La arque¨®loga que encontr¨® a los romanos en la Vasconia irreductible

Desde que explor¨® una asombrosa galer¨ªa en Gipuzkoa con 22 a?os, Mertxe Urteaga ha demostrado la importancia de la colonizaci¨®n romana en la zona monta?osa del Pa¨ªs Vasco, pese al persistente mito del enclave sin conquistar
A sus 22 a?os, la arque¨®loga Mertxe Urteaga plane¨® una exploraci¨®n secreta por el subsuelo de las Pe?as de Aya (Gipuzkoa). Aprovech¨® un fin de semana, cuando no hab¨ªa gente trabajando en las minas de Arditurri, para dirigir al ge¨®logo Txomin Ugalde y al historiador Ricardo Berodia en la b¨²squeda de una rendija hacia el tesoro: hacia una galer¨ªa romana en este territorio vasc¨®n que en teor¨ªa los romanos nunca hab¨ªan conquistado.

Era 1982, la Real Compa?¨ªa Asturiana de Minas explotaba el coto de Arditurri y acababa de ofrecer al Ayuntamiento de Oiartzun una peque?a joya: un tramo de galer¨ªa romana que podr¨ªa abrirse al p¨²blico. Urteaga, una reci¨¦n licenciada que trabajaba en los archivos del municipio, arrug¨® la nariz. Hab¨ªa visto fotos sacadas por los ingenieros en las minas, hab¨ªa le¨ªdo informes que acumulaban polvo de dos siglos y sospech¨® que la empresa ofrec¨ªa ese caramelo, en un paraje remoto y sin valor econ¨®mico, para distraer la atenci¨®n de la maravilla que escond¨ªan aquellas monta?as: una asombrosa red subterr¨¢nea excavada hac¨ªa 2.000 a?os.
¡°La empresa conoc¨ªa los informes de Thalacker en 1803 o de Gascue en 1897 en los que se hablaba de una gran infraestructura romana, y conoc¨ªa las bocas de muchas de aquellas minas¡±, explica. ¡°Les serv¨ªan para llegar a los filones y seguir explot¨¢ndolos. Pero no dec¨ªan nada porque no quer¨ªan arque¨®logos incordiando. Y en el mundo acad¨¦mico nadie hac¨ªa caso al asunto. El mito de que los vascones de la zona monta?osa hab¨ªan rechazado a los romanos estaba muy extendido, era una clave para explicar la pervivencia de la lengua vasca¡±.

Cuarenta a?os despu¨¦s, la guipuzcoana Urteaga nos gu¨ªa por la vaguada de Arditurri para mostrarnos el paraje en el que ella y sus compa?eros empezaron a agrietar el mito. En el regazo de las imponentes muelas de granito de las Pe?as de Aya se cuela por una galer¨ªa de dimensiones humanas: 1,80 metros de altura aproximada, una anchura que se puede abarcar con los codos desplegados y una forma suave y abovedada t¨ªpica de los romanos, que encend¨ªan fogatas para fragmentar la roca y luego retocaban el t¨²nel con picos.
¡°Enseguida percibimos la mano romana, fue muy emocionante¡±, dice, mientras acaricia la roca tallada, se?ala huecos donde los mineros depositaban lamparitas de aceite, muestra el canal que sigue desaguando, explica hallazgos de bateas de madera, picos de hierro, tejidos impermeables de lana con pelo: ropa de minero. ¡°La sensaci¨®n de avanzar por el interior de la tierra es muy intensa, te adentras en lo m¨¢s profundo y de pronto descubres una huella humana de hace milenios¡ A m¨ª este sitio me maravilla. Percibes el plan minucioso para acceder hasta el fil¨®n, las rectificaciones en el trazado de la galer¨ªa, la inclinaci¨®n para que desag¨¹e. Es una construcci¨®n en negativo, un vac¨ªo escult¨®rico. Parece una obra de Oteiza¡±.

Al cabo de 50 metros, esta galer¨ªa horizontal conecta con otra diagonal muy inclinada por la que penetraron los prospectores romanos. Cuando encontraron el fil¨®n, los top¨®grafos tuvieron que determinar el nivel en el que deb¨ªan perforar la segunda galer¨ªa, la horizontal en la que trabajar¨ªan los mineros, por la que ahora caminamos. Una hip¨®tesis dice que enlazaban docenas de metros de intestinos de gato hasta el exterior y los llenaban de agua: as¨ª pod¨ªan ver desde fuera el nivel exacto del fil¨®n subterr¨¢neo.
Urteaga sostiene que la cultura vasca no sobrevivi¨® a pesar de los romanos, sino gracias a ellos
La Compa?¨ªa Asturiana cerr¨® las minas en 1984 y dej¨® campo libre para los arque¨®logos. Solo en Arditurri encontraron m¨¢s de 40 zonas de explotaci¨®n romana, incluidas obras tan complejas como un acueducto subterr¨¢neo de 425 metros que desaguaba las filtraciones ¨Cy las sigue achicando¨C para que los mineros trabajaran 15 metros por debajo del r¨ªo. ¡°Cuatrocientos hombres durante 200 a?os no hubiesen sido suficientes para horadar todas estas galer¨ªas¡±, escribi¨® el ingeniero Thalacker en 1803. Los arque¨®logos descubrieron m¨¢s explotaciones romanas en el entorno de las Pe?as de Aya, tanto en Gipuzkoa como en Navarra, y as¨ª confirmaron la importancia de aquel distrito minero, uno de los principales productores de plata, hierro y cobre de la provincia Tarraconensis. Convencidos de que la ocupaci¨®n romana debi¨® de ser mucho m¨¢s intensa de lo que se cre¨ªa, Urteaga y sus compa?eros del centro Arkeolan buscaron y hallaron otra gran sorpresa en pleno centro de Irun.
En 1992, aprovechando unas obras en la calle de Santiago, pidieron permiso al Ayuntamiento para buscar restos de un puerto romano. ¡°Les daba la risa. Pero hicimos varios sondeos, el cazo de la excavadora iba sacando montones de limo negro y de repente solt¨® un mont¨®n de piezas de cer¨¢mica romana. ?Tremendo! Encontramos miles de fragmentos, estructuras de madera, amarres¡ Era un puerto con muelles, almacenes, aduanas, un punto por el que circulaban salazones del Mediterr¨¢neo Oriental, cereales y vino del valle del Ebro, aceite de la B¨¦tica¡ Justo ahora estoy con una investigaci¨®n en la que planteo que el puerto ten¨ªa una fachada monumental, para mostrar la importancia de la ciudad¡±.

Debajo de Irun estaba Oiasso, la ciudad de los vascones que mencionaban los ge¨®grafos cl¨¢sicos, con el puerto, las necr¨®polis y las termas que han ido desenterrando los arque¨®logos, con trazas de templos y teatros que a¨²n no han aparecido. ¡°Algunas personas se acercaban a la excavaci¨®n y nos tomaban el pelo: ¡®Pero a ver, chicas, ?todav¨ªa no sab¨¦is que los romanos nunca llegaron aqu¨ª?¡¯. Un se?or pasaba todos los d¨ªas junto a la excavaci¨®n y nos insultaba¡±.
¡ª?Y eso?
¡ªA algunos, nuestros descubrimientos les sentaban fatal porque les romp¨ªamos una idea de su identidad: ¡°Los romanos nunca ocuparon este pa¨ªs, los vascones se resistieron, por eso somos un pueblo peculiar con una lengua ¨²nica¡¡±. Ese mito estaba muy arraigado. Algunas personas del mundo cultural y acad¨¦mico tambi¨¦n nos trataban como si estuvi¨¦ramos cometiendo una traici¨®n.
¡°La empresa minera no quer¨ªa arque¨®logos incordiando y en el mundo acad¨¦mico no se hac¨ªa caso al asunto¡±
Ella sostiene que la cultura vasca no sobrevivi¨® a pesar de los romanos, sino gracias a ellos. ¡°Su ej¨¦rcito era imparable, se instalaron en las zonas vasconas que les interesaban y los dirigentes nativos probablemente se integraron en el imperio para recibir ventajas: cargos pol¨ªticos, negocios, nivel de vida. Gracias a los romanos, recibieron un cursillo de actualizaci¨®n acelerado. En un par de siglos adoptaron la escritura latina, las t¨¦cnicas m¨¢s avanzadas de construcci¨®n y agricultura, el urbanismo, el arte, la higiene, todo lo que otras civilizaciones hab¨ªan desarrollado durante milenios. Hubo culturas que se quedaron al margen de esas modernizaciones y desaparecieron¡±.
El pasado no existe, dice Urteaga. Siempre vivimos en el presente, son las ideas del presente las que modelan nuestra visi¨®n del pasado. El de Oiasso era el primer puerto romano de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica que ve¨ªa la luz, no hab¨ªa m¨¢s de una docena en todo el mundo, se trataba de un tesoro, pero deb¨ªan apostar por la divulgaci¨®n para que la sociedad vasca fuera entendiendo su valor. Contaban con unas pruebas arqueol¨®gicas consistentes y el apoyo de las instituciones p¨²blicas. Dieron conferencias, abrieron el Museo Oiasso, todos los a?os organizan un festival de cine arqueol¨®gico, otro de espect¨¢culos romanos¡

Hace unos a?os, Mertxe Urteaga conversaba durante un recorrido en tren con una se?ora de Irun. ¡°Me pregunt¨® en qu¨¦ trabajaba, le dije que era arque¨®loga y me contest¨®: ¡®Ah, sabes que Irun fue una ciudad romana, ?no?¡¯. Pens¨¦: ¡®Ya est¨¢, lo hemos conseguido¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.