¡®Muxes¡¯, aut¨¦nticas intr¨¦pidas buscadoras del peligro
En Juchit¨¢n de Zaragoza, una localidad mexicana del istmo de Tehuantepec, conoc¨ª a estas personas valerosas, hombres travestidos, que forman una especie de tercer sexo admitido e integrado en la sociedad zapoteca desde ¨¦poca precolonial
Juchit¨¢n de Zaragoza es una olvidada poblaci¨®n en el Estado de Oaxaca, al sur de M¨¦xico, a la que hasta a muchos mexicanos les costar¨ªa situar en el mapa. Juchit¨¢n es el M¨¦xico real, el de verdad. Donde un taco cuesta cinco pesos, los altoparlantes desgranan por la calle los titulares tremendistas de los peri¨®dicos del d¨ªa, donde en los mercados huele a quesillo, a chiliancho, a carne sudorosa y a marquesotes; y en las cantinas, hombres de rostro curtido y mirada austera beben cerveza Indio o Victoria tan helada que el primer trago hace da?o. El M¨¦xico que a m¨ª me gusta. En el que me siento c¨®modo.
Pese a ser una ciudad calurosa en extremo y nada tur¨ªstica, a Juchit¨¢n se le han dedicado varios estudios antropol¨®gicos, decenas de reportajes y unos cuantos documentales. La raz¨®n es las muxes y la especial relaci¨®n de la sociedad zapoteca con la homosexualidad. Una muxe es un hombre travestido que goza de un estatus de aceptaci¨®n en la sociedad sin parang¨®n en otras culturas de este y otros continentes. Las muxes est¨¢n integradas (o integrados) en el tejido social y econ¨®mico, trabajan como peluqueras, estilistas, bordadoras, meseras en cantinas o tienen su propio negocio en el mercado y son las encargadas de cuidar a los padres cuando los otros hijos e hijas ya se han casado. Algunos expertos consideran que desde ¨¦poca precolombina las muxes han formado un tercer sexo en la cultura zapoteca. Hay muxes en todo el istmo de Tehuantepec (un estudio de los a?os setenta revel¨® que aproximadamente un 6% de la poblaci¨®n masculina era muxe), pero su presencia e importancia en la sociedad juchiteca supera al de otras zonas de esta regi¨®n situada entre Oaxaca y Veracruz.
Durante los d¨ªas que permanec¨ª en Juchit¨¢n conoc¨ª a varias muxes. Cotorre¨¦ con ellas, sal¨ª de parranda por las cantinas con ellas, me hice fotos con ellas y beb¨ª cerveza hasta l¨ªmites insospechados con ellas (en esta ciudad se bebe cerveza como si el mundo se fuera a acabar ma?ana; dicen que es la de mayor consumo por habitante de M¨¦xico, pero tan entregado estaba yo a beb¨¦rmela que no tuve tiempo ni ganas de confirmar el dato).
Una de esas muxes era Felina Santiago (nacida ?ngel), una de las fundadoras de Las Aut¨¦nticas Intr¨¦pidas Buscadoras de Peligro, asociaci¨®n de muxes muy activa y comprometida con la lucha por los derechos de este colectivo. Otra fue La M¨ªstica, una de las muxes m¨¢s famosas y extrovertidas de Juchit¨¢n. M¨ªstica regentaba un quiosco de ropa en el mercado de la plaza (ignoro si sigue all¨ª), donde vend¨ªa faldas rabonas de gasa lisa (las m¨¢s populares), enaguas de ol¨¢n de medio fiesta; y huipis bordados de terciopelo negro.
Otro con los que altern¨¦ fue con ?ngel, La Teca, que a diferencia de las anteriores no vest¨ªa de mujer, sino camisas de flores dignas de un m¨²sico cubano, sombrero panam¨¢ y unos tacones bien altos. Lo mismo que Enrique, Kika, ("ligo m¨¢s con lo masculino que andando de mujer", me dijo), que era estilista y ten¨ªa una mirada suave y una sonrisa p¨ªcara.
Pese a su aceptaci¨®n en Juchit¨¢n, no todo es id¨ªlico en la supuesta tolerancia hacia este tercer sexo en M¨¦xico. Detr¨¢s de cada una de ellas hay un cat¨¢logo de golpes y horrores. Frenado en general por las madres, que siempre protegieron a los hijos muxes de unos padres irascibles. Dicen los que ignoran lo que pasa aqu¨ª que en Juchit¨¢n existe un matriarcado. No es cierto. Existen unas mujeres con fuerte identidad e independencia porque en el reparto de tareas seg¨²n las costumbres zapotecas son ellas las que gestiona el comercio y las ventas en el mercado, y son ellas las que manejan esos dineros. Eso les ha otorgado un espacio de libertad, incluida la de proteger al hijo muxe y darle un sitio en la familia. El hombre trabaja en el campo o en la mar. Pero la ¨²ltima decisi¨®n siempre es la de ¨¦l.
Hoy, las muxes cuidan a esas madres y padres ancianos y se defienden solas. El nombre de su asociaci¨®n lo dice todo: Aut¨¦nticas Intr¨¦pidas Buscadoras del Peligro.
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