La modelo, el chulo, el director y el magnate: c¨®mo uno de los episodios m¨¢s turbios de la historia de Hollywood acab¨® en tragedia
Hace 40 a?os tuvo lugar una de las tragedias m¨¢s sonadas de la meca del cine, que mezcl¨® a un director de cine respetado, un empresario del erotismo, un proxeneta maltratador y a una belleza de 20 a?os llamada Dorothy Stratten, que solo quer¨ªa triunfar en la gran pantalla
El 13 de agosto de 1978 Dorothy Ruth Hoogstraten aterrizaba en el aeropuerto de Los ?ngeles. Acababa de cumplir 18 a?os y era la primera vez en su vida que se hab¨ªa subido a un avi¨®n. Dos a?os y un d¨ªa despu¨¦s, yac¨ªa desnuda en el suelo de su habitaci¨®n al lado de su asesino: su marido, el hombre que la hab¨ªa convertido en su gallina de los huevos de oro, le descerraj¨® un tiro con una escopeta. Ten¨ªa s¨®lo 20 a?os, hab¨ªa sido dos veces chica Playboy y acababa de rodar una pel¨ªcula con Peter Bogdanovich, ¨Cdirector de Qu¨¦ me pasa doctor y La ¨²ltima pel¨ªcula¨C, con el que planeaba casarse. Nunca llegaron a hacerlo. Nunca pudo cumplir el sue?o por el que se hab¨ªa subido a un avi¨®n por primera vez.
Dorothy hab¨ªa nacido en Vancouver en 1960, era la mayor de una familia de inmigrantes holandeses. Cuando todav¨ªa era una ni?a vio como su padre abandonaba a su madre y como esta tuvo que hacer malabares para poder cuidarla a ella y sus dos hermanos peque?os. Para echar una mano en la econom¨ªa dom¨¦stica trabajaba en el Dairy Queen mientras asist¨ªa al instituto, una helader¨ªa en la que un d¨ªa entr¨® el hombre que iba a cambiar su vida para siempre. Su nombre era Paul Snider.
Cuando Snider vio a Stratten exclam¨®: "Esa chica podr¨ªa hacerme ganar mucho dinero". Ese d¨ªa consigui¨® su tel¨¦fono y la llam¨®. Cuando empezaron a salir, ella apenas hab¨ªa cumplido los dieciocho y ¨¦l ten¨ªa veintis¨¦is
Snider se hab¨ªa criado en un barrio marginal de Vancouver y, al igual que Dorothy, hab¨ªa tenido una infancia complicada: la separaci¨®n de sus padres provoc¨® que dejase los estudios antes de terminar la primaria y se buscase la vida por su cuenta. Lo primero que hizo fue crearse un personaje: el escualido ni?o jud¨ªo del que se burlaban en el barrio adopt¨® una imagen de proxeneta tipo Starsky y Hutch. Llevaba joyas ostentosas, usaba un abrigo de vis¨®n y, a falta de dinero para algo m¨¢s sofisticado, conduc¨ªa un Chevrolet Corvette negro tuneado. Se hac¨ªa llamar ¡°el chulo jud¨ªo¡± y se paseaba por los clubs nocturnos de Vancouver buscando mujeres de las que vivir.
Snider ten¨ªa sue?os elevados, pero poca paciencia para perseguirlos, as¨ª que opt¨® por hacer que otros trabajasen para ¨¦l. O mejor dicho, otras. Por eso el d¨ªa en que cruz¨® su mirada con Dorothy en el Dairy Queen supo que hab¨ªa encontrado su diamante Hope. Seg¨²n escribi¨® Theresa Carpenter en el Village Voice ¨Cen un art¨ªculo que gan¨® el Pulitzer e inspir¨® Star80, la pel¨ªcula sobre la vida de Stratten¨C, cuando la vio exclam¨®: "Esa chica podr¨ªa hacerme ganar mucho dinero". Ese d¨ªa consigui¨® su tel¨¦fono y la llam¨®. Cuando empezaron a salir, ella apenas hab¨ªa cumplido los 18 y ¨¦l ten¨ªa 26.
Dorothy se dej¨® seducir por los aires de superioridad de Snider, que era mayor y ten¨ªa experiencia camelando ni?as. Ella no era la primera mujer de la que intentaba sacar tajada, pero s¨ª la m¨¢s guapa y la que ten¨ªa m¨¢s potencial y, lo m¨¢s importante, ella no era consciente de ello. Siempre se hab¨ªa sentido acomplejada, un elemento com¨²n en la infancia de muchas modelos. Se ve¨ªa desgarbada y carente de atractivo. Su baja autoestima facilit¨® a¨²n m¨¢s el trabajo de Snider. La cubri¨® de halagos y regalos y antes de que se diese cuenta estaba posando desnuda para un fot¨®grafo.
"Le llev¨® un poco de tiempo convencerme de que aceptara tomar algunas fotos de prueba. Nunca me hab¨ªa quitado la ropa por nadie que no conociera, tard¨¦ alrededor de dos semanas en estar de acuerdo", declar¨® ella meses despu¨¦s en un programa de la televisi¨®n canadiense.
Las fotos llegaron a Playboy y la maquinaria de la revista se puso a funcionar, un par de meses despu¨¦s, ella estaba volando a Los ?ngeles. "En cuanto las vi la llam¨¦, la quer¨ªa en el pr¨®ximo avi¨®n", declar¨® la editora Marilyn Grabowski en el documental de ABC 20/20: The Death of a Playmate. The Dorothy Stratten Story.
Tanto Hefner como el resto de sus amigos en Los ?ngeles hab¨ªan advertido a Dorothy de que tuviese cuidado con su marido. Ella era consciente de que alg¨²n d¨ªa tendr¨ªa que hablar con ¨¦l, pero alarg¨® el momento hasta que la situaci¨®n fue insostenible
Grabowski, que trabajaba con Playboy, la recuerda abrumada y asustada y, sobre todo, absolutamente dependiente de Snider, al que llamaba tras cada sesi¨®n de fotos. "Ella lo llamaba y le dec¨ªa lo bien que estaba yendo todo. Pensaba que cualquier ¨¦xito que estaba teniendo, y todav¨ªa era embrionario en ese momento, se deb¨ªa totalmente a Paul¡±.
Incluso para una empresa tan acostumbrada a la belleza y la perfecci¨®n aunque fuese quir¨²rgica, Dorothy fue una sorpresa, se sintieron fascinados por ella. Sus fotos apenas necesitaban retoques y lo ¨²nico que hubo que cambiar fue su apellido: una peque?a incisi¨®n indolora y su Hoogstraten se acort¨® y ya como Dorothy Stratten se acab¨® colando en el especial que conmemoraba el 25 aniversario de la publicaci¨®n. Estaba desbordada, se hab¨ªa criado en un hogar pobre, nunca se hab¨ªa podido permitir ni un par de zapatos nuevos y ahora estaba en el centro del entretenimiento mundial y a apenas a unas p¨¢ginas del p¨®ster central de la revista favorita de los hombres de medio planeta. Si alguna vez se hab¨ªa sentido falta de valoraci¨®n, ahora estaba plenamente colmada. Y sent¨ªa que todo eso era gracias a Snider.
?l miraba su ascenso con el rabillo del ojo. Era consciente de que ella lo ve¨ªa como su hacedor, pero tambi¨¦n de que California en general, y la mansi¨®n Playboy en particular, estaban llenas de depredadores. El animal m¨¢s abundante en las oficinas de Hollywood era el tibur¨®n blanco y Snider s¨®lo era una peque?a sardina de Vancouver. Temiendo que su inversi¨®n estuviese en peligro, se traslad¨® a Los ?ngeles y pidi¨® matrimonio a Dorothy. M¨¢s que por un ataque de amor desmedido, probablemente por la posibilidad de disponer legalmente de los huevos de oro que su gallina empezaba a empollar. Se casaron en junio de 1979, pero Playboy pidi¨® que se mantuviese en secreto: las conejitas casadas resultaban menos atractivas para los lectores. Es dif¨ªcil saber si lo que sent¨ªa en aquellos momentos Dorothy era m¨¢s agradecimiento que amor, pero seg¨²n la opini¨®n de sus amigos en Los ?ngeles, era miedo. Tras el matrimonio, se mudaron a la casa de un amigo m¨¦dico de Snider.
No se equivocaba al temer a los tiburones. Hugh Hefner, empresario fundador de Playboy, sent¨ªa una especial predilecci¨®n por aquella deidad canadiense y la convirti¨® en una fija de su mansi¨®n. Por supuesto, Snider tambi¨¦n estaba cerca, pero se dejaba llevar por s¨ª mismo y se iba detr¨¢s del resto de las conejitas y de cualquier mujer que se cruzase en su camino sin percatarse de que todos los ojos persegu¨ªan a Dorothy. Snider, como ladr¨®n, reconoc¨ªa a los que eran de su condici¨®n y ten¨ªa una fijaci¨®n con el magnate. Aunque quien iba a dinamitar su matrimonio y su uni¨®n empresarial iba a ser otro habitual de la Mansi¨®n Playboy, otro hombre mayor, 20 a?os mayor: el director de cine Peter Bogdanovich que acababa de salir de una relaci¨®n complicada con la tambi¨¦n modelo Cybill Shepherd.
El secreto mejor guardado de la publicaci¨®n empez¨® a ser reclamado por Hollywood, primero en peque?os papeles en series familiares como La isla de la fantas¨ªa y Buck Rogers, pero a medida que demostraba la misma magia ante la c¨¢mara de cine que ante la de los fot¨®grafos llegaron roles m¨¢s relevantes como Galaxina, la historia de una robot con sentimientos que protege a la humanidad y de la que fue protagonista absoluta. A ese espaldarazo se sum¨® su elecci¨®n como Playmate del a?o en una fiesta deslumbrante en la que recibi¨® 200.000 d¨®lares en met¨¢lico, un Jaguar y multitud de regalos.
Hefner destac¨® lo especial que era y ella se lo agradeci¨® as¨ª: "Me ha hecho, probablemente, la chica m¨¢s feliz del mundo". Snider, que por entonces ya era un apestado en la mansi¨®n Playboy, se sent¨ªa cada vez m¨¢s fuera del juego que ¨¦l mismo hab¨ªa iniciado y las discusiones entre ambos empezaron a ser constantes.
Aquel iba a ser su a?o. Bogdanovich, que ya se hab¨ªa enamorado de ella, le escribi¨® un papel en su nueva pel¨ªcula Todos rieron, una comedia de enredo que significaba el retorno ante las c¨¢maras de Audrey Hepburn. La ni?a que tan s¨®lo unos meses antes serv¨ªa helados en una franquicia estaba trabajando al lado de una de las grandes luminarias de Hollywood. Bogdanovich la colm¨® de atenciones y ella correspondi¨® a sus sentimientos. Intentaron mantener su romance en secreto porque el acoso de la prensa hab¨ªa sido uno de los problemas con los que hab¨ªa tenido que lidiar en su relaci¨®n con Shepherd, pero antes de que terminase el rodaje ya estaban viviendo juntos. A medio pa¨ªs de distancia, Snider detectaba que algo iba mal y, a pesar de tener prohibido el acceso al set de rodaje, viaj¨® a Los ?ngeles para visitarla.
Tanto Hefner como el resto de sus amigos en Los ?ngeles hab¨ªan advertido a Dorothy de que tuviese cuidado con su marido. Ella era consciente de que alg¨²n d¨ªa tendr¨ªa que hablar con ¨¦l, pero alarg¨® el momento hasta que la situaci¨®n fue insostenible. Tras tres meses sin verse, se reunieron en Los ?ngeles y Snider supo por su boca que sus temores no eran infundados: Stratten le confes¨® su amor por el director y le solicit¨® el divorcio. ?l ya sab¨ªa lo que suced¨ªa, pues con el poco dinero que le quedaba ¨Cporque a sugerencia de los abogados de Bogdanovich, ella hab¨ªa cancelado sus cuentas conjuntas¨C, hab¨ªa contratado a un detective para que la siguiese.
Snider sinti¨® que su mundo se hund¨ªa, principalmente porque estaba ¨²nicamente sustentado sobre el ¨¦xito profesional de su esposa, cuyo usufructo hab¨ªa dado por sentado. Despu¨¦s de todo, seg¨²n su forma de verlo, era ¨¦l quien la hab¨ªa descubierto en un barucho de pueblo, ¨¦l quien la hab¨ªa desnudado ante un fot¨®grafo, ¨¦l quien hab¨ªa distribuido sus fotos. Ella era, ante sus ojos de chulo, su creaci¨®n. Y ¨¦l, su due?o. Su mujer perfecta se esfumaba, pero sobre todo se esfumaba su forma de vida, justo ahora que estaba a punto de pertenecer al mundo con el que siempre hab¨ªa so?ado.
Era consciente de que su ¨²nico acceso a la mansi¨®n Playboy o el mundo del cine estaba vinculado a Stratten, ella era una entre un mill¨®n, pero ¨¦l era exactamente igual que el mill¨®n de chulos enjoyados con abrigos de vis¨®n y Corvettes que deambulaban por Los ?ngeles intentando vivir de las chicas a las que la industria rechazaba. Y eso fue en lo que trabaj¨®: trat¨® de usar el mismo juego con varias chicas m¨¢s, pero ninguna era como Dorothy y su presencia chulesca y agresiva hab¨ªa incomodado a tantos que todas las puertas a las que llamaba en Los ?ngeles se negaban a abrirse para ¨¦l.
Ya no le quedaba nada, no ten¨ªa ni un d¨®lar y, para sobrevivir, vendi¨® los regalos que Dorothy hab¨ªa recibido de Playboy. Su ¨²ltima adquisici¨®n fue una escopeta que consigui¨® a trav¨¦s de una p¨¢gina de anuncios clasificados. Los que le vieron en los ¨²ltimos d¨ªas dicen que su intenci¨®n era amenazar a Hefner o incluso a Bogdanovich, pero no fueron ellos los que se cruzaron con su odio. Volvi¨® a llamar a Dorothy para una nueva cita, ya que ten¨ªan temas econ¨®micos pendientes. Ella, nuevamente a pesar de los consejos de su amigos que intu¨ªan lo peligroso que aquel hombre pod¨ªa ser, accedi¨® a verle de nuevo. Sent¨ªa una deuda con ¨¦l e incluso se planteaba ayudarle economicamente.
Se volvieron a reunir en su antigua casa el 14 de agosto de 1980. Cuando horas despu¨¦s los compa?eros de piso de Snider llegaron a casa y vieron la puerta de su habitaci¨®n cerrada y el coche de Dorothy en el porche dieron por sentado que se hab¨ªan reconciliado. No era as¨ª. Tras 12 horas de silencio y llamadas al tel¨¦fono de Snider que no encontraban respuesta, abrieron la puerta y se encontraron un charco de sangre y dos cuerpos desnudos. Snider hab¨ªa violado a Dorothy, le hab¨ªa disparado un tiro en la cara y se hab¨ªa suicidado. Lo ¨²ltimo que hizo antes de morir fue degradar sexualmente a Dorothy y destruir su belleza. La primera llamada que se hizo fue a la polic¨ªa, la siguiente a la Mansi¨®n Playboy. Hefner llam¨® a Bogdanovich, que sufri¨® un colapso.
Temerosos de la mala publicidad en Playboy, intentaron eliminar sus fotos del n¨²mero de octubre, pero ya era tarde. No era la primera playmate que hab¨ªa fallecido tr¨¢gicamente, pero el asesinato de Stratten atacaba directamente el coraz¨®n de la empresa del placer porque no s¨®lo afectaba a la gran apuesta de futuro de Hefner que siempre hab¨ªa ansiado una estrella que le acercase por derecho propio a Hollywood para dejar de ser simplemente un alcahuete de las estrellas con bat¨ªn de seda, sino que como apunt¨® Theresa Carpenter en su art¨ªculo, de alguna manera dinamitaba la esencia de la publicaci¨®n. Playboy vend¨ªa a la mujer como objeto, como pertenencia, y eso es lo que de alguna manera validaba la actitud de Snider: la mat¨® porque la consideraba suya.
Cinco d¨ªas despu¨¦s, Peter Bogdanovich organiz¨® el funeral de Stratten. Fue enterrada en el mismo cementerio de Los ?ngeles que Marilyn Monroe, con quien hab¨ªa sido comparada en vida como cada rubia que llegaba a la ciudad desde 1962. El director se encarg¨® de ayudar econ¨®micamente a la familia de su amante, incluso pag¨® las clases de actuaci¨®n de su hermana peque?a Louise.
El estreno de Todos rieron se convirti¨® en un homenaje p¨®stumo a la actriz, pero el impactante suceso provoc¨® que acabase arrinconada en la cartelera. La cr¨ªtica fue tibia, pero todos destacaron la luminosa presencia de Stratten. Aturdido y desencantado por el escaso ¨¦xito de la pel¨ªcula, Bogdanovich gast¨® todo su dinero en comprar los derechos y reestrenarla en una docena de cines. En 1985 se declar¨® en bancarrota.
Obviamente el vertiginoso ascenso de una modelo y su tr¨¢gico final fueron material para que Hollywood sacase rentabilidad de ¨¦l, esta vez con la frente alta porque por una vez no hab¨ªa sido la propia industria la que destru¨ªa la vida de uno de sus miembros. Apenas un a?o despu¨¦s del asesinato, Jamie Lee Curtis la interpret¨® en el telefilme Ha muerto una modelo y en 1983 Bob Fosse dirigi¨® Star80 (esa era la matr¨ªcula que luc¨ªa el coche de Stratten) basada en el art¨ªculo de Theresa Carpenter y con Mariel Hemingway como Stratten y Eric Roberts como Snider.
Cuatro a?os despu¨¦s de la muerte de su amante, Peter Bogdanovich public¨® un libro titulado The Killing of the Unicorn: Dorothy Stratten 1960-1980 en el que acusaba veladamente a Hefner de haber seducido a Dorothy (realmente le acus¨® de violarla, pero una demanda de los abogados del magnate le hicieron modificar el texto) y cargaba contra el estilo de vida que simbolizaba la publicaci¨®n e incluso de impulsar la rabia asesina de Snider por haberle negado el acceso a la Mansi¨®n Playboy unos d¨ªas antes del asesinato. "La tr¨¢gica muerte de Dorothy no fue motivada de ninguna manera por su asociaci¨®n con Playboy, sino claramente por la ruptura de su matrimonio, debido al romance con Peter Bogdonavich", contraatac¨® Hefner en una conferencia de prensa. Un lustro despu¨¦s de la muerte de la modelo, su figura serv¨ªa de material para un duelo de egos y culpabilidades entre dos de los hombres m¨¢s importantes de su vida. Probablemente, si el tercero no hubiese estado a dos metros bajo tierra tambi¨¦n se habr¨ªa sumado a la gresca.
En 1988, cuando la hermana peque?a de Dorothy cumpli¨® 20 a?os, Bogdanovich se cas¨® con ella. ?l ten¨ªa 49.
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