El canto del cisne como canto
La met¨¢fora del ¨²ltimo gesto antes de morir se ajustar¨ªa m¨¢s a las onomatopeyas de aves como el yacab¨® o la ayaymama.
Vaya por delante que los cisnes voznan, pues como todo el mundo sabe las alondras trisan, los cuervos crascitan, los b¨²hos chuchean y las cig¨¹e?as crotoran, ya que no hay que confundir el sustantivo de la voz del ave con la onomatopeya del canto del ave. Por ejemplo, los patos parpan y solo en espa?ol suenan cuac, porque en franc¨¦s suenan coin, en rumano mac, en dan¨¦s rap, en japon¨¦s ga y en ruso krya. Sin embargo, el canto del cisne es una expresi¨®n que alude al ¨²ltimo gesto realizado por alguien a punto de morir o a punto de jubilarse, met¨¢fora que proviene de los bestiarios medievales que aseguraban que ¡°cuando se aproxima el final de su vida [el cisne] canta mejor y m¨¢s fuerte; y, as¨ª, cantando, ¨¦l acaba su vida¡± (Bestiario toscano).
Lo que ocurre es que las distintas tradiciones literarias europeas han acu?ado desde hace siglos nombres sonoros para las voces de las aves, pero en otros continentes las lenguas europeas han desplazado a las lenguas locales y as¨ª nos hemos quedado sin la posibilidad de saber qu¨¦ diferencias exist¨ªan entre los cantos de los p¨¢jaros y sus onomatopeyas, aunque lo peor es cuando la onomatopeya pone en peligro la integridad de las propias aves y por eso en ciertos casos el canto del cisne puede convertirse en un canto peligroso. Los p¨¢jaros que cito a continuaci¨®n se llaman como su onomatopeya decodificada desde la lengua espa?ola y su supervivencia se ve amenazada cada vez que abren el pico.
Huerequeque (Burhinus superciliaris). Es una especie de cormor¨¢n que vive en la costa del Pac¨ªfico desde Ecuador hasta el norte de Chile. Sus h¨¢bitos son nocturnos, se alimenta de insectos y es ave m¨¢s corredora que voladora. Los campesinos sol¨ªan usarlos como guardianes porque cuando ven merodeadores lanzan su grito caracter¨ªstico: hue-re-que-que, hue-re-que-que, hue-re-que-que. Los arque¨®logos tambi¨¦n los utilizan para mantener a raya a huaqueros y saqueadores de tumbas, lo que ha incrementado el n¨²mero de enemigos del huerequeque.
Ayaymama o Ayayaymamay (Nyctibius griseus). Ave amaz¨®nica nocturna y emparentada con los chotacabras, capaz de mimetizarse con las ramas de los ¨¢rboles y la madera en general. Su canto parece un lamento humano y m¨¢s exactamente infantil ¡ª?Ay, ay, mam¨¢! o ?Ayayay, mam¨¢!¡ª, persuasi¨®n que lleva a muchos campesinos a matarlas para liberar las almas prisioneras de los ni?os. En guaran¨ª su nombre es uruat¨², que significa ¡°p¨¢jaro anciana¡±. Como se puede apreciar, su canto lastimero y melanc¨®lico se asocia a los trasmundos.
Yacab¨® (Herpetotheres cachinnans). Ave rapaz que muchos confunden con una variedad de mochuelo (Glaucidium), pero que en realidad es de la familia de las falc¨®nidas. La ¨²ltima edici¨®n del DRAE lo define err¨®neamente as¨ª: ¡°P¨¢jaro insect¨ªvoro de Am¨¦rica del Sur, con pico y u?as fuertes, pardo por el lomo, rojizo por el pecho y los bordes de las alas, y blanquecino con rayas transversales oscuras por el vientre, al que los indios tienen por ave de mal ag¨¹ero¡±. ?Por qu¨¦ se le considera un p¨¢jaro de mal ag¨¹ero? Porque su canto, ?ya acab¨®!, le anuncia la muerte a los enfermos y le corta el rollo a los amantes. Como es de suponer, los segundos son los m¨¢s agresivos con la especie. En un pasaje de Do?a B¨¢rbara (1929), R¨®mulo Gallegos escribi¨®: ¡°De pronto cant¨® el yacab¨® campanadas funerales en el silencio desolador del crep¨²sculo de la selva, que hielan el coraz¨®n del viajero. Ya¡ cab¨®, ya¡ cab¨®¡¡±.
Los cantos del yacab¨®, la ayaymama y el huerequeque son menos po¨¦ticos que los del cisne, pero le hacen m¨¢s justicia a la met¨¢fora.
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