Todav¨ªa en 2020
Las ansiedades y depresiones se han disparado, el insomnio y las pesadillas, el ¨¢nimo est¨¢ agotado. Pero hay que aguantar algo m¨¢s
Hace no demasiado ¡ªquiz¨¢ en 2018¡ª establec¨ª una comparaci¨®n entre los a?os transcurridos de este siglo y los correspondientes del pasado, y, admitiendo cu¨¢n mal nos pintaba todo, me daba con un canto en los dientes por no haber padecido nada equiparable a la Primera Guerra Mundial y a la gripe de 1918-1920, que mat¨® entre 50 y 100 millones de personas. No pod¨ªamos imaginar que algo semejante a aquella epidemia se iba a abatir sobre el mundo en 2020. Confiemos en que los fallecidos por coronavirus, con ser ya muchos, no se aproximen a los de 100 a?os atr¨¢s, aunque ahora la Tierra est¨¦ abarrotada de la gente m¨¢s atolondrada, ego¨ªsta y temeraria de la historia.
La incapacidad de renunciar a nada se est¨¢ viendo ya en la temporada ¡°prenavide?a¡±. El primer¨ªsimo fin de semana de este mes las calles c¨¦ntricas y comerciales se atestaron como si aqu¨ª nada ocurriera. Se advirti¨® que las pr¨®ximas semanas son cruciales y que, lejos de relajarlas, hay que extremar las precauciones si no queremos una tercera ola brutal en enero. Ha sido en vano: ¡°Ay, es que tenemos que salir a comprar y a tomar algo con amigos¡±; ¡°Ay, c¨®mo vamos a quedarnos sin fiestas¡±; ¡°Ay, c¨®mo no vamos a besarnos en Nochevieja¡±. Uno se pregunta qu¨¦ m¨¢s necesitan para entender, demasiados individuos. Si un a?o no hay eso, tampoco es grave, y el perjuicio de que lo haya es descomunal, para el pa¨ªs y para cada uno. ?Semanas de hospital, si no algo peor, por trasiegos familiares con achuchones o unas copitas amistosas? En verdad carece de parang¨®n el grado de tonter¨ªa y de intolerancia a m¨ªnimas frustraciones. A la vez, las autoridades proh¨ªben y hacen cuanto est¨¢ en su mano para que se desobedezcan las prohibiciones. Si la iluminaci¨®n de las calles, los mercadillos, los horrendos ¨¢rboles falsos y los belenes atraen a las masas y las incitan a aglomerarse, ?por qu¨¦ diablos los han colocado? Los alcaldes que han incurrido en eso ¡ªlos de Madrid y Vigo a la cabeza¡ª deber¨ªan ser llevados ante el juzgado de guardia, por imprudencia con probabilidad homicida.
Ha sido un a?o raro y triste, obviedad insoslayable. Saber que de aqu¨ª a un tiempo la epidemia habr¨¢ pasado ¡ªcomo ocurri¨® con las de siglos peor preparados¡ª no consuela mientras dura, porque nadie sabe a qui¨¦n le tocar¨¢ sufrirla antes de su cura o su marcha. Comprendo los anhelos de normalidad, tras once meses de temor, pena, incomodidades, sin ver a los nuestros, confinados en casa o saliendo poco, buscando qu¨¦ hacer con nosotros mismos. Las ansiedades y depresiones se han disparado, el insomnio y las pesadillas, el ¨¢nimo est¨¢ agotado. Pero hay que aguantar algo m¨¢s. Cierto que en marzo confi¨¢bamos en que ese ¡°m¨¢s¡± fuera breve. Cada mes que transcurre confiamos en lo mismo. Pero es que es as¨ª como se sale adelante. Han enfermado o muerto personas que apreciaba enormemente (no todas por el virus, en absoluto), y a los dem¨¢s les habr¨¢ sucedido otro tanto. S¨¦ de gente que lleva todo este tiempo sin concentrarse en nada, pasando las horas, esperando inactiva o semiparalizada. Tambi¨¦n s¨¦ de otra con gran entereza, que, sabi¨¦ndolo o no, ha seguido la recomendaci¨®n de Burke que con anterioridad he citado: ¡°No desesper¨¦is jam¨¢s. Y si desesper¨¢is, continuad trabajando¡±. He procurado aplic¨¢rmela: en 2020 he escrito 403 p¨¢ginas de Tom¨¢s Nevinson, que, como cont¨¦, termin¨¦ a finales de octubre, y adem¨¢s 58 art¨ªculos o similares. No me basta, con todo, para darme por contento: una de nuestras maldiciones, supongo que como especie, es que nos cuesta decirnos: ¡°Con esto he cumplido. Voy a descansar, o a jubilarme¡±. Ese es mi caso al menos.
Pero no se me escapa que deber¨ªa congratularme un poco, si pienso en los que se han sentido sencillamente superados o impotentes. He permanecido activo, he logrado abstraerme a ratos, he alcanzado un leve equilibrio. He vuelto a ver pel¨ªculas inolvidables que ten¨ªa borrosas. He le¨ªdo bueno y malo, he o¨ªdo m¨²sica ¡ªlas escasas obras de Jean Gilles con insistencia, que a¨²n suenan a los 315 a?os de su muerte, entre las que hay un R¨¦quiem alegre¡ª. He paseado por una ciudad m¨¢s agradable y humana de lo que ven¨ªa si¨¦ndolo, con la demente invasi¨®n tur¨ªstica. S¨¦ que eso ha da?ado a incontables negocios, pero hay que encontrar modestas ventajas a lo que no tiene ninguna. He hablado m¨¢s con las pocas personas que veo, mi excelente ayudante Mercedes, mi ¡°housekeeper¡± Aurora (mucho m¨¢s que una asistenta), la portera Lola, la panadera Fanny, el fotocopista Arturo, que habr¨¢ de cerrar a fin de a?o, mi amigo Tano, mi editora Pilar, mi m¨¦dico y compa?ero Jos¨¦ Manuel, atent¨ªsimo; y por supuesto mi mujer, Carme, con la que pas¨¦ confinado 4 meses y a la que ahora hace 3 largos que no veo¡ Todos me han dado alegr¨ªa, y sentido a mi d¨ªa a d¨ªa. Uno se conforma con lo que tiene, en todas las circunstancias. Y, por absurdo que suene, s¨¦ que, cuando esto acabe, habr¨¢ aspectos de este infausto periodo que echar¨¦ de menos. Como me considero corriente, estoy seguro de que no ser¨¢n pocos los que pensar¨¢n: ¡°En algunos sentidos no est¨¢bamos tan mal, despu¨¦s de todo¡±. Respir¨¦ aliviado cuando 2019 lleg¨® a su fin, para m¨ª no fue buen a?o. Espero que esta vez el alivio al despedir 2020 nos resulte a todos justificado¡
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