A las danaides
?Libertad? La joya m¨¢s costosa. Mis queridas danaides: oigo vuestro lamento, al que se une el de millones de castigadas a lo largo de los siglos
Queridas Am¨ªmone, Hipermnestra, Gorg¨®fone, hijas todas de D¨¢nao: os preguntar¨¦is por qu¨¦ os escriben hoy al remoto mundo de los muertos desde el mundo de los lejanos vivos. Quiz¨¢ porque este reino de arriba y de ahora anda tan empapado de muerte ¨²ltimamente que sentimos muy cercano vuestro destino y el de vuestras 47 hermanastras: porque retorna lo vivo y lo lejano de los mitos. Os escribo porque, aunque sab¨ªamos de la condena, es ahora cuando ha retumbado en mi cabeza la injusticia de la calamidad que soport¨¢is, la turbiedad de los destinos bajo las formas incluso de la libre especie de la literatura.
Os escucho aullar de cansancio, dentro de la celda de los castigos colosales, junto a los muy exhaustos S¨ªsifo y T¨¢ntalo. Llev¨¢is toda la muerte condenadas a una inagotable tarea dom¨¦stica: rellenar un insaciable tonel roto con vuestros c¨¢ntaros de agua. Castigo cruel inventado por los dioses e imitado por los hombres: elegir una de las labores del hogar, imitar su absurdo desgaste y eternizarla est¨²pidamente. C¨®mo se tuercen los destinos de las ni?as felices. Vosotras, nietas del Nilo, de madres princesas, n¨¢yades o hamadr¨ªades, cabalgabais en bosques soleados, recogiendo incienso y d¨¢tiles, vestidas ni de mujeres ni de hombres: libres. Os forzaron a contraer matrimonios indeseados y escapasteis de Egipto por mar. La ciudad de Argos os dio asilo, porque los griegos, filantr¨®picos, crearon leyes para acoger a forasteros y a refugiadas. Luego los olvidamos, a los griegos y a su inventiva c¨ªvica. Os escribo un agosto del siglo XXI en el que arde Micenas y en el que los nietos de los persas hostigan nuevamente a los helenos. La muerte nos rodea, como a vosotras.
Al insolente S¨ªsifo lo condenaron por encadenar a la mism¨ªsima Muerte. ?De qu¨¦ servir¨ªan los dioses si los mortales pudi¨¦ramos mantenerla atada y quieta? Actuasteis para pararle los pies a vuestra propia muerte, la del lecho obligado, la del t¨¢lamo preestablecido, la sin¨®nima de servidumbre. Pero la libertad ten¨ªa un precio. Siempre tiene un precio y es muy alto, aunque seas nieta del r¨ªo-dios Nilo y descendiente de Zeus: con lo nupcial y lo genesiaco no jugu¨¦is, muchachas, nunca. ?Libertad? La joya m¨¢s costosa. Mis queridas danaides: oigo vuestro lamento, al que se une el de millones de castigadas a lo largo de los siglos. Castigadas a llenar vasijas, ollas, biberones, goteros de ancianos, ba?eras de beb¨¦s, bebederos de animales, regaderas, cisternas, bid¨¦s, cubos y cubos. Castigadas a morir apaleadas por decir no, como vosotras, al soberbio que quiere poseeros. Os escribo, dec¨ªa, una tarde en que sucumben dos mujeres castigadas que, como vosotras, anhelaron detener la propia muerte. La muerte de saberse nunca libres.
Aurora Luque, poeta y traductora, gan¨® el Premio Loewe 2019 con el poemario 'Gavieras'.
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