Jaime Bayly: ¡°Si los pol¨ªticos durmiesen nueve horas y echasen la siesta, el mundo ser¨ªa un lugar m¨¢s sosegado¡±
El escritor peruano publica un libro de relatos, 'Yo soy una se?ora', con su habitual estilo personal¨ªsimo y autoflagelante. Es una excusa tan v¨¢lida como cualquier otra para tener una conversaci¨®n con uno de los pensadores m¨¢s brillantes e impredecibles de la actualidad
Jaime Bayly (Lima, 1965) es una especie en peligro de extinci¨®n, un escritor apasionado, incorrecto, impredecible y multiplataforma, que no solo cultiva una bibliograf¨ªa curios¨ªsima y fecunda (casi va a libro por a?o, el ¨²ltimo es la colecci¨®n de relatos Yo soy una se?ora, editado por Alfaguara) sino que se deja ver todas las noches en su programa diario grabado desde Miami y escribe divertid¨ªsimas columnas que hablan desde la pol¨ªtica internacional a los m¨¢s rec¨®nditos secretos de su propia vida, de la que ¨Cque sepamos¨C nada esconde.
?Qui¨¦n es Jaime Bayly, para los lectores m¨¢s despistados? Es alguien capaz de entrevistar al embajador de Panam¨¢, a Sara Montiel, a Enrique Iglesias, a su propia madre o a su propia esposa. En alguna ocasi¨®n se convirti¨® en personaje del coraz¨®n por sus vaivenes sentimentales (hoy est¨¢ felizmente casado con su esposa Silvia). Una vez se quej¨® en antena del fr¨ªo que hac¨ªa en su plat¨® y de que no le hab¨ªan subido el sueldo como le hab¨ªan prometido, as¨ª que la cadena cort¨® la emisi¨®n en directo y reprodujo, sobre la pantalla en negro, una canci¨®n de Celia Cruz. La invitada del d¨ªa siguiente de Jaime Bayly fue la directora de la cadena, la misma que hab¨ªa dado la orden para interrumpir la emisi¨®n.?
"Son los vicios los que definen a una se?ora, no sus modales ni sus atuendos. Yo soy una se?ora viciosa, pecaminosa. Soy una se?ora muy celosa de sus libertades. No negocio mi libertad para dormir hasta pasado el mediod¨ªa, para comer con desmesura, para ser rencorosa y vengativa con mis enemigos, para adorar el dinero, para cultivar la sana pereza"
Cuando su compatriota Mario Vargas Llosa comenz¨® un idilio con Isabel Preysler y aparecio en la portada de ?Hola!, dijo de ¨¦l que por fin hab¨ªa salido del "cl¨®set intelectual, tan apolillado, lleno de momias feas". Despu¨¦s lo apod¨®, con su habitual mala uva, "Viagras Llosa". Cuando el escritor Juan Mars¨¦ habl¨® de la "baja calidad literaria" de los premios Planeta de 2005 (en los que Mars¨¦ fue miembro del jurado y en los que Bayly result¨® finalista por Y de repente un ¨¢ngel), ¨¦l dijo a la prensa que tras esas palabras lo quer¨ªa mucho m¨¢s y le invit¨® a una copa en su hotel. Esta entrevista tuvo lugar antes de la muerte de Mars¨¦, priv¨¢ndonos de la estupenda oportunidad de preguntar a Bayly por su novela Morir¨¢s ma?ana, en la que el protagonista, un escritor que quedaba finalista en un concurso literario de premio millonario por culpa del voto injusto de un miembro del jurado, lo asesinaba.
Y una vez, Venezuela lo denunci¨® ante la OEA por "planear", en directo en su programa, el asesinato de Hugo Ch¨¢vez (en realidad estaba fantaseando sobre c¨®mo podr¨ªa morir). Esta forma relajada y si acaso amoral de hablar sobre la muerte en televisi¨®n forma parte, en realidad, de una forma relajada y amoral de hablar sobre absolutamente cualquier cosa. Los latigazos dial¨¦cticos m¨¢s crueles y despiadados que ha dedicado Jaime Bayly van dedicados, en realidad, a s¨ª mismo: se ha llamado gordinfl¨®n, impotente, vicioso, drogadicto, avaro o alfe?ique.
Sin embargo en los ¨²ltimos a?os Jaime parece haberse relajado. Parece m¨¢s tranquilo y feliz, m¨¢s suave. Pero sigue siendo uno de los mejores conversadores de la actualidad. Lamentablemente, esta charla no tuvo lugar cara a cara, debido al coronavirus que azota con especial virulencia Florida, donde Bayly reside. Pero acabemos ya con la entradilla para dejar que Bayly haga lo que mejor se le da: hablar de s¨ª mismo.
Hay en su ¨²ltima obra, 'Yo soy una se?ora', algo de homenaje hacia esa figura. ?Qu¨¦ es una se?ora? ?Es usted una? Cuando era ni?o, como era delicado y sensible, mi padre me dec¨ªa, enfadado, decepcionado de m¨ª: "Eres una se?orita". Yo no quer¨ªa ser una se?orita. Pero, por lo visto, as¨ª me ve¨ªa mi padre. Luego trat¨¦ de ser un se?orito, o un se?or, o un se?or¨®n, pero nada de eso fue posible porque siempre he sido aut¨¦nticamente una se?ora. ?Qu¨¦ es ser una se?ora? ?Por qu¨¦ me defino como una se?ora? Son los vicios los que definen a una se?ora, no sus modales ni sus atuendos. Yo soy una se?ora viciosa, pecaminosa. Soy una se?ora muy celosa de sus libertades. No negocio mi libertad para dormir hasta pasado el mediod¨ªa, para comer con desmesura, para ser rencorosa y vengativa con mis enemigos, para adorar el dinero, para cultivar la sana pereza. Soy una se?ora escandalosamente in¨²til y feliz. Tengo tres hijas, me siento su madre y me hubiera encantado darles el pecho. No todos los varones pueden ser se?oras, es una pena. Tienen pavor de ponerse en cuatro. Para ser una se?ora, tiene que gustarte mucho ponerte en cuatro, incluso cuando est¨¢s sola y nadie quiere cogerte, como una postura reflexiva o contemplativa.
Es habitual en sus libros el amor por los rincones m¨¢s rec¨®nditos de nuestra anatom¨ªa, lo cual funciona para divertir al lector, ?pero hay algo de militancia en ello? ?Qu¨¦ le lleva a hablar con tanto detalle de pingas, tetas u ojetes? Yo creo en lo que veo, en lo que puedo tocar, lamer, besar. Cuando era ni?o, mis padres y los curas me hablaron tanto del alma, de c¨®mo manchaba mi alma, c¨®mo pod¨ªa limpiarla y purificarla, c¨®mo deb¨ªa preservarla inmaculada, c¨®mo deb¨ªa prepararla para que se transportase a los cielos, que me he vuelto un poco desalmado o descre¨ªdo de todo lo que no puedo ver. Yo no tengo alma. Si la tengo, es mi bolsa testicular, y morir¨¢ conmigo.
Ese trasunto de usted mismo que suele aparecer en sus historias, aqu¨ª Jimmy Barclays, parece en esta colecci¨®n de relatos m¨¢s calmado, tranquilo y feliz que nunca. ?Es usted feliz en este momento de su vida? Soy obscenamente feliz. Tal vez por eso me han salido unos cuentos risue?os o humor¨ªsticos. En los ¨²ltimos diez a?os, los m¨¢s felices de mi existencia, han ocurrido algunos eventos que han despejado las nubes de la desdicha, esa niebla espesa que me escamoteaba el conocimiento de la felicidad. El primero: ahora s¨¦ que soy bipolar y tomo tres pastillas que me han devuelto la calma. El segundo: me enamor¨¦ de una mujer que es el se?or de la casa y adora mi zona femenina. El tercero: soy tan rico que puedo pasar el resto de mi vida sin trabajar, haciendo lo que me d¨¦ la gana. El cuarto y ¨²ltimo: he encontrado, en una isla de la Florida, mi lugar en el mundo, y de esta casa no quiero mudarme a ninguna parte.
"Eso de estar a metro y medio de otro individuo ya me parece demasiado cerca, demasiado peligroso, prefiero que la distancia sean diez metros como m¨ªnimo"
?Hay cuestiones vitales y existenciales que solo pueden explorarse a trav¨¦s de la voz femenina? Cuando escribo como una mujer, me libero. Pierdo el humor. Pierdo la reputaci¨®n. Pierdo las culpas del pasado. Soy entonces la mujer imp¨²dica y desatada que probablemente hubiera querido ser: uno raramente escribe de lo que vivi¨® y acaba escribiendo de lo que hubiese querido vivir.
Usted fue una revoluci¨®n en las letras latinoamericanas al salir del armario como bisexual en los noventa.? Me interesa su opini¨®n en el caso de Pablo Albor¨¢n, que lo hizo recientemente. Muchos lo han criticado por callarlo durante a?os, otros lo alaban por tener el valor de decirlo en lo m¨¢s alto de su carrera. A m¨ª me gust¨® lo que hizo Pablo. Yo sal¨ª del armario hace m¨¢s de veinticinco a?os, con mi primera novela. Entonces era m¨¢s arduo decir: s¨ª, soy famoso, salgo en televisi¨®n, algunas chicas se calientan conmigo, pero vengo a decirles que soy puto. Pero era un puto trist¨ªsimo, torturado. Por eso mis primeras novelas son trist¨ªsimas, torturadas. Ahora soy una se?ora que tiene la nevera llena y las cuentas bancarias bien gordas y puedo decir: veinticinco a?os despu¨¦s, he triunfado. No como escritor, claro, porque como escritor no se triunfa nunca, sino como mujer, como madre, como ama de casa, como bipolar bien medicada. Mi triunfo es dormir hasta pasado el mediod¨ªa, ser atea, no haber bautizado a mi hija menor, vivir en una casa muy grande y hacer lo que me sale alegremente del forro.
Algo que engancha de su programa (Bayly, en Mega Televisi¨®n) es como describe y analiza los vaivenes de la pol¨ªtica internacional aludiendo siempre a sentimientos, en el fondo, muy b¨¢sicos. Que un d¨ªa Putin se levant¨® torcido, que otro Trump estaba celoso de Trudeau... ?Realmente cree que cuestiones tan cruciales para el mundo dependen de algo tan est¨²pido como el humor con el que amanece un l¨ªder? Como soy bipolar, como soy ateo, creo mucho en la qu¨ªmica, la f¨ªsica y la biolog¨ªa, o sea, en la madre naturaleza. Nadie puede ganarle un duelo a la naturaleza, ni siquiera Trump. Si un pol¨ªtico duerme poco, ser¨¢ impaciente, vivir¨¢ crispado, se ir¨¢ a la guerra. Si los pol¨ªticos durmiesen nueve horas y adem¨¢s hicieran la siesta, el mundo ser¨ªa un lugar m¨¢s sosegado. Si fuesen conscientes de su irrelevancia, su insignificancia, si no so?asen bobamente con pasar a la historia, quiz¨¢s disfrutar¨ªan m¨¢s de sus vidas, sus cuerpos, sus apetencias.
Es inevitable preguntarle por el Coronavirus. ?C¨®mo ha vivido todo esto? Yo esto del distanciamiento social lo he practicado con mi familia hace treinta a?os m¨¢s o menos, cuando me fui de Per¨², o sea que no he cambiado demasiado mis h¨¢bitos. Yo no hago vida social. Eso de estar a metro y medio de otro individuo ya me parece demasiado cerca, demasiado peligroso, prefiero que la distancia sean diez metros como m¨ªnimo. O sea que no me he sentido inc¨®modo viendo c¨®mo nos alejamos de los dem¨¢s, que es algo que vengo cultivando hace d¨¦cadas. Adem¨¢s, ahora tengo la coartada perfecta para no ir a Lima por navidades.
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