Fue la marca m¨¢s ¡®cool¡¯ del mundo, pero ?ha perdido la gracia Supreme?
Los 'drops' y las ediciones limitadas han cambiado el mundo de la moda. La colaboraci¨®n de Supreme con la maquilladora brit¨¢nica Pat Mcgrath se agot¨® ayer en menos de un minuto. ?Se puede eliminar la especulaci¨®n de la ecuaci¨®n?
Ayer Supreme lanz¨® a trav¨¦s de uno de sus famosos drops la colaboraci¨®n con la archifamosa maquilladora brit¨¢nica Pat Mcgrath. Y como era de esperar, se agot¨® en menos de un minuto. Un pintalabios que evoca al mismo tiempo el surrealismo de Elsa Schiapparelli, el downtown de la Velvet Underground y un cap¨ªtulo de las Kardashians. Todo muy ic¨®nico, la verdad. Pero viniendo de la firma de ropa de skate masculina con mayor culto del mundo: ?es un gesto queer hacia su predominante audiencia heterosexual? ?Un intento de acercarse a marcas sin g¨¦nero? ?Una broma privada? ?Una se?al de agotamiento? Todo apunta a lo ¨²ltimo.
El m¨ªtico logo rojo y blanco, m¨¢s que inspirado en la obra de la artista Barbara Kruger, es ya un icono popular que ha ido eclipsando la valiosa credibilidad skater que Supreme pose¨ªa cuando en 1994 James Jebbia abri¨® la primera tienda en Nueva York. El cr¨ªtico de moda y arte Glenn O¡¯Brien contaba el gran impacto que le gener¨® la primera vez que visit¨® el establecimiento, que lleg¨® a equiparar a los de Herm¨¨s, y avanz¨® as¨ª esa paradoja del lujo accesible que nos ha acompa?ado hasta ahora: la tensi¨®n entre el accesorio de lujo y la burbuja del streewear que ha alimentado ¨²ltimamente la industria de la moda. Supreme se ha convertido en una broma pop para adictos a la logoman¨ªa, en esa marca de skate que no visten los skaters. Cada colaboraci¨®n (galletas Oreo, pasta de dientes Colgate¡) la acerca m¨¢s a un chiste infinito. Quiz¨¢s Barbara Kruger ten¨ªa raz¨®n cuando en 2013 envi¨® un mail a Complex defini¨¦ndolos como unos ¡°totally uncool jokers¡±.
Tampoco ha ayudado el sistema de los drops. Intentando mantener el aura, fueron los primeros en vender las colecciones a trav¨¦s de peque?os lanzamientos semanales. Esto llev¨® a colas imposibles en las tiendas, tit¨¢nicas luchas con bots en el mundo online y la creaci¨®n de un monstruoso mercado de reventa que disparaba los precios. Un modelo que abrazaron luego muchas firmas de moda y del sector del lujo. Uno de los momentos m¨¢s delirantes fue cuando un adolescente mand¨® a su abuela con una silla a acampar a las seis de la ma?ana en la puerta de la tienda del Soho de Londres, para asegurarse algo de la colaboraci¨®n con la marca de monta?ismo The North Face. Y a¨²n as¨ª, no lleg¨® lo suficientemente temprano para el est¨¢ndar de los fans. Decidir comprar una sudadera de Supreme es sin¨®nimo de ataque de ansiedad. Y la idea de sufrir por ropa es muy poco 2020.
No es casualidad que la misma semana en la que se anunci¨® el pintalabios, la marca sin g¨¦nero y afroamericana Telfar desvelaba el Telfar Bag Security Program, un intento de cambiar las reglas del juego a trav¨¦s de un pre-order que te aseguraba poder comprar su bolso estrella, el famoso ¡°Birkin de Bushwick¡±, y recibirlo en 2021 en el formato y el color que quisieras sin esperar al drop. El bolso creado por Telfar Clemens se ha convertido en un s¨ªmbolo alternativo de Nueva York que busca crear comunidad, no competitividad. Su popularidad durante la pandemia se ha disparado. Adi¨®s a los bots, a lo excluyente y a la especulaci¨®n. No es para ti, es para todos, dicen en Telfar, buscando desinflar la especulaci¨®n con la ropa de calle. ?Tiene sentido buscar una exclusividad inclusiva? ?Moda indie para las masas? Los tiempos est¨¢n cambiando, pero Supreme parece que no.
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