Guerrilla en el alcorque
Crecen como champi?ones las iniciativas locales ciudadanas para hacer florecer el espacio verde, cultivar alimentos de proximidad y dar protagonismo al peat¨®n en detrimento del coche
Nadie dijo que la vida en la ciudad fuera f¨¢cil y ahora todav¨ªa menos. La triple crisis nos retiene en burbujas familiares, cines caseros en forma de series enlatadas por las que ver surgir algo de verde, solo como escenario de fondo en luchas dist¨®picas.
Entonces, no es de extra?ar que los grupos de green guerrilla urbanos est¨¦n m¨¢s activos que nunca, ni que bi¨®logos se unan a agr¨®nomos para averiguar c¨®mo transformar las naranjas amargas de las calles en fruta comestible, con tan solo un injerto. Tampoco es raro agudizar la imaginaci¨®n para que lo que plantes en ese alcorque vac¨ªo sea un ¨¢rbol y adem¨¢s frutal.
Y si para preservar tu peque?a plantaci¨®n, ideas una estructura con banco incluido para sentarte a su sombra, has dado en la diana. As¨ª ha pasado en Madrid gracias al ingenio de unas cuantas manos verdes muy vinculadas al evento Humus Revolution que cada a?o se celebra en La Casa Encendida. Y tambi¨¦n en Zaragoza, donde el #bancorque se ha hecho viral.
#RevoltaVe?nal #Recuperemlaciutat reclaman m¨¢s aire limpio, m¨¢s espacio, m¨¢s comunidad, m¨¢s barrio
La respuesta al grave problema de la calidad del aire en las ciudades debe pasar por reducir el transporte privado y su emisi¨®n de gases constante, pero tambi¨¦n por reverdecer cualquier rinc¨®n de nuestras vidas. Desde que lleg¨® la pandemia recuperar la ciudad se ha convertido en prioridad. Primero en Barcelona y luego tambi¨¦n en Olot, L¡¯Hospitalet de LLobregat, Sabadell, Vilassar de Mar, se organizan cortes de calles algunos domingos para reclamar la vida cotidiana en el lugar que desde hace a?os ocupan aut¨¦nticas autopistas urbanas.
Bajo el paraguas de #RevoltaVe?nal #Recuperemlaciutat se reclama m¨¢s aire limpio, m¨¢s tranquilidad, m¨¢s verde, m¨¢s espacio, m¨¢s comunidad, m¨¢s barrio, m¨¢s comercio, m¨¢s igualdad, m¨¢s personas y menos coches. El d¨ªa se?alado, con mascarilla y manteniendo la distancia de seguridad, la autopista urbana se transforma, ya no hay coches, brota la vida y se activan las iniciativas. Los peque?os juegan con tizas en el asfalto, una bici DJ mezcla la m¨²sica, alguna pareja baila y un grupo intercambia esquejes.
Las plantas est¨¢n destinadas a esos alcorques ahora vac¨ªos en los que habitaba un ¨¢rbol. La cuesti¨®n es que las plantas no duran mucho, est¨¢n expuestas a la condici¨®n de pipi-can, cenicero, basurero que nos empe?amos en perpetuar. Una colega de lucha de alcorques me comenta que lleva m¨¢s de 15 plantas repuestas, y maderas y carteles de: ?atenci¨®n aqu¨ª hay plantas! Y vallas protectoras desclavadas continuamente. Sabemos que eso pasa y no desistimos en reponer.
As¨ª que all¨ª estamos, en la autopista urbana convertida en lugar de paz con nuestra aportaci¨®n para intercambiar. Hay limones del peque?o patio trasero que se intercambian por tiestos de capuchinas y un mont¨®n de variedades de plantas crasas pronto crecer¨¢n repartidas por la ciudad. Alguien ha improvisado un taller de kokedamas y otra mano m¨¢s ha tra¨ªdo bolas de semillas, Nendo Dango, para lanzar y dispersar de vuelta a casa.
Reverdecer la ciudad s¨ª, pero tambi¨¦n hacerla m¨¢s comestible. En eso est¨¢n otros colectivos urbanos como Espigoladors, una Fundaci¨®n que trabaja por el aprovechamiento alimentario. Hace pocos d¨ªas y en colaboraci¨®n con el Distrito de Sant Andreu, en Barcelona, la Fundaci¨®n moviliz¨® a 25 personas voluntarias para recoger las naranjas amargas de los ¨¢rboles de las calles del barrio. Esa ma?ana a primera hora, las voluntarias recibieron una formaci¨®n espec¨ªfica que les ayudar¨ªa a recoger los frutos sin tanto esfuerzo y acumularon 800 kilos de fruta. Se trata de una prueba piloto para recuperar y transformar la naranja amarga de las calles, aprovechando que en pocos meses la ciudad de Barcelona se convertir¨¢ en Capital Mundial de la Alimentaci¨®n Sostenible. La idea es recolectar la naranja amarga de la calle y hacer mermelada con ella, para entidades sociales que dan acceso a una alimentaci¨®n saludable.
En nuestro libro La Ciudad Comestible (Edit. Morsa) recordamos esa tradici¨®n de los vecinos de otro barrio vecino, el de Sant Mart¨ª de Proven?als, que cada a?o recolectaban tambi¨¦n las naranjas de la calle y hac¨ªan mermelada en la plaza cercana, en comunidad. Naranja kil¨®metro 0. Ciudades comestibles, s¨ª, ciudades en decrecimiento que deben dar pronto respuesta a la emergencia clim¨¢tica en la que nos encontramos. Una buena oportunidad para reconocer que pronto deberemos conseguir alimentos lo m¨¢s cerca posible. La agricultura urbana, la recolecci¨®n de frutos en las calles asfaltadas, los prados silvestres entre edificios que aporten biodiversidad a la ciudad, est¨¢n volviendo para quedarse.
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