Carta a los Reyes Magos
Recuperar nuestra vida, la vida normal, la vida de antes. Eso es lo ¨²nico que he pedido yo, y estoy segura de que Gaspar ya lo sabe
Yo soy de Gaspar.
Abogada de pleitos pobres desde mi m¨¢s tierna infancia, lo eleg¨ª porque parec¨ªa que nadie lo quer¨ªa. Baltasar, lo que es la vida, era el favorito de casi todos porque era negro. Da miedo pensar en qu¨¦ clase de racistas xen¨®fobos se habr¨¢n convertido algunos de aquellos ni?os, aquellas ni?as que hac¨ªan la fila m¨¢s larga para darle su carta y fotografiarse con ¨¦l. Melchor tambi¨¦n era popular, porque se parec¨ªa a los abuelos en general y a Pap¨¢ Noel, ese gran enemigo, en particular. Sus apacibles canas y su barba blanca, venerable como su edad, inspiraban cari?o, confianza. Gaspar, pobrecito m¨ªo, no ten¨ªa ninguna se?a particular. M¨¢s joven que Melchor, m¨¢s blanco que Baltasar, ten¨ªa un pelo casta?o de lo m¨¢s corriente, a juego con una barba tan vulgar como su color. Su fila era siempre la m¨¢s corta, aunque ocupara el centro del estrado. Como no le quer¨ªa casi nadie, decid¨ª quererle yo y todav¨ªa, tant¨ªsimos a?os despu¨¦s, le considero mi ¨²nico rey favorito.
Los Reyes Magos siempre me han parecido lo mejor de la Navidad. Este a?o lo ser¨¢n m¨¢s que nunca, porque encarnan la ¨²nica tradici¨®n que no sufrir¨¢ las consecuencias de los confinamientos, los cierres perimetrales y las restricciones de aforo. Como viajan en unos camellos que son capaces de trepar hasta los ¨¢ticos de las casas m¨¢s altas, les dar¨¢ igual que se endurezcan o no las medidas preventivas contra la pandemia. En estos tiempos de incertidumbre, de lo ¨²nico que podemos estar seguros es de que Melchor, Gaspar y Baltasar llegar¨¢n, y se tomar¨¢n una copita, comer¨¢n un poco de rosc¨®n, esperar¨¢n a que sus camellos se beban el agua, a que se coman la lechuga que encontrar¨¢n en el balc¨®n, y dejar¨¢n regalos, m¨¢s o menos, para casi todos. Este a?o habr¨¢ ni?os y ni?as que no encontrar¨¢n apenas nada cuando se levanten por la ma?ana, pero los m¨¢s afortunados, hijos e hijas de trabajadores con contrato fijo y sueldo asegurado, vivir¨¢n ese d¨ªa con la misma ilusi¨®n, la misma felicidad sin condiciones, que en aquellos a?os en los que casi nadie conoc¨ªa la palabra pandemia. No podr¨¢n ir a cosechar regalos a casa de sus abuelos, de sus padrinos o sus t¨ªos, pero el j¨²bilo del despertar no se lo quitar¨¢ nadie. Este a?o, los Reyes Magos ser¨¢n m¨¢s m¨¢gicos que nunca.
Da un poco de miedo pensar en 2021. De repente, dan miedo las cosas que nunca nos hab¨ªan asustado hasta ahora, la esperanza, la fe en un futuro mejor, la perspectiva de dejar atr¨¢s el infortunio, porque nuestro margen para la decepci¨®n es tan inmenso como los l¨ªmites de la desgracia que nos ha tra¨ªdo 2020. Si todo va razonablemente bien, recordaremos el a?o que acabamos de estrenar como el de la vacunaci¨®n, que nos trae ya no la luz, sino la aut¨¦ntica salida de ese t¨²nel siniestro en el que hemos vivido tantos meses, casi todos los del a?o que siempre recordaremos como el del coronavirus. Ojal¨¢ sea as¨ª, porque la vacuna, todas esas vacunas distintas pero iguales, ser¨¢n entonces capaces de traernos mucho m¨¢s que la inmunidad frente a la enfermedad. Traer¨¢n puestos de trabajo, locales abiertos, bolsas de papel llenas de objetos reci¨¦n comprados en las manos de muchas personas que recorren calles comerciales. Traer¨¢n de vuelta las comidas familiares, las cenas con amigos en nuestros restaurantes favoritos, las copas de despu¨¦s. Y las primaveras con ferias, y los veranos con playas libres, sin aforo ni mascarilla, y las vacaciones viajeras, y m¨¢s puestos de trabajo, y m¨¢s locales abiertos, y m¨¢s bolsas de papel llenas de objetos reci¨¦n comprados¡ Y por encima de todo, esa libertad que nos parec¨ªa tan tonta, la de salir a la calle sin pensar en nada m¨¢s, s¨®lo por salir, por pasear, porque nos d¨¦ un poco el aire.
Este a?o es muy importante que todos nos acordemos de escribir una carta a los Magos de Oriente. Los adultos no necesitaremos ni papel ni l¨¢piz. No tendremos que buscar un sobre, ni comprar un sello, ni echarlo en un buz¨®n. Mientras los ni?os calculan cu¨¢ntas cosas de su lista encontrar¨¢n al levantarse el D¨ªa de Reyes, para nosotros deber¨ªa bastar con un deseo que vale por todos, recuperar nuestra vida, la vida normal, la vida de antes.
Eso es lo ¨²nico que he pedido yo, y estoy segura de que Gaspar ya lo sabe.
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