dices, la mayor¨ªa de los ni?os que han le¨ªdo durante el confinamiento no lo han hecho por estar obligados por la escuela, sino porque ha sido una forma de entretenimiento y, por tanto, una puerta de libertad y de creatividad que ellos mismos han abierto voluntariamente.
P. Aunque ya es un escritor con una carrera reconocida y consagrada, usted no duda en volver con asiduidad a la escritura de literatura infantil. ?Qu¨¦ le aporta la LIJ?
R. Son muchos los est¨ªmulos que te da escribir para ni?os. Para empezar, hablamos de lectores sumamente inteligentes y desafiantes. Los ni?os aman la complejidad en la fantas¨ªa y aceptan est¨ªmulos muy variados e incluso barrocos, pero al mismo tiempo aman la l¨®gica. Por eso en los cuentos infantiles siempre tiene que haber reglas. No es casual que uno de los mejores autores de literatura infantil fuese un matem¨¢tico como Lewis Carroll. Alicia en el pa¨ªs de las maravillas es un ejemplo paradigm¨¢tico de c¨®mo desatar una fantas¨ªa desaforada, pero al mismo tiempo conseguir que esa fantas¨ªa cumpla con una serie de reglas. Caprichosas, es cierto, pero a la vez muy rigurosas.
P. Dejaba caer antes la idea de que es ¡°un escritor con una carrera reconocida y consagrada¡± porque muchas veces los escritores con una carrera reconocida y consagrada no se acercan ni por asomo a la LIJ, como si esta fuese un g¨¦nero menor, casi un desprestigio.
R. Lamentablemente la literatura infantil no tiene el rango cultural que merece y tampoco los escritores que se han dedicado a ella y que han hecho una extraordinaria aportaci¨®n a la gran literatura. Pienso, por ejemplo, en Gianni Rodari o Roald Dahl. Creo que en ese sentido tenemos que romper prejuicios igual que ha pasado recientemente con el periodismo. El Premio Nobel de Svetlana Aleksi¨¦vich o el Premio Cervantes de Elena Poniatowska han roto ese prejuicio por el que el periodismo no se consideraba gran literatura. Deber¨ªa pasar algo parecido con la literatura infantil.
P. Y no s¨¦ hasta qu¨¦ punto ese prejuicio es tambi¨¦n un menosprecio hacia el ni?o/adolescente como lector. Se lo pregunto porque en esas raras ocasiones en que un escritor ¡°reconocido y consagrado¡± se acerca al g¨¦nero, la sensaci¨®n que deja es que escribe para un p¨²blico al que considera menos inteligente, menos capaz y al que trata con condescendencia.
R. Es verdad y eso es un desprecio hacia algunos de los lectores m¨¢s importantes que existen y que han existido. La muestra es que hay libros que no fueron concebidos para el p¨²blico infantil y, sin embargo, fueron consagrados por ese p¨²blico. Pienso en Robinson Crusoe, por ejemplo, que fue convertido en cl¨¢sico por los ni?os, aunque no estuviese destinado a ellos. O en Tom Sawyer, que seg¨²n Hemingway es el libro que funda la literatura norteamericana moderna, y que cautiv¨® a los adultos por contagio tras su ¨¦xito entre los j¨®venes lectores.
P. Adem¨¢s de tratar a los ni?os lectores como lo que son, seres inteligentes, ?cu¨¢l dir¨ªa que es el secreto para llegar al p¨²blico infantil y juvenil?
R. Yo siempre digo que el autor de libros infantiles y juveniles debe tener una cierta capacidad psicol¨®gica para entrar en el personaje. As¨ª como un actor se prepara para actuar, por ejemplo, como un Rey, as¨ª tambi¨¦n el escritor de libros para ni?os debe pensar como si ¨¦l tuviera otra edad y tuviese que conectar con ella. Todos hemos sido ni?os. Tener la capacidad de contactar con el ni?o que fuiste y, desde ah¨ª, escribir, es uno de los ejercicios m¨¢s generosos y apasionantes que puede realizar una persona. Ya lo dec¨ªa Charles Baudelaire: tenemos de genio lo que conservamos de ni?o.
P. Usted siempre suele se?alar la novela De Perfil, del escritor mexicano Jos¨¦ Agust¨ªn, como la que cambi¨® su forma de ver el acto de la lectura. Ten¨ªa entonces 15 a?os y se sinti¨® muy interpelado por el personaje principal, en el que vio casi un espejo. Encontrar libros y personajes que nos atrapen, ?es b¨¢sico para acercarnos a la lectura?
R. Es m¨¢s f¨¢cil entrar a la literatura y descubrir su magia si esta nos incluye, si el libro act¨²a como un espejo al que podemos asomarnos y conectar con los personajes. Esa identificaci¨®n es esencial y, si ocurre, luego es mucho m¨¢s f¨¢cil que ya convertidos en lectores demos el paso a buscar libros de otras ¨¦pocas y otras latitudes.
P. Obviar este extremo, me da la sensaci¨®n, es un error que muchas veces se comete en la escuela con ese empecinamiento por los cl¨¢sicos como lectura obligatoria. Cu¨¢ntos ni?os expulsados de los libros por esto.
R. Me parece una reflexi¨®n muy interesante y que deber¨ªa ser tomada en cuenta en los planes de estudio. Yo tuve una p¨¦sima experiencia escolar cuando a los doce a?os la profesora lleg¨® y nos ofreci¨® una bater¨ªa de libros cl¨¢sicos. La mayor¨ªa de mis compa?eros escogieron El Lazarillo de Tormes porque era el m¨¢s finito (risas). Yo escog¨ª El cantar del M¨ªo Cid porque acababa de ver El Cid, una superproducci¨®n maravillosa de Hollywood con Charlton Heston y Sofia Loren. En la pel¨ªcula yo conectaba con el Cid Campeador, pero el libro que yo recib¨ª no estaba adaptado para ni?os, era la versi¨®n original, y yo me qued¨¦ sorprendido de que una pel¨ªcula tan maravillosa se hubiese hecho con un guion tan extra?o, tan malo. Evidentemente, yo no estaba preparado para entender ese libro. Con esto quiero decir que es mucho m¨¢s f¨¢cil ir de las pasiones del presente a las pasiones del pasado que pretender que los ni?os entiendan una obra del Renacimiento.
P. Adem¨¢s de ofreci¨¦ndoles libros con los que se puedan sentir identificados, ?c¨®mo podemos fomentar el h¨¢bito de la lectura desde la infancia?
R. La mejor manera es convertir la lectura en una forma del afecto. Cuando un padre, una madre o un abuelo leen un libro a un ni?o est¨¢n generando un v¨ªnculo emocional y cultural. Mi hermana, que es psic¨®loga y escribe poes¨ªa, escribi¨® un texto muy hermoso titulado Hab¨ªa una voz que se refiere precisamente a esto. Solemos leer en los cuentos para ni?os la frase ¡°hab¨ªa una vez¡±, pero mi hermana sostiene, y yo estoy de acuerdo, que en el origen de todos los cuentos para ni?os tambi¨¦n podr¨ªamos decir la frase ¡°hab¨ªa una voz¡±, porque esa voz es la que por primera vez y para siempre hizo que asoci¨¢ramos las historias con el afecto. Quien haya le¨ªdo cuentos a un ni?o sabr¨¢ que siempre quieren m¨¢s. Lo que piden con ese ¡°m¨¢s¡± es afecto porque saben que a trav¨¦s de ese cap¨ªtulo m¨¢s lo van a obtener. Generar ese v¨ªnculo es estrat¨¦gico para fomentar la lectura.
P. He utilizado el concepto ¡°h¨¢bito¡± porque usted suele decir que si existe el h¨¢bito de la lectura no hay que temer a la competencia de redes sociales, videojuegos o Netflix.
R. No hay que temer a los grandes competidores digitales. A la Humanidad siempre le ha gustado levantar el acta de defunci¨®n de muchas manifestaciones culturales. Cuando surgi¨® la fotograf¨ªa se pens¨® que se iba a terminar la pintura, cuando surgi¨® el cine se pens¨® lo propio del teatro, y as¨ª sucesivamente. Sin embargo, al final todo puede coexistir y establecer v¨ªnculos. La prueba es que un libro puede acabar convertido en videojuego o en serie de televisi¨®n. El libro es una posibilidad m¨¢s y como tal tiene su lugar asegurado, aunque no ocupe el lugar dominante; una posibilidad que es una promesa de felicidad y que por eso mismo me parece irrenunciable: porque no se escribe ni se lee para torturar a nadie, sino que se escribe y se lee para ser feliz.
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