Un mundo con ansiedad, miedo y estr¨¦s
El encierro, el duelo y la crisis econ¨®mica doblar¨¢n el n¨²mero de personas con problemas psicol¨®gicos, seg¨²n la OMS
Si se pudieran auscultar las emociones, todos los fonendoscopios del planeta escuchar¨ªan dos: miedo e incertidumbre. La amenaza hasta ahora circunscrita a fechas funestas (11-S, 11-M) o localizada en pa¨ªses casi siempre lejanos, casi siempre pobres, ha tomado, con su avance invisible y letal ¡ª160.766 muertos hasta el 19 de abril¡ª una dimensi¨®n planetaria, desconocida en el ¨²ltimo siglo. La nueva peste ha irrumpido en el centro de la pr¨®spera Europa y de la superpotencia americana con una virulencia y celeridad de la que nadie, as¨ª se encuentre confinado en un lujoso ¨¢tico o en una humilde vivienda, puede considerarse a salvo. Y esa s¨²bita falta de certeza, ese temor, solo es el comienzo de otra crisis sanitaria que se cebar¨¢ en nuestras cabezas, aseguran varios especialistas en salud mental, algunos con amplia experiencia en cat¨¢strofes y guerras.
El epidemi¨®logo e investigador de los efectos mentales de las grandes emergencias Sandro Galea, decano de la Escuela de Salud P¨²blica de Boston, afirma: ¡°Esta crisis es un acontecimiento traum¨¢tico masivo sin precedentes, mayor que ning¨²n otro por su dimensi¨®n geogr¨¢fica¡±. La sacudida se ve magnificada en los que enferman (m¨¢s de dos millones solo con las cifras oficiales), en las familias golpeadas por las muertes y en quienes ya se encuentran con los bolsillos vac¨ªos. ¡°Habr¨¢ una avalancha de trastornos del ¨¢nimo y de ansiedad en los pr¨®ximos meses y a?os en todo el mundo¡±, pronostica este experto, ¡°eso incluye depresi¨®n, ansiedad, estr¨¦s postraum¨¢tico, mayor consumo de alcohol y violencia machista. Todo ello tendr¨¢ grandes consecuencias econ¨®micas y sociales¡±. La OMS estima que una de cada cinco personas padecer¨¢ una afectaci¨®n mental, el doble que en circunstancias normales.
?Qu¨¦ va a pasar? ?Me contagiar¨¦? ?Tendr¨¦ trabajo? ?C¨®mo estar¨¢ mi madre? ?La volver¨¦ a ver? La psic¨®loga Sara Li¨¦bana escucha constantemente preguntas como estas, repetidas por comunicantes insomnes, en el tel¨¦fono que ofrece el Ministerio de Sanidad. ¡°Es lo m¨¢s extraordinario que hemos vivido¡±, exclama esta profesional experimentada en la atenci¨®n a v¨ªctimas del terrorismo, ¡°no solo porque ocurre a nivel mundial, sino por esa masiva sensaci¨®n de incertidumbre, en todo, la salud, el trabajo, los estudios, las becas, vivimos en ese estr¨¦s, esa ansiedad¡ Ahora somos una sociedad que se hace preguntas¡±. Su colega psiquiatra Carmen Moreno, del Hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid, insiste: ¡°No termina y no sabemos cu¨¢ndo va a terminar. Se dan recomendaciones que cambian de un d¨ªa para otro, eso genera incertidumbre y desprotecci¨®n, golpea a todo el mundo por igual, es algo impredecible. Y el ser humano necesita predictibilidad¡±.
Esa sociedad que se hace preguntas, la sociedad de quienes temen y quienes se duelen (los enfermos y los deudos de los muertos) lleva m¨¢s de un mes encerrada. Y eso no est¨¢ libre de efectos secundarios. ¡°Me paso el d¨ªa dici¨¦ndole a la gente que no se ha vuelto loca¡±, asegura el psic¨®logo Fernando Egea, ¡°que la irritabilidad, los cambios de ¨¢nimo y el insomnio son reacciones normales¡±. As¨ª lo avala una revisi¨®n reciente de The Lancet. Estamos con el ¨¢nimo bajo (a un 73% le pasa, seg¨²n uno de los estudios) e irritables (57%). La cuarentena provoca confusi¨®n, ira y s¨ªntomas de estr¨¦s postraum¨¢tico (esas pesadillas y flashbacks que reviven la experiencia dolorosa, acompa?adas de hipervigilancia y anestesia emocional), seg¨²n la mayor¨ªa de investigaciones. ¡°Las circunstancias m¨¢s estresantes¡±, se?alan los autores, ¡°son el confinamiento prolongado, el miedo a infectarse, la frustraci¨®n, el aburrimiento, la falta de alimentos o productos b¨¢sicos, una informaci¨®n inadecuada, p¨¦rdidas econ¨®micas y estigma¡±. El aislamiento tambi¨¦n ha cambiado el paradigma dom¨¦stico. ¡°Nos plegamos en torno a la familia, como en una especie de vuelta a las cavernas, restableciendo v¨ªnculos y volviendo a una forma muy b¨¢sica de relaci¨®n para protegernos de esta guerra rara¡±, reflexiona el psiquiatra Enrique Garc¨ªa Bernardo, ¡°en la que muere mucha gente, vivimos en la incertidumbre, adapt¨¢ndonos, con la paradoja de que se vuelven a o¨ªr los p¨¢jaros mientras muere tanta gente, conteniendo el aliento para que no nos pille¡±.
La brutal irrupci¨®n de la crisis ha causado algo que al psiquiatra Alberto Fern¨¢ndez Liria le sorprendi¨®, por su potencial da?ino, cuando trabajaba como enviado de varias ONG en escenarios b¨¦licos: ¡°Los mayores estragos no se deben al combate, sino a la destrucci¨®n masiva de la vida cotidiana. En un mundo en el que te defines por tu ocupaci¨®n, tu papel queda en suspenso, hay una desorientaci¨®n de la que puede salir cualquier cosa. Se necesita encontrar culpables, distinguir entre los buenos y los malos, como en las guerras¡±.
En esta misma crisis de la covid-19, pero en China, que fue el primer pa¨ªs afectado, un tercio de la poblaci¨®n sufr¨ªa ansiedad de moderada a severa, seg¨²n un estudio. Otro veterano en emergencias, el psiquiatra Ricardo Angora, coordinador de Salud Mental de M¨¦dicos del Mundo, cree que no tenemos experiencia en situaciones en que todos estamos amenazados. ¡°No hab¨ªa sucedido nunca, al menos en nuestras generaciones. En ?frica hay c¨®lera, sequ¨ªas y conflictos b¨¦licos. Est¨¢n m¨¢s habituados y tienen un aprendizaje, aqu¨ª no lo tenemos. Desde un punto de vista emocional nos ha pillado sin anticuerpos¡±.
En estos d¨ªas la enfermedad y la muerte discurren en soledad. ¡°Las evoluciones de los enfermos son muy t¨®rpidas, todo ocurre muy r¨¢pido¡±, dice la psiquiatra Moreno, ¡°o el familiar se da mucha prisa en venir, siempre es uno y tiene que cumplir una serie de condiciones, o no se va a poder despedir¡±. Cree la especialista que la gesti¨®n de la muerte es muy dif¨ªcil, ¡°no se puede velar y existe una especie de congelaci¨®n de la emoci¨®n. Los duelos complicados y prolongados aumentar¨¢n¡±. La psic¨®loga Li¨¦bana escucha a deudos desconsolados, que a veces ni saben d¨®nde est¨¢ el cad¨¢ver de su padre, ¡°les acompa?amos en su dolor, en la impotencia de no poder compartirlo con nadie, les animamos a que contacten con los suyos en llamadas grupales y les decimos que podr¨¢n despedirse cuando esto acabe¡±.
Ahora, y a partir de ahora, son las p¨¦rdidas las que emergen en nuestro panorama emocional. ¡°Las depresiones van a tener que ver con las p¨¦rdidas, las reales, las de nuestros muertos, y otras de diferente dimensi¨®n: la renuncia a un estatus, a una forma de vida por el desempleo o el hundimiento de los aut¨®nomos¡±, sostiene Garc¨ªa Bernardo, ¡°desde el sujeto aislado (con p¨¦rdida de sue?os, expectativas), la familia (p¨¦rdida de horizontes), lo social (el empleo)¡±.
Fern¨¢ndez Liria est¨¢ de acuerdo: ¡°Va a haber un fen¨®meno masivo de p¨¦rdidas; trabajos, propiedades, referencias, cosas que tienen que ver con la identidad, para mucha gente su identidad laboral, pensemos en el turismo, la actividad fundamental de este pa¨ªs. ?Qu¨¦ har¨¢ un cocinero, el due?o de un bar? Se tendr¨¢n que reinventar, y eso es un proceso muy complicado. Si se acomete apoy¨¢ndose, de una manera social, puede ser muy constructivo. Dios nos libre de la aparici¨®n de movimientos populistas muy descarnados¡±.
La experiencia previa dice que el impacto econ¨®mico que se cierne atacar¨¢ la salud mental. La crisis econ¨®mica m¨¢s reciente, de 2009, hizo crecer la depresi¨®n (un 18%), la ansiedad (8%) y los trastornos por abuso de alcohol (5%), seg¨²n un estudio de la Sociedad Espa?ola de Salud P¨²blica y Administraci¨®n Sanitaria (SESPAS). ¡°La econom¨ªa se puede recuperar, las vidas no. Si se evita que haya repuntes eso har¨¢ que se recupere la confianza¡±, reflexiona Angora.
?Qu¨¦ hacer ante ese c¨²mulo de dolor en supervivientes, profesionales de hospitales, centros de salud y ambulancias, familiares de fallecidos y desempleados? ¡°Educar a la gente para estos desaf¨ªos y preparar a los sistemas sanitarios para enfrentarlo¡±, responde Galea. ¡°Hay un riesgo de inatenci¨®n¡±, cree Fern¨¢ndez Liria, ¡°y tambi¨¦n de psiquiatrizaci¨®n. Pero hay que acercar la atenci¨®n, porque los que est¨¢n peor no son capaces de pedir ayuda¡±. Ah¨ª, coinciden todos, los m¨¦dicos que nos siguen, los de cabecera, ser¨¢n fundamentales para detectar esa avalancha de sufrimiento sumergida.
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