Por una botella de agua
Dos voluntarias de la ONG 'No Name Kitchen' cuentan las vicisitudes de muchas familias para sobrevivir en el campo de Bihac (Bosnia y Herzegovina) y sus intentos de cruzar la frontera hacia la Uni¨®n Europea
Fuera de uno de los campos de refugiados en Bihac, algunas familias est¨¢n viviendo frente a las vallas que lo rodean. Tienen algunas tiendas de campa?a, pero no suficientes, y algunas lonas de pl¨¢stico y mantas para cubrirse. El d¨ªa anterior de este texto, unos periodistas vinieron a entrevistar a este grupo. La atenci¨®n p¨²blica importa, y una organizaci¨®n del campo les trajo su primera botella de agua en siete d¨ªas. Cuando los periodistas se marcharon, les quitaron la botella de agua, seg¨²n la familia cont¨®.
Maihan (nombre ficticio) est¨¢ aqu¨ª con su marido y dos hijos de edades muy peque?as. Los ni?os est¨¢n tranquilos, y tambi¨¦n lo est¨¢ el resto del grupo, aunque no se han podido lavar desde que volvieron de un intento de cruzar la frontera hacia la Uni¨®n Europea.
Maihan es joven, y consciente de sus derechos. Era profesora en Afganist¨¢n, y su marido era agente de polic¨ªa. Huyeron del peligro del grupo extremista Daesh. Su marido se subi¨® los pantalones para ense?arnos las cicatrices de diversas heridas de bala, testimonio de los peligros a los que se enfrentaban en su pa¨ªs de origen. Ella quiere que el mundo sepa lo que est¨¢ pasando aqu¨ª. Ya hace dos a?os que dejaron su pa¨ªs. Desde Afganist¨¢n a Bosnia, a trav¨¦s de Turqu¨ªa. ¡°Los ¨²ltimos dos meses han sido la peor parte. Antes, el problema eran las carreteras; ahora, en Bosnia, el problema son las personas¡±.
Su familia estuvo viviendo en el campo Borici en Bihac dos meses. Se marcharon con otra y otros siete j¨®venes para intentar llegar a Europa y poder solicitar asilo. Despu¨¦s de caminar cinco d¨ªas subiendo monta?as y atravesando bosques, fueron arrestados en Croacia. Describe el comportamiento de la polic¨ªa que los encontr¨® como ¡°buenos¡±, pero la fuerza de seguridad de las fronteras, a las que a menudo se refieren como ¡°comandos¡±, no lo fueron tanto. Dice que los comandos los golpearon y que hombres con perros polic¨ªa atacaban a todo el mundo. Los agentes les tiraron gas pimienta a los ni?os a los ojos, incluso al beb¨¦ y los cachearon a todos en busca de tel¨¦fonos, dinero y otras cosas valiosas. Agentes de polic¨ªa masculinos cachearon no solo a los hombres, sino tambi¨¦n a las mujeres y a los ni?os y ni?as para quitarles lo poco que llevaran encima. Maihan les pidi¨® a los hombres que no tocaran su cuerpo. La abofetearon y la cachearon igualmente.
Despu¨¦s de su devoluci¨®n en caliente a Bosnia, ahora est¨¢n en el mismo lugar de donde salieron, solo que ahora est¨¢n fuera del campo. Las nuevas leyes cantonales relacionadas con la cuarentena dicen que cualquier persona que vuelva de un intento de cruce debe permanecer aislada durante dos semanas, sin posibilidad de marcharse. El aislamiento suele ser completo, y la comida que reciben es tan mala, sin posibilidad de cocinar, que muchos prefieren dormir afuera, seg¨²n las mismas familias comentan.
Estos ¨²ltimos d¨ªas se han acostumbrado a que los despierte la polic¨ªa de Bosnia, hacia las cinco de la ma?ana, al grito de ¡°?Moveros! ?Fuera de aqu¨ª!¡±. De nuevo, les destruyen sus pocas pertenencias: les queman las tiendas, desaparecen sus cosas y sus zapatos. Mientras la polic¨ªa act¨²a, los guardias de seguridad del campo observan en silencio. En alg¨²n momento, las personas que viven fuera del campo huyen con la intenci¨®n de volver m¨¢s tarde, cuando sea m¨¢s seguro. En una ocasi¨®n, la polic¨ªa les llev¨® a Bosanska Otoka, una tierra de nadie entre dos regiones de Bosnia, un lugar donde los trasladan para enviar un mensaje pol¨ªtico de un lado a otro. Volvieron, de nuevo¡ 48 kil¨®metros a pie.
En la hierba, bajo los grandes ¨¢rboles, a pesar de la terrible situaci¨®n, la vida familiar contin¨²a. Otra mujer, madre de seis ni?os, no puede amamantar a su beb¨¦ de tres meses. Ya no le queda leche, pero lo sigue intentando. Una de sus hijas arregla el pelo de sus hermanas peque?as. Las mujeres se juntan, mientras algunos hombres descansan. Tendr¨¢n que quedarse despiertos para cuidar de sus familias durante la noche. Dicen que es probable que los ladrones o la polic¨ªa aparezcan durante la noche para hacerles da?o. Los hombres j¨®venes hablan juntos.
Cuando acabamos de hablar, Maihan se dio cuenta de que ten¨ªamos sed. Inmediatamente, le pidi¨® a su hijo que trajera una botella de agua, y nos llen¨® un vaso, que nos ofreci¨® con una sonrisa.
Marion Joan y Hannah Parry son voluntarias de No Name Kitchen en Bosnia y Herzegovina.
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