Nieblas pasadas contra la niebla presente
Son historias muy locas, y sin embargo, una vez metidos en ellas, resultan tan absorbentes como la que m¨¢s
Como este a?o la Navidad es muy rara ¡ªno deber¨ªa ni haberla, por favor¡ª, me imagino que algunos se consolar¨¢n de esa carencia con pel¨ªculas evocativas de lo que sol¨ªa haber y no hay. Hace poco escrib¨ª de un documental de 1927, y, hasta donde s¨¦, han sido bastantes las personas que se han apresurado a verlo o buscarlo. El m¨¦rito no es m¨ªo, sino de la visibilidad de esta p¨¢gina. Por eso me animo a recomendar hoy ciertos cl¨¢sicos olvidados, que tal vez procuren distracci¨®n en estas fechas de (pre)confinamiento.
Hace mucho que, para la mayor¨ªa de la gente, las pel¨ªculas en blanco y negro no existen, salvo Psicosis y alguna otra que ¡°por fuerza¡± hay que ver. Es un error o un prejuicio est¨²pido, porque gran parte de las mejores fueron rodadas as¨ª, y a menudo est¨¢n vivas y son mucho m¨¢s inteligentes que las recientes, casi siempre triviales, o pretenciosas, o groseras, o dist¨®picas y antip¨¢ticas, o llenas de personajes idiotas y estomagantes. Francamente, veo suficientes idiotas y antip¨¢ticos en la vida real como para malgastar mi tiempo de ocio o de estudio literario o cinematogr¨¢fico con m¨¢s. No voy a hablar de obras de esp¨ªritu navide?o: las mejores, con la profunda ?Qu¨¦ bello es vivir! a la cabeza, son conocidas por todos. Pero veo adecuadas a estas fechas otras que no son magistrales y quiz¨¢ ni siquiera muy buenas, pero que nos sumergen y envuelven durante un par de horas, qu¨¦ m¨¢s se puede pedir. Pertenecen a un g¨¦nero tambi¨¦n desprestigiado ahora, el melodrama. Son historias muy locas con harta frecuencia, a priori dif¨ªciles de tragar o creer, y sin embargo, una vez metidos en ellas, resultan tan absorbentes como la que m¨¢s. (Huelga a?adir que todo esto es s¨®lo a mi parecer.)
Aparte de El fantasma y la se?ora Muir, que no es melodrama pero es la que m¨¢s me humedece los ojos cada vez que oso pon¨¦rmela (ya habl¨¦ de ella en un largo art¨ªculo de 1995), una de mis favoritas es Niebla en el pasado, con Ronald Colman y Greer Garson. Por si acaso, no quiero destriparla, pero no me resisto a contar una parte, s¨®lo sea para que se compruebe lo delirante de su argumento. Colman ha vuelto amn¨¦sico de la Guerra y est¨¢ en un hospital (relato de memoria, sin volverla a ver). Una noche, al o¨ªr el bullicio que celebra el final de la Guerra, se escapa y se une a la fiesta. All¨ª conoce a una mujer, se caen bien, se enamoran, y una vez que ¨¦l recibe el alta se casan y se instalan en una casita de la campi?a inglesa. Creo que ¨¦l se convierte en escritor. Creo que tienen una hija, y son felices a su modesta manera. Un d¨ªa, Colman viaja a Manchester a ver a un editor. Al cruzar una calle, sufre un accidente, del cual despierta con su antigua memoria recuperada y un blanco sobre cuanto hizo y le sucedi¨® mientras estuvo amn¨¦sico. Es decir, tambi¨¦n ha olvidado a Greer Garson, a su hija, la casa de la campi?a. Como si nada de eso hubiera existido. Se reincorpora a su vida anterior: es un poderoso industrial de familia acomodada, y reanuda sus actividades previas a la Guerra. Greer Garson lo espera y lo espera angustiada, en vano. Tiene pocos medios para sobrevivir sola (la Guerra en cuesti¨®n es la de 1914-18), pero se aplica y sale adelante. De alguna manera ¡ªquiz¨¢ ve una foto en un diario¡ª, descubre qui¨¦n es Colman ahora y d¨®nde est¨¢, y solicita el puesto de secretaria en su empresa¡ Ya he desvelado bastante, sin duda m¨¢s de la cuenta para estos tiempos quisquillosos. Pero en fin, Niebla en el pasado es de 1942, y si a¨²n no la han visto, tengo tan escasa culpa como si no han le¨ªdo Macbeth.
Su director era mediocre, Mervyn LeRoy. Y no obstante fue responsable de otra pel¨ªcula preciosa y famos¨ªsima en su tiempo, El puente de Waterloo. Pero es demasiado triste para aconsejarla en este 2020 tan triste. Prefiero recordar (muy vagamente) otro melodrama exagerado y disparatado, El cielo y t¨², con Bette Davis y Charles Boyer. La verdad es que s¨®lo se me ha quedado el arranque, uno de los m¨¢s dementes y sublimes que he visto: Davis es una maestra de la que se rumorea un terrible pasado. Para acabar con los cuchicheos de sus alumnas, suspende una clase y all¨ª mismo procede a confesarles su historia, ?durante las m¨¢s de dos horas que dura el metraje!, y lo que les cuenta a esas ni?as es una narraci¨®n muy inadecuada, con truculencias, adulterios, celos, asesinatos posibles, fugas y dem¨¢s. He de reconocer que hacen falta muchas agallas para empezar una pel¨ªcula as¨ª, con tanta ¡°incorrecci¨®n pol¨ªtica¡± como inverosimilitud. Ninguno de los actuales directores ¡°transgresores¡±, que presumen de derribar los c¨®digos y las convenciones, ser¨ªa tan osado como el viejo ruso exiliado Anatole Litvak, director en 1940 de El cielo y t¨².
Estas pel¨ªculas no ser¨¢n obras maestras, pero son gozosas de ver hoy ¡ªy de sufrir por cuenta ajena¡ª, por sus desvar¨ªos argumentales a los que uno concede la duda y entonces capturan, por su atrevimiento, por lo bien hechas que est¨¢n, por sus acertadas m¨²sicas, por las anticuadas pasiones que muestran, por su sentimentalismo de buena ley. Quiz¨¢ m¨¢s gozosas a¨²n en esta Navidad casi abstemia y recogida, para muchos solitaria. Puede que me equivoque, pero, si las prueban, tal vez me lo agradecer¨¢n.
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