Solo llamaba para¡ acusarte de plagio
Para negociar contratos con discogr¨¢ficas y defenderse de acusaciones varias, lo mejor es tener un abogado bregado en pleitos con estafadores de poca monta. Pero tiene un riesgo: ?qui¨¦n te defiende de tu letrado?
Stevland Hardaway tuvo que ir con su madre a la primera audici¨®n con Motown Records porque ten¨ªa solo 11 primaveras cuando la compa?¨ªa le ofreci¨® en 1961 un contrato de cuatro a?os, bajo el nombre de Little Stevie Wonder.
PODCAST:? Solo llamaba para¡ acusarte de plagio
Los t¨¦rminos eran los de cualquier principiante: dos c¨¦ntimos de d¨®lar por 90 de cada 100 singles vendidos, en una ¨¦poca en que costaban alrededor de un d¨®lar. El otro 10% se reten¨ªa en concepto de promoci¨®n y de p¨¦rdidas por taras en el prensado del soporte. Despu¨¦s hab¨ªa que hacer una resta porque Motown cobraba a sus propios artistas por el estudio, los m¨²sicos y los gastos en arreglos o composici¨®n. Adem¨¢s, un contrato adyacente de representaci¨®n firmado con Berry Gordy Jr. Enterprises (el fundador de Motown) obligaba al cantante a ceder tambi¨¦n el 25% de las ganancias totales, para recaudar tambi¨¦n as¨ª de las actuaciones y el merchandising. Lo cuentan sin empacho Adam White, exdirector de la revista Billboard, y Barney Ales, exvicepresidente de la discogr¨¢fica de Detroit, en Motown: The Sound of Young America (Blume, 2016).
La discogr¨¢fica se aprovech¨® varios a?os de la condici¨®n de menor de edad del soulman, pero Gordy se delat¨® organizando un fiest¨®n en su mansi¨®n para celebrar la mayor¨ªa de edad de Stevie, en 1971. El evento significaba tres cosas: que Motown ya no era esa peque?a compa?¨ªa de artesanos del rhythm and blues ¡ªya contaba con The Supremes, Marvin Gaye o The Jackson Five¡ª, que gran parte del m¨¦rito de que el sello fuese la mayor empresa norteamericana propiedad de un hombre negro era del pianista, y que hab¨ªa que renovar el contrato con un adulto que, adem¨¢s, sab¨ªa de su poder de negociaci¨®n en vista de su enorme ¨¦xito. Stevland no ten¨ªa ninguna prisa ni personal ni econ¨®mica por firmar un nuevo contrato y hab¨ªa comenzado una senda de investigaci¨®n de otros estilos e instrumentos que cristalizaron en dos exigencias: libertad creativa absoluta y plazos relajados para lanzar nuevos discos.
Sus dos gu¨ªas en tal exploraci¨®n fueron Malcolm Cecil y Bob Margouleff, verdaderos vanguardistas del sonido progresivo con los reci¨¦n nacidos sintetizadores, y que acabar¨ªan desatando las peque?as borracheras de tecnolog¨ªa que jalonan los discos de Stevie desde entonces. Fueron ellos quienes le presentaron a su abogado para que le ayudase con el nuevo contrato. Ante el embaucador Berry Gordy, al m¨²sico le ven¨ªa bien contar con Johanan Vigoda, un tipo estramb¨®ticamente feo, desharrapado y encantador que llegaba a las reuniones comiendo pipas y hablando como en el Bronx, tras curtirse en juicios como defensor de macarras de poca monta en aquel barrio de Nueva York: ¡°Esto es lo que quiero y esto es lo que va a ser. Adi¨®s¡±, cuentan que comenzaba sus negociaciones.
La siguiente ocasi¨®n en que Vigoda tuvo que desplegar sus cochambrosos modales fue en 1984. Su cliente recibi¨® la llamada de Dionne Warwick, a la que la productora de La mujer de rojo hab¨ªa encargado la direcci¨®n musical de la pel¨ªcula para que compusiese siete de los temas principales. Y no err¨® el tiro porque I Just Called To Say I Love You, adem¨¢s de ganar el Oscar a mejor canci¨®n original (en la edici¨®n de 1985), es el single m¨¢s vendido de Stevie Wonder. Eso s¨ª, el zarrapastroso abogado tuvo que poner todo su empe?o en demostrar precisamente lo de ¡°original¡±. Primero, cuando los compositores Lloyd Chiate y Lee Garrett (coautor de Signed, Sealed, Delivered) demandaron por plagio al artista en 1985, alegando que le hab¨ªan ense?ado un tema similar llamado Hello It¡¯s Me/I Just Called to Say en septiembre de 1976, cuyo nombre y estribillo se parec¨ªan. La estrella gan¨® el juicio en 1992 aduciendo que ¨¦l ya hab¨ªa ideado la frase volviendo de visitar a su madre en julio de 1976 y que el tema no se parec¨ªa musicalmente.
Aun as¨ª quedaba un segundo embate: declarar ante el juez la fecha en que las musas le asaltaron por primera vez le caus¨® otro problema porque las normas de los Oscar determinan que las canciones deben estar escritas ad hoc para la pel¨ªcula. Oficialmente, nadie impugn¨® el premio, pero el compositor se vio obligado a realizar otra aclaraci¨®n p¨²blica que liaba a¨²n m¨¢s la historia de I Just Called¡: dijo que hab¨ªa retomado esa vieja idea de 1976, pero que la hab¨ªa modernizado y recompuesto tanto en 1984 que ya se pod¨ªa considerar una nueva canci¨®n.
Y como n¨²mero final, Vigoda llev¨® hasta m¨¢s all¨¢ de su muerte (en 2011) las triqui?uelas aprendidas en el Bronx: hab¨ªa ocultado a su defendido (que es ciego) una cl¨¢usula por la que la parte del pastel que correspond¨ªa al abogado pasar¨ªa de modo vitalicio a su viuda. El juicio que ello origin¨® lo gan¨® el m¨²sico, pero ?no es como para llamarle y decirle que le quieres?
Rebobinando: La man¨ªa de tocarlo todo
¡ª ?lbum: The Woman in Red (Motown).
¡ª A?o: 1984.
¡ª Listas de ¨¦xitos: n¨²mero 1 en EE UU y varios pa¨ªses m¨¢s.
¡ª Stevie Wonder toca todos los instrumentos en el single: bater¨ªa, varios sintetizadores y vocoder, otro sintetizador que se conecta al micr¨®fono de voz. Las dos voces de coros del estribillo tambi¨¦n las canta ¨¦l en diferentes pistas. Cuando su madre lo present¨® a la discogr¨¢fica, el ni?o ya sab¨ªa tocar el piano, el ¨®rgano, la bater¨ªa y la arm¨®nica. M¨¢s tarde aprendi¨® a tocar varios instrumentos m¨¢s. En muchos de sus temas m¨¢s famosos toca ¨¦l casi todo, como en Superstition.
Es famoso tambi¨¦n su gran sentido del humor, que incluye bromas sobre su ceguera. En una ocasi¨®n, al llegar a una emisora de radio, el m¨²sico pregunt¨® discretamente a su representante de qu¨¦ color era la corbata del presentador. Nada m¨¢s comenzar la entrevista, ya en directo, Wonder coment¨® al periodista: ¡°?Qu¨¦ bonita corbata roja llevas!¡±, lo que dej¨® mudo al locutor.
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