Qu¨¦ ocurre tras la muerte, seg¨²n los egipcios
La pregunta es fundamental, y las reacciones culturales e individuales a la misma son de una diversidad sorprendente. El Antiguo Egipto desarroll¨® una de las ideolog¨ªas m¨¢s ricas ante la cuesti¨®n
¡°?Qu¨¦ ocurre tras la muerte?¡±. Es la pregunta que sustenta la condici¨®n humana: la que nos hace la ¨²nica especie consciente de su propio fin; y quiz¨¢s tambi¨¦n, como pensaba Martin Heidegger, la pregunta generadora de toda cultura humana. Por muy ¨²nica que sea la pregunta, las reacciones culturales (e individuales) a la misma son de una diversidad sorprendente.
La cultura del antiguo Egipto desarroll¨® una de las ideolog¨ªas m¨¢s ricas y asombrosas como reacci¨®n a esa cuesti¨®n: no tanto la creencia en una vida post-mortem, que comparte con otras muchas culturas, sino m¨¢s bien la especificidad de esa existencia post-mortem.
Mantener la identidad tras la muerte
Esa especificidad se manifiesta de muchas maneras, todas ellas relacionadas entre s¨ª. La conservaci¨®n del cad¨¢ver a trav¨¦s de la momificaci¨®n; la construcci¨®n de una tumba personal; la redacci¨®n de textos inscritos en dicha tumba (ya sea en sus muros, ata¨²des, sarc¨®fagos o papiros dentro del ata¨²d); la fabricaci¨®n de un ajuar propio del difunto (ata¨²des y sarc¨®fagos, m¨¢scara funeraria, objetos dom¨¦sticos, estatuillas de sirvientes); la realizaci¨®n de estelas en la zona de contacto de la tumba con los vivos, a manera de documento perenne de intercomunicaci¨®n entre vivos y muertos.
Todos estos elementos se refieren al mantenimiento de la identidad del difunto. Todos abordan una cuesti¨®n ontol¨®gica: ?qui¨¦n es el muerto y c¨®mo identificarlo con el vivo que fue? Esta cuesti¨®n se reduce, en ¨²ltimo t¨¦rmino, a la cuesti¨®n de c¨®mo se mantiene la continuidad ontol¨®gica entre la vida y la muerte.
Gran parte de la informaci¨®n de que disponemos procede del material escrito sobre todo en el interior de los ata¨²des y sarc¨®fagos del reino medio?
Para la mentalidad egipcia, esta cuesti¨®n es eminentemente pr¨¢ctica y social: el egipcio forma parte de un grupo social o no es. Esta solidaridad entre individuos debe mantenerse para que la existencia permanezca. Por ello, es fundamental conservar la identidad de cada individuo, de manera que sus asociados lo puedan reconocer y contactar.
Esos asociados son, por supuesto, su familia; pero no s¨®lo ella, sino tambi¨¦n las ¡°partes ps¨ªquicas¡± (a falta de un t¨¦rmino adecuado) en las que el individuo se divide cuando muere: ante todo, el ka (o ¡°doble¡±), que reside en la tumba y cuya funci¨®n es recibir las ofrendas de los vivos, y el ba, que transita de la tumba al mundo de los vivos en forma de p¨¢jaro, cada d¨ªa; pero tambi¨¦n, la sombra y el nombre del difunto.
Por muy complejos que estos procesos puedan parecernos, se ajustan a una l¨®gica de solidaridad social e identidad individual dentro del grupo. Pero al difunto le afectan otros dos procesos en el antiguo Egipto: su cambio en una entidad distinta (llamada aj) que triunfa sobre la muerte; y una serie de cambios en otras entidades (animales, plantas, dioses). Estos dos procesos son distintos por lo que significan y por c¨®mo se hacen.
Transfiguraci¨®n en un ¡®aj¡¯
El difunto resulta ¡°transfigurado¡± en un aj mediante la realizaci¨®n de unos ritos, llamados saj (¡°transfiguraci¨®n¡±, literalmente ¡°hacer un aj¡±), por parte de un oficiante, protot¨ªpicamente el primog¨¦nito del difunto. Una vez convertido en aj, el difunto se convierte en una entidad ¡°brillante¡± y ¡°eficaz¡± (es lo que significa aj), viviendo en el horizonte, divinizado, y actuando a favor de sus asociados en la tierra. La transfiguraci¨®n parece ser un proceso de uno a uno: es decir, que el difunto mantiene su identidad despu¨¦s de la transfiguraci¨®n.
Gran parte de la informaci¨®n de que disponemos procede del material escrito sobre todo en el interior de los ata¨²des y sarc¨®fagos del reino medio del antiguo Egipto (hacia 2000-1500 a.e.C.), y que se conoce como Textos de los Ata¨²des: 50 cap¨ªtulos (o ¡°f¨®rmulas¡± como los egipt¨®logos las suelen llamar) de ese corpus se refieren a ese proceso.
Las transformaciones del difunto
Por otro lado, el difunto sufre una serie de transformaciones post-mortem. Aparentemente, nadie se las causa, sino que le ocurren. Estas transformaciones, tal y como se describen en 85 cap¨ªtulos de los Textos de los Ata¨²des, son de una gran diversidad y complejidad: el difunto se transforma en animales como una golondrina, un toro, halcones (incluido un halc¨®n ¡°humano¡±) o una pulga, plantas como el trigo del delta, cosas como viento o la llama, dioses como el rey del cielo, o bas de dioses.
Un asunto de esencial importancia que hay que dirimir precisamente es si las transformaciones le ocurren al difunto o a una parte del mismo (en particular, a su ba). En cualquier caso, no parece ser que est¨¦n relacionadas con la entidad aj. Complicada es tambi¨¦n su interpretaci¨®n: si la transfiguraci¨®n en aj parece asegurar el triunfo del difunto sobre la muerte, ?para que serv¨ªan entonces las transformaciones?
Sobre transfiguraciones y transformaciones
Por ello, la pregunta fundamental que queda por responder es cu¨¢l es la relaci¨®n entre ambos procesos (transfiguraci¨®n y transformaciones), si es que la hay. El proyecto Mortexvar (Earlier Egyptian Mortuary Text Variability) plantea por vez primera un estudio conjunto de ambos procesos (transfiguraciones y transformaciones) a partir del material de los Textos de los Ata¨²des. El estudio gira en torno al concepto de variabilidad en ese corpus. Se analizar¨¢n variaciones de muy distinto tipo (ling¨¹¨ªsticas, de escritura, textuales, religiosas) que puedan ser relevantes para entender esos dos grupos de textos en su dispersi¨®n geogr¨¢fica y temporal, as¨ª como en su colocaci¨®n dentro de cada uno de los documentos en que aparecen.
Carlos Gracia Zamacona, es investigador, Egiptolog¨ªa y Ling¨¹¨ªstica, Universidad de Alcal¨¢
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation
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