Vivir en la incertidumbre
Afrontamos entornos en constante cambio y necesitamos soluciones creativas para adaptarnos. ?C¨®mo pilota nuestro cerebro esta inquietud?
Mientras el mundo afronta las dualidades en juego del coronavirus y los ritmos y rituales de nuestras vidas se ven interrumpidos indefinidamente, tenemos mucho que aprender de la incertidumbre. No obstante, la capacidad para sobrellevar periodos de ¡°no saber¡± es una caracter¨ªstica esencial de una mente sana y flexible, nuestro trasfondo de seguridad es excepcionalmente vulnerable ante lo incierto. Seg¨²n H. P. Lovecraft, maestro del g¨¦nero literario del horror, ¡°de todas las emociones humanas, la m¨¢s antigua y m¨¢s poderosa es el miedo, y de todos los miedos, el m¨¢s antiguo y m¨¢s poderoso es el miedo a lo desconocido¡±. Como tal, propone el doctor Nicholas Carleton de la Universidad de Regina, ¡°representa una palanca de Arqu¨ªmedes para la psicolog¨ªa humana¡±.
Vivimos en entornos en constante cambio y necesitamos soluciones creativas para ajustarnos y adaptarnos a la incertidumbre. ?C¨®mo pilota nuestro cerebro por los equ¨ªvocos de lo incierto? El teorema de la inferencia bayesiana, ideado por el te¨®logo y matem¨¢tico ingl¨¦s Thomas Bayes y publicado p¨®stumamente en 1763 ¡ªque se ha convertido en uno de los principios fundamentales de la ciencia cognitiva moderna¡ª, lo explica. ¡°Cualquier sistema biol¨®gico que resista la tendencia al desorden se adherir¨¢ a ¨¦l¡±, se?ala el doctor Karl Friston, especialista en neurociencias de la University College en Londres y principal defensor de la idea de que nuestro cerebro es un ¨®rgano estad¨ªstico de inferencia que opera bajo el principio de probabilidad bayesiano. Seg¨²n Friston, ¡°el cerebro, al tratar de anticipar lo que la pr¨®xima ola de sensaciones le comunicar¨¢, constantemente hace inferencias y actualiza sus creencias en funci¨®n de lo que le transmiten los sentidos e intenta minimizar las se?ales de error de predicci¨®n y previene la sorpresa. Literalmente, es un ¨®rgano fant¨¢stico en el sentido de que genera hip¨®tesis y fantas¨ªas que le son apropiadas para tratar de explicar los innumerables patrones y el flujo de informaci¨®n sensorial que est¨¢ recibiendo¡±.
Sin embargo, no siempre podemos resolver la incertidumbre mediante la reconstrucci¨®n de un modelo interno del mundo. Los efectos da?inos de las respuestas a la incertidumbre no siempre pueden resolverse mediante una actualizaci¨®n bayesiana exitosa. Ah¨ª radica la amenaza de la incertidumbre. En tal caso, uno no sabe realmente lo que siente, no sabe qui¨¦n es o si es alguien. El psicoanalista Thomas Ogden propone que, contra el terror de no saber, elaboramos alternativas ilusorias capaces de generar pensamientos, deseos y miedos, que se sienten como propios, para protegernos contra el miedo. Sin esta ilusi¨®n, uno se sentir¨ªa intolerablemente expuesto ante la incertidumbre que desequilibra el n¨²cleo del ser. A pesar de que estas alternativas constituyen una defensa efectiva, lo que uno siente aleja a¨²n m¨¢s a la persona de s¨ª misma ¡ªen tal situaci¨®n se requiere de ayuda externa¡ª.
Ah¨ª, donde no nos es posible aplicar la l¨®gica de la raz¨®n y las palabras no pueden nombrar lo incierto, aflora lo siniestro ¡ªlo extra?o en lo familiar¡ª. Como una pintura cubista, que nos desconcierta y nos atrae, y da cuenta de nuestros temores. Sigmund Freud le dedica un ensayo a lo siniestro, en el que lo define como un saber inconsciente y lo asocia con la extra?eza en nosotros mismos. El psico?analista Christopher Bollas lo describe como lo no pensado conocido. Aquello que sabemos, pero que se mantiene en alg¨²n nivel fuera de nuestra conciencia. A pesar de que no lo podemos expresar con palabras, se manifiesta en nuestras emociones, como ocurre con los recuerdos viscerales de interacciones con nuestros padres o cuidadores, que dan forma a quienes somos y definen nuestra respuesta a la incertidumbre en la vida adulta.
En los setenta, la doctora Mary Ainsworth, pionera en la teor¨ªa del apego, concibi¨® la situaci¨®n del extra?o para estudiar la relaci¨®n entre las conductas de apego y de exploraci¨®n en beb¨¦s bajo condiciones en las que confrontan a un desconocido. El experimento consiste en una serie de episodios, que duran pocos minutos cada uno, mediante los cuales se introduce, separa y re¨²ne a una mujer, su hijo y un desconocido. Ainsworth observ¨® que el beb¨¦ utiliza a la madre como una base segura para la exploraci¨®n y, por otro lado, que la percepci¨®n de amenaza hac¨ªa desaparecer las conductas exploratorias. Su experimento confirma que los ni?os con apegos estables y predecibles afrontan mejor la incertidumbre.
La reacomodaci¨®n de nuestros l¨ªmites y fronteras, en el mejor de los casos, estimula estados in¨¦ditos y creativos. Al permitirnos la familiaridad con lo desconocido, la mente receptiva puede jugar. El juego entendido de esta manera, dice el psicoanalista Donald Winnicott, es un acto espont¨¢neo. Es una experiencia emocional que se vive en el presente. Una creatividad potencial depende de la posibilidad de interrogarnos ?por qu¨¦ estamos donde estamos? En su ensayo No saber y avanzar, el escritor Javier Mar¨ªas apunta: ¡°Es m¨¢s, a menudo tengo la sensaci¨®n de que no s¨¦ escribir novelas, y sin embargo ah¨ª est¨¢n, al cabo del tiempo, terminadas, publicadas y m¨¢s o menos legibles¡±. Y concluye: ¡°Quiz¨¢ por eso abrigo esa fuerte, creciente sensaci¨®n de no saber c¨®mo se hace una novela. Porque no saber, no saber, y sin embargo avanzar, es el ¨²nico verdadero refugio de lo indeterminado¡±.
David Dorenbaum es psiquiatra y psicoanalista.
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