Ellas son la banda
Talentosas, j¨®venes, divertidas y con ganas de hacer ruido, las formaciones de chicas en el rock espa?ol triunfan con calidad y descaro
Todo el mundo podr¨ªa citar una banda de rock, incluso varias, pero seguramente muy pocos una formada al completo por mujeres. Un grupo entendido al modo cl¨¢sico: cantante, guitarra, bajo y bater¨ªa. Es decir, la banda de toda la vida. El tipo de formaci¨®n que los Beatles pusieron de moda en el planeta a ra¨ªz de su triunfo en los primeros a?os sesenta. Una banda ¡ªo el tambi¨¦n conocido tr¨ªo sin uno de los instrumentos¡ª, pero sin hombres. Solo chicas. Ning¨²n chico. Cuesta bastante esfuerzo sacar el nombre de una. M¨¢s a¨²n pensando en Espa?a. Siempre ha costado porque los grupos femeninos al completo, a diferencia de los masculinos, han sido minor¨ªa en la historia hasta el punto de que en la m¨²sica espa?ola se ven como verdaderas rara avis tras medio siglo de pop.
Sin embargo, ahora esto se ha acabado. Las bandas de chicas son una realidad en la escena espa?ola. En 2020, coincidieron los ¨²ltimos y potentes discos de Hinds, Ginebras, Melenas y Mourn, mientras que Cari?o, Lisasinson y Estrogenuinas publicaron nuevas canciones, reivindicando todas un espacio propio en el que participan tambi¨¦n formaciones como Las Odio, Agoraphobia y Amparito. De un tiempo a esta parte, no solo han proliferado, sino que se han consolidado como referencias de los j¨®venes por su calidad y su descaro. ¡°Cuando empezamos era una cosa mucho m¨¢s excepcional que ahora. Lo que m¨¢s nos sorprende y nos alegra es que en los ¨²ltimos tres a?os ha habido una explosi¨®n de bandas de chicas y much¨ªsimos m¨¢s nombres de mujeres en los carteles de los festivales. Eso es una cosa buen¨ªsima, aunque lo ideal ser¨ªa llegar al momento en que dejase de ser una cosa rara¡±, explica Laura Torre, bater¨ªa de Melenas, que acaban de ganar el Music Move Europe Talent Award, premios europeos que rinden homenaje a los artistas emergentes que representan el sonido europeo del presente y del futuro y que en 2019 reconocieron a Rosal¨ªa.
En una ¨¦poca tan dif¨ªcil para la industria musical espa?ola por culpa de la pandemia, la confirmaci¨®n del boom de las bandas femeninas es una de las mejores noticias. No solo porque han aportado talento y una frescura asombrosa a una escena competitiva, sino tambi¨¦n porque ayuda a corregir, como en otras disciplinas culturales, una historia excesivamente desequilibrada en favor de los hombres. ¡°Siempre hemos sentido la falta de referentes. Puedes ver a cantantes mujeres en otros grupos, pero tocando instrumentos no se ven tantas. Y ver una banda entera femenina es casi imposible¡±, dice Mag¨¹i Berto, cantante de Ginebras, una formaci¨®n que, como Cari?o, Hinds y Melenas, entre otras, nacieron con la idea de ser, en palabras de Raquel L¨®pez, bajista de Ginebras, ¡°un grupo de amigas pas¨¢ndoselo guay y sintiendo que ten¨ªan poder propio¡±.
Un poder que en estas formaciones se manifiesta de una forma de?sen?fadada y natural. Como sus canciones. Y seguramente como toda esa juventud a la que representan, a caballo entre los milenials (nacidos entre 1981 y 1997) y la generaci¨®n Z (nacidos despu¨¦s de 1997), grupos de edad a los que pertenecen y cuyo p¨²blico tambi¨¦n explica los fen¨®menos de Rosal¨ªa y Amaia. Son igual de j¨®venes y son compositoras e int¨¦rpretes; controlan todo el proceso de creaci¨®n. Son due?as de su m¨²sica, a diferencia de otras bandas cl¨¢sicas de anta?o en las que hab¨ªa una cantante femenina ¡ªy en menor medida alguna instrumentista¡ª, pero su participaci¨®n en la obra resultante depend¨ªa tambi¨¦n de otros miembros masculinos del grupo. Ahora, ellas son la banda. Y ellas, sin pretenderlo, renuevan la imagen del pop-rock espa?ol hacia un lugar m¨¢s colorido, como esas est¨¦ticas tan dispares que con j¨²bilo proclaman, en las que, entre piercings, tatuajes, flequillos y cortes de pelo de todo tipo, combinan prendas vintages, ¨²ltimos modelos o lo que sea que les aporta una identidad propia. La identidad de una nueva generaci¨®n de bandas que supone una conquista simb¨®lica.
No ha sido un camino f¨¢cil. Llama la atenci¨®n que el primer grupo femenino que destac¨® en Espa?a tuviese una carrera tan ef¨ªmera, marcada por una de las pol¨¦micas m¨¢s fuertes de nuestra historia musical. Sucedi¨® el 23 de abril de 1983 cuando cuatro adolescentes vascas que se hac¨ªan llamar las Vulpes actuaron en el programa musical Caja de ritmos, de Televisi¨®n Espa?ola. Tocaron la canci¨®n Me gusta ser una zorra, una versi¨®n libre de I Wanna Be Your Dog, de The Stooges, en la que desde la perspectiva femenina defend¨ªan el placer carnal por encima del amor rom¨¢ntico. Su actuaci¨®n llev¨® al diario Abc a publicar un editorial en el que se afirmaba que el grupo ¡°degradaba a la sociedad espa?ola y sublevaba al padre de familia¡±. La pol¨¦mica acab¨® en el Congreso de los Diputados, el programa se cancel¨® y las Vulpes se disolvieron tras afrontar una querella. Ha habido que esperar mucho hasta ver otros grupos femeninos en primera l¨ªnea.
En el mundo anglosaj¨®n, donde se cre¨® el universo del rock, las bandas de chicas llegaron much¨ªsimo antes y nunca se han ido. Incluso antes del ¨¦xito fulgurante de The Beatles, The Rolling Stones, The Beach Boys, The Doors y dem¨¢s luminarias de los sesenta hab¨ªa formaciones femeninas que, al calor de la eclosi¨®n del rock and roll y las fiestas de instituto, brotaron dentro de un incipiente e imparable pop, surgido del gusto por las armon¨ªas vocales propias del doo-wop. The Chantels, The Chordettes o The Fontane Sisters sonaban con asiduidad. Pero el estadillo fueron las conocidas como girl-groups, todo ese reguero de grupos de chicas afroamericanas que, desde el trampol¨ªn del soul, dieron forma tanto como ellos a la edad dorada del pop de los sesenta. Desde el sello Motown o la factor¨ªa sonora del productor Phil Spector, todav¨ªa es eterna la constelaci¨®n de la m¨²sica de The Supremes, Martha and the Vandellas, The Marvelettes, The Ronettes, The Crystals, The Shirelles¡ Su logro ayudaba tanto a la cruzada de los movimientos civiles como a la feminista en una ¨¦poca en la que solo entre 1960 y 1966 cerca de 750 grupos de chicas negras y blancas llegaron a meter una canci¨®n en las listas de ¨¦xito tanto en Estados Unidos como en Reino Unido. D¨¦cadas despu¨¦s, siguieron aparecieron bandas destacadas: The Runaways, The Go Go¡¯s, The Bangles, The Slits, Sleater-Kinney¡ De hecho, en los noventa se dio el movimiento de las Riot Grrrl, una corriente de la m¨²sica alternativa con mucha carga feminista y pol¨ªtica.
Nada de esto tuvo predicamento en Espa?a, aunque hubiese grandes referentes en Cecilia, Vainica Doble, Alaska, Luz Casal, Ana Torroja, Christina Rosenvinge o Amaral. Incluso aunque en la primera escena independiente de los noventa saliesen propuestas muy interesantes con mujeres al frente como en Sex Museum, Nosotr?sh, Pauline en la Playa, Dover o Los Fresones Rebeldes. Pero no hab¨ªa ninguna banda al uso, al modo cl¨¢sico, unas Vulpes, las mismas mujeres denostadas por aquello que pasaron a los hombres. No lo hab¨ªa hasta que aparecieron Hinds, un combo madrile?o de veintea?eras que en 2014 gener¨® un peque?o gran terremoto en la escena indie.
Formadas a conciencia como un grupo de chicas para que ning¨²n chico les ¡°hiciese de menos¡±, seg¨²n explica la cantante Carlotta Cosials, subieron dos maquetas de su en¨¦rgico garage rock a la plataforma Bandcamp y, en cuesti¨®n de d¨ªas, ya estaban tocando en Londres y siendo elogiadas por la prensa especializada brit¨¢nica y el peri¨®dico The Guardian. Su ¨¦xito rompi¨® moldes: lleg¨® antes en el Reino Unido que en Espa?a. Pero, como las Vulpes, pagaron un precio. ¡°Nos cayeron hostias por todos lados, especialmente en Espa?a¡±, recuerda la guitarrista Ana Garc¨ªa Perrote. ¡°A ning¨²n grupo por su ¨¦xito se le cuestion¨® tanto como a nosotras¡±, a?ade Carlotta.
Carlotta y Ana est¨¢n junto a Ade Mart¨ªn y Amber Grimbergen, las otras integrantes de Hinds. Charlan sentadas en taburetes de La Galerna, el min¨²sculo bar del madrile?o barrio de Chamber¨ª, donde empezaron a tocar cuando todav¨ªa se llevaban los t¨¢peres al local de ensayo para grabar aquellas primeras canciones a toda prisa porque no ten¨ªan dinero para alquilarlo m¨¢s de 15 d¨ªas. Ha llovido mucho desde esos primeros a?os en los que en alg¨²n festival les quitaban las pegatinas con su nombre de los camerinos por ser el ¨²nico grupo femenino o algunos t¨¦cnicos les hac¨ªan mal las pruebas de sonido por no tomarlas en serio. ¡°Aunque lo peor era comprobar que los m¨²sicos se ve¨ªan entre ellos como hermanos y a nosotras como groupies de ellos¡±, se?ala la guitarrista Ade. Pero eso, ¡°afortunadamente¡±, dicen, ¡°ya pas¨®¡±. Desde entonces, Hinds han salido en late-shows estadounidenses y han hecho giras por medio mundo, tocando en festivales del Reino Unido, Estados Unidos y varios pa¨ªses europeos. Son uno de los grupos espa?oles con m¨¢s proyecci¨®n internacional, aunque no se ven como madrinas del resto de bandas que han surgido despu¨¦s que ellas. Y, con todo, llevan a?os cosechando elogios de chicas que se han inspirado en ellas para montar su propio grupo. ¡°Ese feedback ha sido lo mejor¡±, sentencia Ana.
Con una fuerza inusitada, Hinds rompieron el cascar¨®n en mitad de un panorama m¨¢s ecl¨¦ctico que en el siglo anterior. Todas estas bandas vienen de lo que Paola Rivero, cantante de Cari?o, llama ¡°la sopa burbujeante de la escena indie espa?ola¡±. ¡°Porque con pocos condimentos, como un ordenador y un par de instrumentos, tiene todos los d¨ªas cosas nuevas y superfrescas¡±, apunta. Al amparo de un gran circuito de festivales por toda la Pen¨ªnsula y despu¨¦s de tres d¨¦cadas de desarrollo y consolidaci¨®n del indie, la m¨²sica espa?ola vive otra pubertad dorada con la aparici¨®n de multitud de propuestas art¨ªsticas juveniles desprejuiciadas y llenas de aptitudes. Muchos de los m¨²sicos j¨®venes que ahora destacan fueron antes fieles asistentes a festivales. No es de extra?ar, por tanto, que la mayor¨ªa citen entre sus principales influencias a un grupo como Punsetes -cuyo bajista, Luis Fern¨¢ndez, ha creado el sello Sonido Muchacho que aglutina a muchos de ellos-. Unos y otros desprenden el mismo desparpajo.
De ah¨ª vienen Melenas, una formaci¨®n de sonido oscuro y afilado, con esas guitarras abundantes en reverb, de la escuela de The Velvet Underground, y nacida al calor de la sala N¨¦bula de Pamplona. Justo antes de estallar el coronavirus, tocaron en la Semana de la Moda de Nueva York gracias a que el consultor de arte Zach Miner, marido de la dise?adora Ulla Johnson, es fan de ellas. A?os atr¨¢s, actuaron en el South by Southwest (SXSW) de Estados Unidos y en el Eurosonic de Groningen de Holanda. Ahora, Melenas est¨¢n reunidas en torno al escenario de la plaza Mayor de Torrelaguna, donde tocan en el ciclo de conciertos de la Sesi¨®n Verm¨² de la Comunidad de Madrid. Es un grupo con mucha personalidad, cuyas canciones tienen una narc¨®tica dulzura al tratar los sinsabores que nacen en el tr¨¢nsito hacia la vida adulta, defendiendo siempre un territorio sonoro muy buscado, todo un ejercicio art¨ªstico a conciencia. ¡°Una de las cosas que nos ha molestado es que a veces nos sentimos un poco encasilladas por ser mujeres. Como si fu¨¦ramos un g¨¦nero. Lo nuestro no es un tipo de m¨²sica por estar hecha por mujeres¡±, reclama la baterista Laura Torre.
De otro car¨¢cter bien distinto, pero igual de logrado, es Cari?o, que el pasado a?o iba a tocar en el festival estadounidense Coachella, pero la pandemia lo impidi¨®. En 2018 fue la gran sensaci¨®n del indie de ¨²ltimo cu?o junto con los chicos de Carolina Durante. Al principio, estas chicas, que les gustaba salir de fiesta por el barrio madrile?o de Malasa?a, grababan las canciones en casa con el ordenador, sin apenas conocimientos musicales, luego se metieron en un local de ensayo y acabaron recorriendo el pa¨ªs entero. ¡°Aprendimos a tocar y cantar en una gira de 100 conciertos en el que cada fin de semana era como un campamento¡±, confiesa Paola entre risas. Su electropop, tambi¨¦n llamado entra?ablemente ¡°tontipop¡±, narra ¡°sin filtros¡± la vida cotidiana de unas j¨®venes que se conocieron a trav¨¦s de Tinder, tal y como cuentan las tres integrantes del grupo en los locales de ensayo Pandora¡¯s Vox, junto a la estaci¨®n de Atocha. ¡°Nuestro lema es que hacemos pop de barrio para la bajona¡±, afirma Alicia Ros.
El Tinder y la fiesta por Malasa?a tambi¨¦n unieron a Ginebras, la ¨²ltima gran revelaci¨®n del indie. En la red social de b¨²squeda de pareja, Mag¨¹i y la guitarrista Sandra Sabater, que se conocieron en la Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de Madrid, encontraron a Raquel en 2018. La ¡°falta de pasta¡± tambi¨¦n las acerc¨®. Sentada con el resto del grupo en una sala El Sol vac¨ªa, donde tocaron unas semanas antes de estallar la pandemia, Raquel cuenta c¨®mo llev¨® a Mag¨¹i y Sandra a un bar irland¨¦s de Recoletos ¡°algo caro¡± y se dio cuenta de que no andaban bien de dinero. ¡°Dije: ¡®OK. Son de las m¨ªas. Van sin un duro por la vida¡±, r¨ªe. Su pop-rock guitarrero transmite la misma alegr¨ªa contagiosa por vivir de la que hablan sus canciones ¡°sin pretensiones¡±, aunque sea para contar los avatares emocionales de unos adolescentes que luchan contra la precariedad laboral, la presi¨®n social y la b¨²squeda de identidad en un mundo hiperestimulado. El humor es su mejor arma, como lo es tambi¨¦n en bandas como Cari?o, Lisasinson, Amparito o Estrogenuinas, aportando una estimulante mirada femenina a la observaci¨®n de nuestra sociedad. Lo hacen sin prejuicios y sin ninguna arrogancia, dando a la mujer un papel activo en la toma de sus decisiones, normalizando la bisexualidad o comentando las dificultades econ¨®micas de su generaci¨®n. Incluso versionando Con altura, de Rosal¨ªa, en el caso de Ginebras, y Llorando en la limo, de C. Tangana, en el de Cari?o. Son las cosas del pop espa?ol actual, donde los vasos comunicantes no entienden de estilos y s¨ª de una visi¨®n amplia y de mente abierta.
Una visi¨®n y una mente que, con estas bandas de chicas, tocando como si todo les perteneciera, han venido para quedarse.
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