?Es Pedro Almod¨®var el hombre que mejor viste de Espa?a?

Cuando las palabras ¡°Almod¨®var¡± y ¡°moda¡± van en la misma frase ¨Co en el mismo titular¨C, lo habitual es que se refieran al uso que el cineasta manchego ha hecho del estilismo y la indumentaria en su amplia filmograf¨ªa: los Max Mara de Marisa Paredes en La flor de mi secreto, el traje de chaqueta de Victoria Abril en ?tame (y de Antonia San Juan en Todo sobre mi madre), las colaboraciones de Jean Paul Gaultier en Kika o La piel que habito y los dise?os de Alvarado convert¨ªan al Eusebio Poncela de Matador en el inspector de polic¨ªa mejor vestido de la historia del cine espa?ol.

A Almod¨®var le interesa la moda, y as¨ª lo corroboran los vestidos de Balenciaga que luce Tilda Swinton en La voz humana, el mediometraje que ha presentado estos d¨ªas en la Mostra de Venecia. Sin embargo, desde hace tiempo el runr¨²n estil¨ªstico almodovariano tiene otro tema de conversaci¨®n: el modo en que el propio cineasta viste en sus apariciones p¨²blicas.

Un ejemplo reciente: el estreno de La voz humana en Venecia. Almod¨®var acudi¨® con traje azul, camisa blanca y zapatos negros, una descripci¨®n que podr¨ªa ilustrar la palabra ¡°conservador¡± en un diccionario visual. Y, sin embargo, no lo es. Lo conservador ser¨ªa ponerse una corbata. O pensar que una camisa blanca formal no puede llevarse as¨ª, abotonada hasta el pen¨²ltimo bot¨®n sin darle m¨¢s relevancia. O renunciar al motivo tridimensional y al tono levemente encendido que convierte a este traje de Armani es un prodigio de equilibrio: ni ostentaci¨®n ¨Cal final, estamos en 2020 y hay que andarse con cuidado¨C ni aburrimiento. Los zapatos voluminosos son, como las gafas de sol que el manchego luce en numerosas ocasiones, dos gestos de car¨¢cter tan reconocibles como la barba corta y el cabello encanecidos. Es decir: vestirse de manera reconocible sin necesidad de aspavientos ni de fingir nada.

Eso no significa renunciar a un poco de diversi¨®n. En Venecia le hemos visto con mascarilla combinando camisa de manga corta ¨Cde Prada, con cuello bowling y estampado de hibiscos¨C con pantal¨®n rojo y zapatos del mismo color, un gesto de audacia que muestra que el monocromo no es patrimonio exclusivo de los tonos neutros. Si alguien sabe c¨®mo usar el rojo, ese es Almod¨®var, un maestro de color que aplica a su aspecto la misma l¨®gica que a sus pel¨ªculas. En los eventos previos a la ceremonia de los Oscar de este a?o se atrevi¨® con los tonos burdeos ¨Ccon chupa de piel y deportivas¨C y con el aguamarina, en un esmoquin combinado con jersey de cuello vuelto. De hecho, en los ¨²ltimos a?os se ha vuelto habitual verle recoger premios y asistir a alfombras rojas integrando esta prenda de punto en un traje o esmoquin rigurosamente negro.

De este modo, Almod¨®var parece haber conquistado en su madurez profesional tambi¨¦n su madurez estil¨ªstica: apostar sobre seguro cuando es necesario, y divertirse siempre que sea posible. Sin disfrazarse, modulando pero sin esconderse: ni m¨¢s entallado de lo conveniente, ni abusando del volumen. Vestir bien, para ¨¦l, no implica aspirar a la adolescencencia eterna de la moda ni resignarse al clasicismo en que muchos hombres caen al pasar los cincuenta. Basta ver c¨®mo lleg¨® a los Premios Feroz de este a?o: con traje, zapatos y largo abrigo gris, pero con una largu¨ªsima bufanda turquesa. A veces, la sabidur¨ªa consiste en prescindir de accesorios innecesarios y encontrar el modo de que utilizar a tu favor lo que asusta al resto. Conocerse, estar en paz y no dudar del propio criterio. Tan f¨¢cil, tan dif¨ªcil.