La Capilla Sixtina vuelve a desnudarse
El par¨®n del turismo de masas debido al coronavirus ha permitido una contemplaci¨®n nueva y serena de la obra maestra de Miguel ?ngel, y ha sacado a la luz un universo lleno de erotismo
La pandemia se llev¨® la globalizaci¨®n, trajo el miedo, despert¨® un cierto gusto por lo buc¨®lico y subray¨®, entre otras cosas, lo que ya estaba escondido entre la marabunta de gente ¡ªcasi 30.000 personas¡ª que cada d¨ªa visitaba los Museos Vaticanos: el eros gay de Miguel ?ngel.
Recuerdo que hace dos a?os hice una entrevista a Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos. ¡°Lo que estamos haciendo este a?o con nuestras gu¨ªas son cursos de actualizaci¨®n, donde tambi¨¦n los animamos para que lleven a sus grupos a otras partes de los museos para evitar rincones concurridos excesivamente¡±, apostill¨®. No hizo falta, porque en todo el mes de julio aproximadamente 70.000 personas los visitaron, una cifra que no satisface las necesidades de hacer caja, pero s¨ª otorga una mayor clarividencia para ver las pinturas con mayor profundidad, con herramientas antropol¨®gicas, sociol¨®gicas, psicol¨®gicas y mitol¨®gicas. Una mirada desprovista de ideolog¨ªas, prejuicios¡ y gente.
As¨ª se redescubre el ¨¦nfasis que puso Miguel ?ngel a los cuerpos masculinos y el fuerte erotismo que desprenden las pinturas de El juicio final, induciendo a una lectura no estrictamente religiosa o espiritual sino humana, sensual y salvaje. Repleta de test¨ªculos, falos, serpientes¡ Abundante en cuerpos esbeltos envueltos en un amasijo de m¨²scu?los. Una inspiraci¨®n que el genio renacentista encontr¨®, seg¨²n Elena Lazzarini (investigadora de la Universidad de Pisa), en ba?os termales y burdeles. En saunas y ba?os turcos, lugares de encuentros homosexuales, promiscuidad y prostituci¨®n.
Es cierto que la Iglesia, hace siglos, conden¨® y orden¨® cubrir muchos de esos desnudos masculinos. Pero de lo que no hay duda es de que, junto a los pechos prominentes de Eva en La creaci¨®n y de las sibilas en El juicio final, impera la presencia de beatos que ascienden y condenados que descienden, entre ellos Minos, un monarca mujeriego (hijo de Europa y Zeus) que tambi¨¦n aparec¨ªa en el Infierno de Dante. ¡°Quise darle el semblante de Biagio da Cesena¡±, maestro de ceremonias que trabajaba para el papa Paolo III, ¡°conocido por ser un violento sodomita¡±, lleg¨® a decir el pintor.
Quiz¨¢s no deber¨ªa ser noticia hablar de homosexualidad en el siglo XXI, pero Roma vive una realidad aparte. Es bella, contradictoria, anacr¨®nica y confusa, y cuenta con una sede de Quiiky, el primer turoperador gay friendly italiano. ¡°No hay mucho turismo extranjero, pero s¨ª, seguimos organizando la visita a la Capilla Sixtina para mostrar la homosexualidad en el Renacimiento y su influencia en el arte¡±, explica su directora, Giovanna Ceccherini.
En el libro In piena luce, nueve fot¨®grafos interpretaban los Museos Vaticanos. Uno de ellos, Martin Parr, no pas¨® por alto el Apoxi¨®meno, un efebo delicado y bello inundado y rodeado de personas que lo fotografiaban obsesivamente, autorretratos incluidos. Que fuera atractivo, sensual, dulce ¡ªy que adem¨¢s estuviera desnudo¡ª se hab¨ªa convertido en algo banal, superficial, manido. Una hoja en un bosque.
La pandemia, al menos en la Capilla Sixtina, brinda la posibilidad de cambiar de ojos al viandante, cuyos tel¨¦fonos con palos de selfis modernos le imped¨ªan ver hasta ahora los pechos, los besos, los penes. Vengan, vengan a ver y a comprobarlo.
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