La Colombre d'Or, el hotel provenzal donde se enamor¨® y se desenamor¨® medio Hollywood

Pocos lugares hay en el mundo que guarden tantos secretos, libertad creativa y alegr¨ªa de vivir. Por sus corredores, junto a su piscina o la sombra de una de sus higueras, se cruzan los nombres de Pablo Picasso y Orson Welles, Yves Montand y Simone Signoret, Joan Mir¨® y Fran?ois Truffaut, Alain Delon y Romy Schneider, Brigitte Bardot y Marc Chagall. La Colombe d¡¯Or, un hotel y restaurante situado en la localidad provenzal de Saint-Paul-de-Vence, re¨²ne entre sus muros salpicados de cuadros y esculturas, una buena parte de la cr¨®nica cultural del pasado siglo XX, adem¨¢s de haber sido escenario de algunas de las grandes pasiones amorosas que han hecho bullir la prensa del coraz¨®n.

El primer ingrediente que contribuy¨® a la transformaci¨®n de un peque?o bar de pueblo en uno de esos pocos lugares de leyenda es su ubicaci¨®n. Saint-Paul-de-Vence, dispuesto como en un Bel¨¦n sobre las faldas de una suave colina desde la que se avalanza sobre el Mediterr¨¢neo, es uno de los pueblos medievales m¨¢s antiguos de la riviera francesa, y es el env¨¦s de la riviera de las grandes fortunas, los arist¨®cratas y los exiliados reales. All¨ª, en la d¨¦cada de los a?os veinte del siglo pasado, abri¨® Paul Roux el Chez Robinson, el bar que acab¨® ampliando ¨Cy rebautizando¨C para a?adirle habitaciones y que adquiri¨® fama mundial con su nuevo nombre.

Pero no fueron ni el nombre ni el pueblo, sino escenas como la Mir¨® subido a una silla con el objeto de perfeccionar un cuadro que hab¨ªa colgado previamente en el sal¨®n las que construyeron esa popularidad. Las recoge el libro El libro La Colombe d¡¯Or. Saint Pau de Vence (texto de Martine Buchet y fotograf¨ªas de Prosper Assouline, Editorial Assouline), que se reedita ahora, y que es como el diario secreto del hotel con m¨¢s secretos, con permiso del Martinez.

El personal, como se espera de los hoteles con flexibilidad supletoria para los placeres m¨¢s exc¨¦ntricos, guarda celosamente toda informaci¨®n sobre sus hu¨¦spedes, con lo que el relato de este beaux livre es el ¨²nico testigo p¨²blico de esa alegr¨ªa de vivir que contagi¨® por igual a artistas, actores o cantante y con especial incidencia a las orillas del Mediterr¨¢neo.

Apasionado del arte, el propietario del establecimiento convirti¨® el hotel en algo m¨¢s pr¨®ximo a una residencia de artistas y no era extra?o que en m¨¢s de una ocasi¨®n cambiara hospedaje por obra, estrategia con la que comenz¨® una colecci¨®n de arte contempor¨¢neo que acabar¨ªa siendo una de las se?as de identidad del hotel, cuyo libro de firmas es un desfile de nombres de la vanguardia pl¨¢stica del siglo XX: Georges Braque, Fernand L¨¦ger, Joan Mir¨®, Francis Picabia, Paul Signac o Raoul Dufy, el artista que ha condensado en sus pinturas esa joie de vivre.

Paul Roux disfruta con la amistad de creadores y artistas. Una ma?ana, cuenta el libro, aparc¨® una limusina delante de su establecimiento, en el interior, un anciano Henri Matisse cuya enfermedad solo le permit¨ªa ya hacer collages de papel con tijeras: se hab¨ªa desplazado hasta el hotel para invitarlo a tomar una taza de t¨¦ en su coche. La Colombe d¡¯Or y el nombre de Paul Roux ya forman parte del imaginario de la historia del arte del siglo XX. Pero tambi¨¦n del cine. Actores, estrellas de Hollywood, directores y guionistas han descubierto el encanto discreto de este albergue, un palacete provenzal de aire r¨²stico, paredes crudas, muebles de madera robusta y grandes ventanales a trav¨¦s de los que la vegetaci¨®n interior se comunica con la enorme buganvilla que trepa por la fachada de piedra y el mar de la Costa Azul ilumina las estancias.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial, con una Francia ocupada por el ej¨¦rcito nazi, oblig¨® a la producci¨®n cinematogr¨¢fica a desplazarse a orillas del Mediterr¨¢neo, a los estudios La Victorine de Niza. El poeta Jacques Pr¨¦vert, guionista de la pel¨ªcula Los visitantes de la noche (Marcel Carn¨¦, 1941) fue entonces uno de los nuevos hu¨¦spedes del hotel. El flechazo entre el futuro autor de la canci¨®n Las hojas muertas y el lugar fue fulminante. Pr¨¦vert se convierti¨® en su principal promotor atrayendo a otros nombres del espect¨¢culo y la cultura.

En La Colombre d'Or han compartido desayunos Quentin Tarantino y Brad Pitt, Yves Montand ha jugado a la petanca con Lino Ventura y Simone Signoret se ha enamorado de Yves Montand (y viceversa). Cuando su idilio comenz¨® en el verano de 1949, ella estaba casada con el realizador Yves All¨¦gret, con el que ten¨ªa una hija, y ¨¦l acababa de dejar una relaci¨®n tormentosa con Edith Piaf. Ella, una joven criada en un ambiente burgu¨¦s e intelectual. ?l, un joven cantante de origen obrero y familia italiana antifascista. Solo dos a?os despues se casaron en el ayuntamiento de Saint-Paul-de Vence con el patr¨®n de Le Colombe d¡¯Or y Jacques Pr¨¦vert como testigos. La pareja Signoret & Montand se convirtieron en una de las figuras habituales del hotel entre rodajes y giras musicales, firmas de manifiestos contra la bomba at¨®mica o protestas contra la Guerra de Argelia.

Signoret y Montand forman parte de la realeza art¨ªstica del mundo del espect¨¢culo, una relaci¨®n atravesada por tormentas sentimentales e infidelidades del cantante y actor, que m¨¢s tarde vivi¨® un apasionado romance con Marilyn Monroe durante el rodaje de El multimillonario. La Colombre d'Or no olvida la frase que pronunci¨® Signoret al enterarse: ¡°No me puedo permitir juzgar lo que haya podido pasar entre un hombre, mi marido, y una mujer, mi compa?era, que trabajaban y viv¨ªan bajo el mismo techo, compartiendo su soledad, angustia y recuerdos de una infancia pobre¡±.

La Colombe d¡¯Or fue tambi¨¦n refugio de la nueva ola del cine franc¨¦s a finales de los a?os cincuenta, con un Fran?ois Truffaut consagrado en el Festival de Cannes con la pel¨ªcula Los cuatrocientos golpes como portavoz del nuevo cine. El director mantuvo su fidelidad con el establecimiento hasta el fin de sus d¨ªas. Poco antes de morir, Truffaut se refugi¨® en La Colombe d¡¯Or, en la misma habitaci¨®n que en otros tiempos habit¨® otro realizador con fama de extravagante, Henri-Georges Clouzot, mientras revisaba incansablemente una de las obras maestras de Orson Welles Los magn¨ªficos Amberson, gracias a un magnetoscopio que la familia Roux ha hecho instalar en su habitaci¨®n.

Las esculturas de Alexander Calder y cuadros de Picasso y Mir¨® tambi¨¦n fueron testigos de otra pareja luminosa, Romy Schneider y Alain Delon, que pasearon su amor juvenil por los escenarios provenzales. Unos a?os despues, ya separados, no lejos de La Colombe d¡¯Or volvieron a reunirse gracias al rodaje de La Piscina, entre la expectaci¨®n y el morbo medi¨¢tico por volver a ver juntos como amantes ¨Cen la pantalla¨C a la pareja que hizo so?ar a medio a mundo.

Los romances son innumerables, pero tambi¨¦n hubo espacio para los desamores. La actriz Anouk Aim¨¦, protagonista de La dolce vita, y el m¨²sico Pierre Barouh, que ha hecho tararear a medio mundo la banda sonora de la pelicula Un hombre y una mujer, pusieron fin a su relaci¨®n en La Colombe d¡¯Or. La culpa la tuvo la piscina del hotel, donde el actor brit¨¢nico Albert Finney conoci¨® a Aim¨¦. A la vista de los sulfurosos encuentros amorosos, las malas lenguas se?alan La Colombe d¡¯Or como ¡°el burdel m¨¢s chic de la Costa Azul¡±.

Tantas son las historias de este peque?o establecimiento que apenas caben nuevos hu¨¦spedes. Como aquella vez que una llamada de ¨²ltima hora insist¨ªa en reservar una habitaci¨®n. Ante la imposibilidad de conseguir la reserva, con el hotel al completo, una voz al otro lado del tel¨¦fono responde: ¡°Even for Madonna?¡± (¡°?Incluso para Madonna?¡±).