El a?o de la ciencia
La investigaci¨®n cient¨ªfica resulta tan compleja que muchos sintieron que era poco relevante para su vida. Pero el virus SARS-CoV-2 cambi¨® de golpe esta percepci¨®n. Nunca en la historia se hab¨ªa logrado una vacuna en tan poco tiempo. Hemos visto lo mejor y lo peor de la ciencia este 2020. ?Mantendr¨¢ ese esencial reconocimiento y apoyo en el futuro?
Katalin Karik¨® quiz¨¢ gane alg¨²n d¨ªa un premio Nobel, pero se ha pasado d¨¦cadas sufriendo rechazos. Esta investigadora h¨²ngara pensaba en los noventa que una mol¨¦cula de origen esquivo, el ARN, podr¨ªa usarse para curar enfermedades como el c¨¢ncer, pero su idea provocaba la incredulidad de colegas e instituciones y no encontraba financiaci¨®n. ¡°Todas las noches estaba trabajando y pensaba: ¡®Subvenci¨®n, subvenci¨®n, subvenci¨®n¡¯, y la respuesta siempre era: ¡®No, no, no¡±, contaba hace poco a la revista Stat. Perdi¨® su trabajo en la Universidad de Pensilvania (EE UU), pens¨® que no era lo suficientemente buena, quiso dejar la ciencia. Pero sigui¨® investigando y, cuando en enero de este a?o se public¨® la secuencia gen¨¦tica de un misterioso virus mortal que asolaba China, aplic¨® su idea a una posible vacuna. Diez meses despu¨¦s, la inmunizaci¨®n de la empresa en la que trabaja, la alemana BioNTech, se ha probado en 44.000 personas y es una de las grandes esperanzas para acabar con la pandemia mortal que ha arrasado las vidas de millones de ciudadanos, acostumbrados a vivir en sociedades avanzadas y acomodadas, y que jam¨¢s esperaron tanta muerte y desolaci¨®n. En nuestras vidas, predecibles e hipertecnologizadas, ha irrumpido un virus que nos ha pillado desprevenidos y nos ha dejado sobrecogidos, desconcertados y asustados. Muchos ciudadanos se han preguntado c¨®mo es posible que nadie nos avisara de que esto pod¨ªa suceder. Pero cient¨ªficos como Karik¨® s¨ª nos avisaron. La cuesti¨®n es que nadie estaba escuchando.
Carl Sagan, astrof¨ªsico, divulgador, escritor y figura tot¨¦mica de la ciencia, el escepticismo y la raz¨®n, lo dijo quiz¨¢ mejor que nadie, y lo dijo varias veces: vivimos en una sociedad absolutamente dependiente de la ciencia y la tecnolog¨ªa, dec¨ªa, y, sin embargo, nos las hemos arreglado para que casi nadie entienda la ciencia y la tecnolog¨ªa. Y esa es una receta clara para el desastre, conclu¨ªa.
¡°La desconexi¨®n entre cient¨ªficos y ciudadanos siempre ha existido¡±, reflexiona el escritor y tambi¨¦n f¨ªsico Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo. ¡°Creo que tiene que ver con una incorrecta educaci¨®n, pero no tanto en los contenidos cient¨ªficos como s¨ª en la filosof¨ªa de la ciencia. Quiz¨¢s ah¨ª tambi¨¦n tenemos parte de culpa el sistema social cient¨ªfico, que hist¨®ricamente ha alentado la idea de que la ciencia es igual a la verdad¡±, a?ade. Y la ciencia es solo un m¨¦todo para acercarnos a esa verdad; eso s¨ª, es el mejor que tenemos.
La Fundaci¨®n Espa?ola para la Ciencia y la Tecnolog¨ªa (FECYT) realiza cada dos a?os una encuesta sobre la percepci¨®n social de la ciencia en Espa?a. La ¨²ltima, de 2018, muestra que los espa?oles conf¨ªan en la ciencia, pero no la comprenden: casi la mitad de los encuestados consideran que su educaci¨®n cient¨ªfica es baja o muy baja. Y al 30% es un tema que les interesa poco o muy poco porque en su mayor¨ªa, aseguran, no la entienden.
Matilde?Ca?elles cree, como Fern¨¢ndez Mallo, que la desconexi¨®n entre cient¨ªficos y ciudadanos no es exclusivamente achacable a la falta de formaci¨®n de la sociedad. Esta investigadora del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC) ha empleado mucho tiempo en estudiar los cambios en la percepci¨®n de la relevancia de la ciencia en la sociedad; ahora participa en un estudio multidisciplinar sobre la repercusi¨®n social de la covid. La experta explica que el ¨¦xito de una carrera cient¨ªfica se valora, cada vez m¨¢s, analizando el n¨²mero de ar?t¨ªculos que ha publicado un investigador en las revistas especializadas, lo que convierte esa publicaci¨®n en la ¨²nica manera de evaluar su trabajo y la que marca, en ¨²ltima instancia, la posibilidad de conseguir m¨¢s fondos. En ingl¨¦s lo llaman publish or perish, publica o perece. Y esto ha aislado a muchos cient¨ªficos bajo toneladas de documentos y burocracias, y les ha hecho olvidar la necesidad de trasladar los resultados de sus investigaciones a la sociedad. ¡°Se ha creado lo que los americanos llaman la rat race [carrera de ratas] por conseguir m¨¢s y m¨¢s art¨ªculos, m¨¢s y m¨¢s dinero, y un laboratorio m¨¢s grande. Y se han perdido algunos valores, como la necesidad de hablar con los medios y los ciudadanos¡±, reflexiona Ca?elles.
Un problema a?adido es que los largos y complejos tiempos y m¨¦todos de la ciencia casan mal con una sociedad acostumbrada a medir el ¨¦xito de un proyecto en el tiempo que se tarda en poner un tuit, y a valorar a los pol¨ªticos en periodos de cuatro a?os. Como se observa claramente con el ejemplo de la vacuna de Katalin Karik¨®, un cient¨ªfico necesita decenas de a?os y una financiaci¨®n sostenida en el tiempo para que sus investigaciones obtengan resultados. En Espa?a, la sangr¨ªa de los fondos dedicados a ciencia en los ¨²ltimos 10 a?os ha sido monumental y no tiene comparaci¨®n con ninguna otra actividad: invertimos un 1,24% del PIB, menos que hace una d¨¦cada (1,40%), cuando el promedio europeo es del 2%. La carrera investigadora es un desastre, con doctores ultraformados que tienen sueldos mileuristas y ninguna perspectiva de tener una carrera estable; los laboratorios est¨¢n ahogados por la falta de dinero y la burocracia; los mejores bi¨®logos, f¨ªsicos y matem¨¢ticos se van al extranjero o a la industria farmac¨¦utica y la tecnol¨®gica. Aun as¨ª, cuando los cient¨ªficos quisieron protestar por su situaci¨®n, el a?o pasado, en Madrid, salieron a la calle solo 500 personas. ¡°Hay una ceguera pol¨ªtica, y tambi¨¦n social, para darnos cuenta de que las inversiones a medio y largo plazo son inversiones tambi¨¦n de ahora¡±, resume la directora del Departamento de Salud P¨²blica y Medio Ambiente de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), Mar¨ªa Neira.
La falta de atenci¨®n e inter¨¦s p¨²blico por la ciencia se muestra f¨¢cilmente con un ejemplo muy simple. El Centro Nacional de Epidemiolog¨ªa es el encargado de vigilar nuestra salud p¨²blica y controlar las enfermedades que pueden afectar a los ciudadanos. En el organismo trabajaban 100 personas en 2008. Tras los recortes provocados por la crisis econ¨®mica, este a?o, cuando lleg¨® a Espa?a la mayor pandemia del siglo XXI, eran tan solo 64. Ahora, unos meses despu¨¦s, el centro se ha reforzado y tiene 77 trabajadores, pero a¨²n siguen siendo menos, en plena crisis sanitaria, que hace 12 a?os.
As¨ª que la ciencia ha seguido trabajando con medios cada vez m¨¢s limitados, y ante la indiferencia general, y cuando los vir¨®logos y epidemi¨®logos avisaron de que en alg¨²n momento llegar¨ªa una pandemia global provocada por un virus, nadie escuch¨®. Hay libros y reportajes que cuesta releer sin estremecerse. Hasta ahora hab¨ªamos ¡°esquivado la bala¡±, como ha dicho Keiji Fukuda, exjefe de epidemiolog¨ªa de los Centros para el Control y la Prevenci¨®n de Enfermedades de Atlanta (CDC, el centro de referencia de EE UU en materia de salud p¨²blica). Gracias a una combinaci¨®n de preparaci¨®n (especialmente en los pa¨ªses de Extremo Oriente) y buena suerte, ni el SARS en 2002, ni la gripe porcina en 2009, ni el ¨¦bola en 2014, ni el zika en 2016 fueron pandemias completas. Pero cuando el 11 de marzo de 2020 la OMS declaraba que la covid causada por el virus SARS-CoV-2 era una pandemia, la atenci¨®n de todo el planeta, hasta el momento centrada en peleas pol¨ªticas, partidos de f¨²tbol, raperos o series de televisi¨®n, se gir¨® hacia la ciencia. Y la ciencia estaba preparada.
Desde su posici¨®n privilegiada en la OMS, Mar¨ªa Neira reflexiona: ¡°Si hemos tenido una vacuna en 10 meses es porque ya hab¨ªa grupos de cient¨ªficos, con sueldos no exactamente millonarios, que llevaban tiempo trabajando en ello. No es que estuvieran poco preparados. Es que eran pobres. La comunidad cient¨ªfica estaba trabajando en esto, con recursos exiguos y buena voluntad, pero, si no hubiera sido por eso, no estar¨ªamos aqu¨ª¡±.
La carrera cient¨ªfica por conseguir f¨¢rmacos que mitiguen la gravedad de la enfermedad y vacunas que la erradiquen ha sido monumental, no tiene precedentes y arranc¨® en cuanto China notific¨®, en diciembre del a?o pasado, los primeros casos de una neumon¨ªa at¨ªpica de origen desconocido. Ignacio L¨®pez-Go?i, catedr¨¢tico de Microbiolog¨ªa de la Universidad de Navarra y divulgador cient¨ªfico, lo resume en su apasionante libro Preparados para la pr¨®xima pandemia (Destino): en tan solo unos d¨ªas se identific¨® al causante, un coronavirus. El 13 de enero ya estaba disponible en la web de la OMS el protocolo para la t¨¦cnica de la PCR para detectar el virus y en mayo ya hab¨ªa 270 test diagn¨®sticos distintos. En unos meses, cient¨ªficos de todo el planeta secuenciaron m¨¢s de 90.000 genomas de pacientes repartidos por todo el mundo, para as¨ª conocer mejor el pat¨®geno y ver c¨®mo y en qu¨¦ circunstancias muta. En seis meses se publicaron 40.000 art¨ªculos cient¨ªficos sobre el SARS-CoV-2, cuando sobre el primer coronavirus, el SARS, se escribieron unos 1.000. Se han probado decenas de tratamientos distintos (antivirales, antiinflamatorios, plasma de pacientes recuperados¡) y la OMS puso en marcha un programa, Solidaridad, por el que 400 hospitales de 35 pa¨ªses han compartido los datos sobre la eficacia de todos esos medicamentos. Y finalmente est¨¢ la gran esperanza, el ¨²nico camino de regreso a la vida anterior, la vacuna. Hay 125 candidatos y 3 de ellos est¨¢n en el mercado menos de un a?o despu¨¦s de que se identificara esa misteriosa neumon¨ªa en China. Nunca, en la historia, se hab¨ªa logrado este hito tan r¨¢pido. Las vacunas tardan decenas de a?os en desarrollarse y para algunos virus, como el VIH, ni siquiera existen.
La ciencia ha hecho un esfuerzo brutal al margen de la falta de inter¨¦s ciudadano, los recortes, los sueldos miserables o la inestabilidad de la carrera investigadora. Mar¨ªa Neira reflexiona sobre su experiencia en la OMS estos meses: ¡°Hemos batido r¨¦cords en la colaboraci¨®n entre expertos. Nunca hab¨ªa visto nada as¨ª; no puedo decirle ning¨²n nombre de un cient¨ªfico que hayamos llamado, aunque fuera para citarle unas horas despu¨¦s o a las tres de la madrugada, que nos dijera que no. Y esto ha ocurrido adem¨¢s hablando de cuestiones donde hay muchos intereses comerciales tambi¨¦n. Esta ha sido una de las cosas que m¨¢s nos han emocionado a mis colegas y a m¨ª: esa generosidad, la colaboraci¨®n altruista y muy consciente del momento hist¨®rico en el que estamos metidos¡±. La ciencia, a pesar de todo, ha respondido, s¨ª. Pero no sin costes.
¡°Hasta ahora, lo que le llegaba a la sociedad, a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, es el producto final de la ciencia, pero en estos meses lo que se ha visto es c¨®mo funciona la ciencia, las tripas. Y lo que ha quedado, a veces, es mucha inquietud¡±, opina L¨®pez-Go?i, que con su cuenta en Twitter (@microBIOblog) llega a casi 58.000 personas. El primer problema es que la sociedad, y tambi¨¦n los pol¨ªticos, suelen pedir soluciones r¨¢pidas y contundentes a problemas complejos y cambiantes, como es la lucha contra un virus mortal. ¡°Y la ciencia no tiene respuestas inmediatas ni certezas, sobre todo en temas de biolog¨ªa. Siempre, nunca¡ son t¨¦rminos que no puedes usar¡±, dice el microbi¨®logo. Y adem¨¢s ¡°hemos visto las verg¨¹enzas de la ciencia¡±.
Los cient¨ªficos publican los resultados de sus investigaciones en revistas especializadas que son revisadas por otros cient¨ªficos. Ese proceso normalmente dura meses, pero la pandemia no espera. Por eso, este a?o se han publicado decenas de miles de preprints, estudios sin confirmar, de utilidad para la comunidad investigadora, pero que han sido publicados en medios de comunicaci¨®n y redes sociales como verdades contrastadas cuando no lo estaban. Tambi¨¦n se ha reducido a la mitad el tiempo de revisi¨®n de las revistas m¨¦dicas, de 120 d¨ªas de media a 60. Y ha habido ejemplos sangrantes de ciencia mal hecha. Es muy conocido el caso de un art¨ªculo cient¨ªfico sin revisar que aseguraba en enero haber encontrado un ¡°sospechoso¡± v¨ªnculo entre el virus del sida y el coronavirus, sugiriendo que estas coincidencias no ¡°eran de naturaleza fortuita¡± y abriendo la puerta a la idea de que el virus de la covid podr¨ªa haber sido creado deliberadamente en un laboratorio. El art¨ªculo fue retirado dos d¨ªas despu¨¦s, pero fue descargado por 200.000 personas y lo difundieron m¨¢s de 23.000 tuits.
Hay mala ciencia que adem¨¢s ha tra¨ªdo jugosos beneficios en Bolsa a las empresas que han jugado a ofrecer informaci¨®n sin contrastar sobre sus medicamentos o sus vacunas. En el momento en el que se escribe este reportaje, ninguna de las tres empresas que han puesto su vacuna ya a disposici¨®n de los Gobiernos de todo el mundo (AstraZeneca, Pfizer y Moderna) ha dado a conocer los resultados de sus investigaciones a la comunidad cient¨ªfica.
Pero probablemente el mejor ejemplo del l¨ªo en el que se ha visto metida la comunicaci¨®n de la ciencia durante la pandemia ha sido el de la hidroxicloroquina. Este medicamento, que ha sido utilizado desde hace d¨¦cadas para la terapia de enfermedades como el paludismo, fue identificado al principio de la pandemia como uno de los posibles tratamientos contra la covid. Tambi¨¦n fue defendido por personajes como el presidente brasile?o, Jair Bolsonaro, o el estadounidense, Donald Trump, lo que despert¨® la atenci¨®n mundial hacia el f¨¢rmaco, hasta el punto de que hubo problemas de abastecimiento en todo el planeta. Sin embargo, cuando la prestigiosa revista The Lancet public¨® un estudio en mayo sugiriendo que aumentaba el riesgo de muerte, ese simple f¨¢rmaco para la malaria qued¨® desacreditado, tiznado tambi¨¦n por la defensa que hab¨ªan realizado dos presidentes populistas y que no son precisamente amantes de la ciencia. Y sin embargo ese estudio, publicado en una revista muy prestigiosa, fue finalmente retractado, as¨ª que relevantes m¨¦dicos e investigadores pidieron que les dejaran seguir investigando. Finalmente, la OMS asegur¨® en octubre que la hidroxicloroquina no salva vidas, pero los resultados de su estudio tampoco se han publicado a¨²n. Todo este confuso batiburrillo de estudios y comunicados ha trasladado confusi¨®n a la ciudadan¨ªa, que en este momento probablemente no sabe ya si la hidroxicloroquina mata o salva.
¡°Con la informaci¨®n cient¨ªfica cada vez m¨¢s polarizada, retorcida y exagerada, hay una creciente preocupaci¨®n de que la ciencia est¨¦ siendo representada al p¨²blico de una manera que puede causar confusi¨®n, expectativas inapropiadas y erosi¨®n de la confianza p¨²blica¡±, reconoce en un interesante informe, titulado Tenemos que hacerlo mejor, la organizaci¨®n Royal Society de Canad¨¢. La arrogancia de algunos cient¨ªficos medi¨¢ticos y tuiteros en hablar de un tema sobre el que no han investigado, y hacerlo adem¨¢s con contundencia (¡°cuanto m¨¢s seguro est¨¦ alguien sobre la covid-19, menos deber¨ªa usted confiar en ¨¦l¡±, como dice un editorial de la revista British Medical Journal), ha terminado de a?adir ruido y desconcierto a un mundo, el de la comunicaci¨®n de la ciencia, que no est¨¢ precisamente sobrado de prestigio y referentes. ?Cu¨¢nto dura la inmunidad de la covid? ?Son m¨¢s peligrosas las mutaciones del virus? ?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo en las escuelas para que no haya grandes contagios? Lo cierto es que no lo sabemos, y quiz¨¢ ha llegado el momento de reconocerlo. ¡°La certeza es el reverso del conocimiento¡±, dice ese mismo editorial. ¡°Conviene insistir en que la ciencia produce resultados v¨¢lidos para el mundo precisamente porque admite desde el principio que puede ser refutada, que no tiene por qu¨¦ ser verdad siempre; es decir, es cr¨ªtica consigo misma y se va autocorrigiendo. Lo ¨²nico que nunca puede ser refutado son las religiones o las ideolog¨ªas fundamentadas en alguna fe¡±, explica Fern¨¢ndez Mallo.
La mala ciencia, mezclada con la necesidad de certezas por parte de los pol¨ªticos y la poblaci¨®n en un asunto en el que no las hay, ha generado mucho ruido alrededor de la ciencia: conspiraciones, noticias falsas, movimientos antivacunas y antimascarillas, desconfianza¡ ¡°Yo cre¨ª que hab¨ªa visto todo tipo de epidemias, y las he visto horribles¡±, reflexiona Mar¨ªa Neira desde la OMS. ¡°Pero esta tiene componentes irracionales, de politizaci¨®n alta, de comunicaci¨®n cacof¨®nica, de infodemia, incluso de reacciones apocal¨ªpticas. Hay que volver a la serenidad y al liderazgo, que no quiere decir adoctrinar. Mucha gente ahora quiz¨¢ se siente vulnerable y no se siente liderada¡±.
La buena noticia es que la ciencia est¨¢ mejor preparada que nunca para ayudar a los l¨ªderes pol¨ªticos a hacer su trabajo, o sea, a liderar. El Gobierno ha aumentado un 60% la inversi¨®n en ciencia, la mayor subida que ha habido nunca en nuestro pa¨ªs. Las donaciones al mayor centro de investigaci¨®n espa?ol, el CSIC, pasaron de los exiguos 460.000 euros de 2019 y a los 11,3 millones de euros que registraba a principios de diciembre. El Instituto de Salud Carlos III, sobre el que ha reca¨ªdo gran parte de la gesti¨®n de esta pandemia, recibi¨® durante los ¨²ltimos 15 a?os, desde 2005 hasta 2020, 740.000 euros. En 2020 se han superado los 1,2 millones de euros, en su mayor parte de personas jur¨ªdicas. Pero personas f¨ªsicas han donado a una entidad pr¨¢cticamente desconocida para el gran p¨²blico hasta esta pandemia m¨¢s de 11.000 euros. Y en el caso del CSIC, 177.340 euros han sido donados por ciudadanos an¨®nimos. Es un fen¨®meno desconocido en Espa?a. Adem¨¢s, algunos cient¨ªficos en universidades, como L¨®pez-Go?i, aseguran que han aumentado las matriculaciones en carreras de Biolog¨ªa, Bioqu¨ªmica y Medicina, aunque a¨²n no hay datos oficiales. La atenci¨®n mundial est¨¢, s¨ª, fijada sobre la ciencia. ?Pero se mantendr¨¢?
¡°La ciencia es una inversi¨®n estrat¨¦gica, inteligente y, al mismo tiempo, de sentido com¨²n. Es obvio, es tan b¨¢sico que no deber¨ªa ni discutirse. De esta hay que salir pensando que la ciencia no es que nos salve la vida, es que te la prepara para ser mucho mejor¡±, dice contundente Mar¨ªa Neira. Ella y otros expertos creen que la pr¨®xima cita para comprobar si la ciencia se mantiene en el inter¨¦s de ciudadanos y pol¨ªticos es lo que la OMS llama Una Salud; es decir, la necesidad de reflexionar sobre la conexi¨®n de nuestra salud y la del planeta. Porque de lo que nadie tiene dudas es de que vendr¨¢ otro virus mortal, que a su vez provocar¨¢ otra pandemia. La cuesti¨®n es si habremos aprovechado el tiempo para prepararnos.
¡°Adem¨¢s de reforzar los sistemas de respuesta y de vigilancia epidemiol¨®gica, tenemos que pensar en c¨®mo tratamos los factores de riesgo, y eso no lo estamos haciendo bien. Ahora estamos concentrados en apagar este fuego, pero ?qu¨¦ pas¨® para que se provocara? Y eso lo sabemos muy bien, aunque lo estamos posponiendo¡±, dice Neira. La experta cita como riesgos que no estamos afrontando la contaminaci¨®n del aire, el uso de energ¨ªas f¨®siles, las ciudades en que vivimos, ¡°donde el coche es el rey y nosotros somos ciudadanos de segunda¡±, y un estilo de vida sedentario que aumenta factores de riesgo como la hipertensi¨®n, la diabetes y la obesidad. ¡°La sociedad nos va a pedir que reduzcamos la vulnerabilidad y va a exigir a los gobernantes que se ocupen de reducir esos riesgos, vengan de donde vengan, y de protegernos mejor¡±, a?ade.
Y en esa reducci¨®n de riesgos es clave el mantenimiento de los cient¨ªficos como figuras centrales en el asesoramiento a los pol¨ªticos cuando llegue el momento de volver a tomar decisiones complejas. ¡°Hemos tardado muchos meses en implementar canales para capilarizar ese conocimiento cient¨ªfico¡±, dice el soci¨®logo Pep Lobera, que forma parte de uno de esos comit¨¦s, el que asesora al Gobierno sobre la estrategia de las vacunas. ¡°Esta crisis es un golpe muy fuerte, pero no ser¨¢ el ¨²ltimo. Y si no tenemos canales para que ese conocimiento permee hacia la toma de decisiones en contextos de incertidumbre, no se podr¨¢n improvisar¡±, a?ade. Y adem¨¢s es el momento de reforzar la comunicaci¨®n entre cient¨ªficos y ciudadanos, y para eso es fundamental, cree, ¡°ser muy transparentes, muy receptivos, no generar falsas esperanzas, escuchar las inquietudes de los que las tienen y no despreciarlos con que les falta cultura cient¨ªfica¡±, una frase que es pronunciada en demasiadas ocasiones por algunos cient¨ªficos muy medi¨¢ticos. ¡°Hace falta humildad¡±, concluye Lobera.
El a?o 2021 ser¨¢ fundamental en la historia de la ciencia y la confianza p¨²blica en ella: si la mayor parte de la poblaci¨®n quiere inmunizarse, si las vacunas contra la covid funcionan bien y si las conspiraciones no triunfan, la confianza en la investigaci¨®n se habr¨¢ reforzado y, muy probablemente, la sociedad no permitir¨¢ que la atenci¨®n desaparezca. Lobera, que es uno de los que m¨¢s han investigado las fortalezas y carencias de la cultura cient¨ªfica en Espa?a, cree que en esto el pa¨ªs parte con una ventaja y una desventaja. El factor positivo es que estamos en unos niveles de confianza en los cient¨ªficos, en el funcionamiento de la ciencia y en las vacunas muy elevados respecto a otros pa¨ªses. En una encuesta publicada en septiembre por el Pew Research Center, de Estados Unidos, el 91% de los espa?oles se muestran de acuerdo con que hay que gastar fondos gubernamentales en ciencia (es el mayor porcentaje de todos los estudiados) y somos, despu¨¦s de indios y australianos, los que m¨¢s confiamos en los investigadores. Los datos coinciden con las encuestas que se realizan en Espa?a y que colocan a los cient¨ªficos siempre entre los profesionales m¨¢s admirados, con m¨¦dicos y maestros.
El factor en contra es que vivimos en uno de los lugares m¨¢s polarizados pol¨ªticamente. Mascarillas s¨ª o no, salud o econom¨ªa, PCR o ant¨ªgenos; hasta los debates m¨¢s t¨¦cnicos han servido para polarizar a la poblaci¨®n. ¡°Y hay una relaci¨®n preocupante entre la erosi¨®n de la confianza social en la ciencia, y en la pol¨ªtica, y la emergencia de partidos populistas con l¨ªderes carism¨¢ticos, prof¨¦ticos. Es un a?o muy importante para hacer las cosas bien¡±, a?ade Lobera. Siempre y cuando, claro, las inversiones se mantengan y no desaparezcan cuando los focos de la covid se apaguen: ¡°Hay que estar financiando investigaci¨®n de calidad siempre, para que cuando venga la crisis, y nunca sabes por d¨®nde te va a venir, tengas conocimientos suficientes en los que apoyarte para poder hacer los descubrimientos o generar las metodolog¨ªas que te van a ayudar¡±, resume Ca?elles.
Gracias a la ciencia ya no hay viruela y estamos a punto de erradicar la polio, la dracunculiasis, la hepatitis C, el sarampi¨®n o la rubeola, reflexiona L¨®pez-Go?i en su libro. Gracias a la ciencia ya no hay peste ni leprosos por las calles de Europa. Gracias a la ciencia el sida es una enfermedad cr¨®nica. Gracias a la ciencia muchos c¨¢nceres se pueden curar. Para solucionar esta y futuras pandemias, y hasta que a alguien se le ocurra un m¨¦todo mejor, el ¨²nico camino que tenemos es escuchar, comprender, defender y financiar a las Katalin Karik¨® del mundo; escuchar, comprender, defender y financiar la ciencia.