Rebecca Solnit: ¡°Trump es un cruce entre un payaso ebrio y un posible Franco¡±
Reivindica una vida m¨¢s profunda: menos enfrentamientos, m¨¢s autoconocimiento y m¨¢s hermandad. Con 25 ensayos se ha convertido en una de las voces de la resistencia estadounidense. Tras demostrar que uno se encuentra cuando se pierde o explicar el machismo condescendiente, su ¨²ltimo libro habla de encontrar lo maravilloso en lo terrible. Ilustra c¨®mo la solidaridad ha funcionado durante cat¨¢strofes como el terremoto de Ciudad de M¨¦xico en 1985 o los atentados del 11-S.
Autora de Wanderlust, un ensayo pionero sobre el redescubrimiento del caminar; de Los hombres me explican cosas, sobre el machismo condescendiente, y de 24 t¨ªtulos m¨¢s, la estado?unidense Rebecca Solnit (59 a?os) es una ensayista todoterreno que rompe t¨®picos. Sostiene que ni las v¨ªctimas quedan desprotegidas ¡ªse organizan¡ª ni los poderes est¨¢n siempre para ayudar ¡ªtras el hurac¨¢n Katrina (2005) o el terremoto que asol¨® San Francisco en 1906, las fuerzas del orden fueron responsables de una sexta parte de los muertos¡ª. Habla de criminalizar a las v¨ªctimas y de sembrar el p¨¢nico para poder imponer la autoridad. En su ¨²ltimo libro, Un para¨ªso en el infierno (Capit¨¢n Swing), demuestra c¨®mo la transformaci¨®n personal y social m¨¢s profunda tiene lugar durante? las grandes cat¨¢strofes. ¡°O mejoramos como comunidad o nos autodestruiremos¡±, advierte desde San Francisco. Al otro lado de la pantalla, se muestra precisa, elocuente. Muy natural.
Pregunta. Hollywood dibuja desastres apocal¨ªpticos. Usted encuentra esperanza en el infierno.
Respuesta. La versi¨®n de la humanidad que he visto en las cat¨¢strofes no es la que nos cuentan. Somos una especie colectiva. Los animales sobreviven cooperando. Un beb¨¦ llora y lloran los dem¨¢s.
P.??Por qu¨¦ se perpet¨²a la idea de competencia?
R. A los reg¨ªmenes autoritarios les conviene que pensemos que la naturaleza humana es d¨¦bil, ego¨ªsta y violenta y que necesitamos una autoridad fuerte. En las cat¨¢strofes la mayor¨ªa de las personas se comportan bien, mientras que las ¨¦lites con frecuencia hacen lo contrario.
P. Cree ciegamente en la gente. ?No ha tenido malas experiencias?
R. Claro. Y he visto violencia contra las mujeres y racismo. Pero saco esperanza de lo que ha cambiado el mundo desde que nac¨ª. En los desastres que he estudiado, los que se comportan mal son quienes asumen que la gente actuar¨¢ mal para justificar su propio comportamiento. Fui a Nueva Orleans 14 veces tras el hurac¨¢n Katrina y vi m¨¢s solidaridad que peligro. Pero se contaron m¨¢s los miedos que los hechos en peri¨®dicos como The New York Times o The Washington Post, adem¨¢s de en la televisi¨®n. Parec¨ªa que solo estaban dispuestos a creer los peores clich¨¦s sobre el comportamiento barb¨¢rico. Esa imagen se convirti¨® en la excusa para enviar un despliegue militar en lugar de ayuda humanitaria. Nueva Orleans se convirti¨® en una prisi¨®n. Hab¨ªa polic¨ªa y vigilantes disparando a los negros continuamente. Unas 1.500 personas podr¨ªan no haber muerto tras ese hurac¨¢n.
P. Cuenta la misma historia con blancos y un siglo antes.
R. De los 3.000 muertos en el terremoto de San Francisco de 1906, 500 murieron a manos de las fuerzas del orden.
P. ?La autoridad siempre se equivoca y la sociedad siempre es maltratada?
R. No, pero hay un patr¨®n generalizable sobre c¨®mo la gente corriente y el poder responden ante el desastre.
P. ?Qu¨¦ lleva al abuso de autoridad?
R. La ideolog¨ªa. No creer en la humanidad permite a muchos individuos justificar su propio comportamiento violento. Dicen estar protegiendo la vida de los dem¨¢s cuando est¨¢n garantizando el statu quo.
P. Critica la ceguera de la prensa.
R. Estaba todo a la vista en Nueva Orleans. Y lo que ocurri¨® no es lo que se cont¨®. Las v¨ªctimas ¡ªque perdieron sus casas¡ª fueron convertidas en depredadores. La polic¨ªa destruy¨® las reservas de bares cerrados para evitar ¡ªdijeron¡ª el pillaje. Es la naturaleza del periodismo: mil personas solidarias no son noticia; una malvada, s¨ª, y al ver a alguien en un peri¨®dico sentimos como si representara a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. En EE UU los asesinos son mayoritariamente blancos. Pero se evita verlo como mayor¨ªa. La violencia contra las mujeres es una epidemia y, a pesar de los avances, no tratarlo como epidemia lleva a que cada vez que un exnovio mata a su expareja nos sorprendamos. Hoy hablamos por fin de este patr¨®n como algo habitual, no como una excepci¨®n.
P. Usted es periodista.
R. Jam¨¢s estar¨ªamos hablando de feminismo, es decir, de igualdad, sin tantas mujeres escribiendo en peri¨®dicos.
P. ?Por qu¨¦ hay tanta gente pobre apoyando a gobernantes autoritarios?
R. Todo en la sociedad estadounidense se ha construido para que se crea que no podemos confiar los unos en los otros y que necesitamos que los gobernantes impongan el orden. Pero movimientos como Black Lives Matter demuestran la extrema falta de confianza que una gran parte de la poblaci¨®n tiene en la autoridad. Cuando le das a la gente demasiada autoridad, termina justificando el uso de la violencia para mantener el orden. Y eso no es orden, es miedo.
P. ?Toda la polic¨ªa es corrupta?
R. Aqu¨ª la polic¨ªa es como una pandilla, si te unes a ellos aceptas sus normas. Y sus normas pasan por usar la violencia y reprimir a ciertos sectores, como si los negros fueran una amenaza por el mero hecho de existir.
P. ?Sin excepci¨®n?
R. Hemos visto c¨®mo disparan a hombres desarmados por la espalda. Usted quiere que modere el discurso, y claro que hay excepciones como mujeres negras polic¨ªas, pero en Estados Unidos la polic¨ªa es sobre todo una organizaci¨®n que se protege a s¨ª misma antes que a nadie. Sus sindicatos velan por preservarse de las consecuencias de sus errores, justificar la violencia y construir una cultura blanca y supremacista. Como sociedad, estamos debatiendo si queremos seguir as¨ª o no.
P. Durante la pandemia, Donald Trump ha desobedecido a la autoridad.
R. Es divertido. Los hombres protestantes han acaparado aqu¨ª el poder durante 240 a?os. Pero la posible llegada al poder de personas no blancas o no cristianas les hace verse a s¨ª mismos como una minor¨ªa oprimida. Toda la carrera pol¨ªtica de Trump apela a eso: no a mantener el poder ¡ªque es algo leg¨ªtimo¡ª, sino a impedir que nadie con otro color, religi¨®n o sexo acceda a ¨¦l. Pero nuestro futuro demogr¨¢fico es otro: no habr¨¢ una mayor¨ªa blanca y protestante.
P. ?Qu¨¦ va a pasar el martes?
R. Si las elecciones son limpias, es casi imposible que Trump gane.
P. Parec¨ªa imposible en 2016.
R. Eso hizo confundir el 85% de posibilidades de Hillary Clinton con un 100%. Mucha gente pens¨® que no hac¨ªa falta votar porque ella no les gustaba. Luego se sorprendieron.
P. ?Usted no?
R. No. Lo inesperado pasa continuamente. Trump gan¨® porque, con propuestas racistas y mis¨®ginas, la televisi¨®n lo present¨® como un triunfador: el hombre de ¨¦xito hecho a s¨ª mismo. Hoy el pa¨ªs est¨¢ peor. Muchas personas lo han abandonado. Si las elecciones son libres y justas, Joe Biden y Kamala Harris vencer¨¢n. Pero est¨¢ claro que Trump no aspira a ganar unas elecciones justas. Se propone construir el caos y beneficiarse de ¨¦l. Por eso la pregunta es: ?habr¨¢ violencia generalizada si pierde o se respetar¨¢ el deseo mayoritario?
P. ?De qu¨¦ depende?
R. De la resistencia civil pac¨ªfica, del comportamiento de los dem¨®cratas y de que los republicanos est¨¦n, o no, dispuestos a apoyar un golpe de Estado ilegal. He estudiado la guerra civil espa?ola y veo que Trump es un cruce entre un payaso ebrio y un posible Franco. No es suficientemente disciplinado para ser autoritario, pero le encantar¨ªa dejar de regirse por la Constituci¨®n y convertirse en dictador para ser sucedido por sus hijos.
P. Considera las redes sociales el crac de esta generaci¨®n.
R. Uno acaba perdiendo el control sobre uno mismo. Bolsonaro fue presidente de Brasil gracias a YouTube.
P. Sus conferencias est¨¢n en YouTube y estamos hablando por Skype.
R. Una excavadora puede construir un orfanato o ir contra la gente. No es la herramienta, es para lo que se usa. A esas empresas no les molesta vender sus herramientas a individuos que pretenden destruir la prensa o la diversidad. No impiden que los negacionistas del cambio clim¨¢tico las usen. Siempre he estado orgullosa de lo que San Francisco representaba en EE UU: ecologismo, derechos de los homosexuales¡, y ahora somos conocidos por Facebook, Google o Apple, que han violado la intimidad de sus usuarios y han desinformado.
P. En sus libros habla del amor p¨²blico frente al amor privado.
R. No estoy contra el amor entre individuos, pero lo hemos idealizado ¡ªla mitad de las pel¨ªculas de Hollywood son romances¡ª de una manera que no hemos celebrado el amor p¨²blico. Quise estudiar cu¨¢nto necesitamos pertenecer a una comunidad. La vida gana sentido con esa relaci¨®n. Los desastres acercan la utop¨ªa colectiva.
P. La utop¨ªa es inalcanzable por definici¨®n.
R. Claro. No hay utop¨ªa, hay momentos ut¨®picos. Eduardo Galeano dice que uno camina hacia ella pero no consigue llegar. Ese camino nos mejora. En M¨¦xico, tras el terremoto de 1985, gran parte de la poblaci¨®n valor¨® los lazos civiles y desconfi¨® de la autoridad. Terminaron rompiendo el monopolio del PRI. Si crees que la utop¨ªa se puede alcanzar, hablas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, donde ya hemos visto qu¨¦ ocurre. Pero es importante recordar la satisfacci¨®n que hallamos al ayudar y ser ayudados.
P. William James describi¨® la solidaridad como una energ¨ªa dormida que despierta en situaciones extremas. ?C¨®mo la descubri¨® usted?
R. Ten¨ªa 15 a?os cuando en San Francisco sufrimos una sequ¨ªa. De aquello recuerdo m¨¢s solidaridad que falta de agua. Lo mismo tras el terremoto de 1989. Era como si todo el mundo supiera lo que ten¨ªa que hacer: ayudar. Yo misma me transform¨¦: se me olvid¨® con qui¨¦n estaba enfadada. Al investigar sobre el terremoto de 1906 comprob¨¦ que hab¨ªa pasado lo mismo. Cuando lleg¨® el hurac¨¢n Katrina decid¨ª ir a ver qu¨¦ pasaba. El desastre ilumina. Creemos que nuestros problemas son personales, pero son colectivos. Oxfam ha advertido de grandes cat¨¢strofes. Es mejor que las afrontemos unidos.
P. En esta segunda ola de coronavirus muchos contagios se producen en fiestas.
R. Nos comportamos de acuerdo con nuestras creencias. Si crees en el bien colectivo, te pones mascarilla. Si defiendes la libertad individual por encima del cuidado de unos a otros, la rechazas.
P. Como su presidente.
R. Exacto. La extrema derecha ha convertido aqu¨ª las mascarillas en una forma de opresi¨®n. Pero tambi¨¦n hay un colectivo de mujeres de origen asi¨¢tico que ha cosido m¨¢s de 100.000 para grupos vulnerables.
P. Muchas cat¨¢strofes nos igualan, pero el coronavirus no: hay personas que no pueden teletrabajar.
R. Cualquier desastre es peor para los pobres. Si un terremoto destroza tu casa, ?qui¨¦n va a poder pagarse un hotel? Ahora hay gente acostumbrada al servicio dom¨¦stico que ha tenido que convertirse en profesora de sus hijos. Su vida ha sido muy diferente a la de quienes decidimos no tener hijos. La mayor¨ªa de las mujeres ha soportado m¨¢s peso que los hombres porque casi todos ellos no asumen a¨²n el 50% del trabajo dom¨¦stico. Debemos afrontarlo incluso si somos nosotras las que los excusamos. Una mujer nunca hace bastante. Y cualquier cosa que haga el hombre para la casa es maravillosa, heroica.
P. En sus ensayos mezcla el alzh¨¦imer de su madre con el Che Guevara. ?Es una forma de esconderse?
R. La psicolog¨ªa y el psicoan¨¢lisis nos han llevado a contar historias de una manera egoc¨¦ntrica, desconectando de lo que nos rodea. El individualismo es una ficci¨®n. F¨ªsica, ecol¨®gica, nutritiva, laboral e intelectualmente los humanos formamos redes. Explico nuestra historia entretejida con otras. Trato de demostrar que no somos solo lo que pasa por nuestra cabeza.
P. El alzh¨¦imer transform¨® su relaci¨®n con su madre.
R. Mucha de su memoria era resentimiento y expectativas poco realistas sobre m¨ª. Hab¨ªa crecido en una cultura que consideraba que una madre existe para cuidar a sus hijos y una hija para cuidar a su madre. Quer¨ªa que fuera su madre, su cuidadora y su mejor amiga. Y tambi¨¦n quer¨ªa poder sacar su rabia conmigo porque no se atrev¨ªa a enfrentarse a los hombres. Cuando perdi¨® la memoria, perdi¨® tambi¨¦n ese enfado. Y empez¨® a tratarme como a mis hermanos. Una historia puede ser una puerta de escape, pero tambi¨¦n una prisi¨®n que te enjaule.
P.?Que se sintiera discriminada como ni?a ?la empuj¨® a mirar a quienes son discriminados?
R. Para un ni?o es muy dif¨ªcil darse cuenta de que las cosas pueden ser de otra manera porque quien no te est¨¢ tratando bien es quien, a su vez, te est¨¢ ense?ando valores. Pero me interes¨¦ por lo que se dejaba de contar. Vivir en un barrio mayoritariamente habitado por negros cuando ten¨ªa 19 a?os me hizo ver. Llegu¨¦ all¨ª porque era barato y necesitaba irme de casa. Me qued¨¦ 25 a?os. Aprend¨ª mucho sobre prejuicios. Cuando crec¨ª, nos aseguraban que los nativos americanos hab¨ªan desaparecido y que no hab¨ªan sido muchos, pero en 1992 se rebelaron contra el quinto centenario de la llegada de Crist¨®bal Col¨®n a Am¨¦rica. Fueron conquistando derechos, incluido el de ser visibles. Eso cambi¨® la historia. Y me dio esperanza. Gente que ha sido oprimida durante siglos pas¨® de sobrevivir a intentar contar su historia y por lo tanto a cambiar la historia con may¨²scu?las. El trabajo no ha acabado. Pero he visto ¨¦xitos en busca de la verdad.
P. Se fue a vivir a Par¨ªs con 17 a?os.
R. Quer¨ªa una educaci¨®n mejor¡ y tambi¨¦n alejarme de mi familia y de un novio que ten¨ªa.
P. ?Qui¨¦n le pag¨® el viaje?
R. Recib¨ª una herencia de 2.000 d¨®lares y ped¨ª prestado a un hermano. En Par¨ªs trabaj¨¦ y viv¨ª con 150 d¨®lares al mes. Se podr¨ªa decir que me fui de casa.
P. The New Yorker escribi¨® que es una hu¨¦sped de la pobreza, no una habitante.
R. Es cierto que crec¨ª como clase media. Pero al irme con 17 a?os conoc¨ª la escasez. Aunque era m¨¢s f¨¢cil ser pobre y la vivienda era barata, viv¨ª gastando lo m¨ªnimo. Hoy valoro este tiempo como una escuela. Me doy cuenta de que mucha gente que me rodea no aprecia lo que representa poderse comprar un s¨¢ndwich sin pens¨¢rselo dos veces. La pobreza es una trampa que genera mucha ansiedad, pero te obliga a elegir constantemente. Los pobres toman decisiones a diario.
P. Ha escrito que si hubiera tenido marido, o hijos, no habr¨ªa podido escribir sus 25 ensayos.
R. ?Tal vez con un marido que no esperara que le hiciera el desayuno¡ He publicado mucho porque he trabajado mucho, pero no he tenido las responsabilidades que otras personas quieren.
P. Thoreau escribi¨® que no nos encontramos hasta que estamos perdidos. En Wanderlust habla de esa necesidad.
R. Caminar por la naturaleza te lleva a conocerte. Hacerlo por una ciudad te lleva a conocer a otros.
P. ?Qu¨¦ necesita uno para perderse?
R. Confiar en s¨ª mismo. Estar dispuesto a ir m¨¢s all¨¢ de lo que conoce. Los tel¨¦fonos inteligentes han hecho que se obedezca a las m¨¢quinas. Probar otra cosa es enriquecedor. Descubrir el mundo es descubrirse a uno mismo.
P. ?Es feliz?
R. No soy fan de la felicidad. Mucha gente cree que deber¨ªa ser un estado ininterrumpido al que se llega evitando cualquier problema. Eso hace que ignoren las injusticias y el sufrimiento ajeno. Muchos infelices no saben reconocer que necesitan implicarse con los dem¨¢s porque no es un valor que hoy se celebre y creen que el sentido llegar¨¢ a sus vidas con experiencias personales en lugar de involucrarse con los dem¨¢s. Comprometerse con otros seres es muy contrario a la cultura capitalista individualista, que parece decir que solo necesitamos cosas bonitas.
P. ?Qu¨¦ siente tratando de mejorar la vida de los dem¨¢s?
R. Un sentido que va m¨¢s all¨¢ de la felicidad. Hace poco muri¨® la juez Ruth Bader. ?Fue feliz? Seguro que no pas¨® tanto tiempo como otras personas organizando p¨ªcnics o compr¨¢ndose vestidos, pero creo que siempre sinti¨® que su vida estaba contribuyendo a mejorar la sociedad. Tendemos a preguntarnos si nos quieren en lugar de plantearnos si amamos lo que nos rodea.
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