S¨¢lvese quien pueda
Los datos de la Ayuda al Desarrollo para 2020 se quedan muy lejos de las necesidades impuestas por la pandemia
Hace solo unos meses, la nota de prensa del Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo de la OCDE hubiese sido una magn¨ªfica noticia: ¡°La ayuda internacional de los donantes oficiales alcanz¨® en 2020 el m¨¢ximo hist¨®rico de 161.200 millones de d¨®lares [134.000 millones de euros]¡±. La cifra supone un incremento del 3,5%, en t¨¦rmino reales, con respecto a 2019, y supera en 30.000 millones de d¨®lares las cifras de hace solo cinco a?os. Diecis¨¦is donantes han incrementado su ayuda en el ¨²ltimo a?o.
?Por qu¨¦ no sacamos, entonces, la sidra champanada? Por la simple raz¨®n de que operamos en otro universo. El universo definido por una pandemia cuyos impactos directos e indirectos, inmediatos y previsibles, han puesto patas arriba la estrategia global de desarrollo. Y en ese espacio paralelo, el mensaje de los pa¨ªses ricos recuerda al que debi¨® gritar el bueno de J¨®zsef Sz¨¢jer cuando la polic¨ªa belga interrumpi¨® su soir¨¦e picante: ¡°S¨¢lvese quien pueda¡±.
Repasemos algunos n¨²meros. El r¨¦cord de la ayuda internacional ha venido espoleado por la respuesta de algunos donantes al impacto de la covid-19 en las regiones m¨¢s pobres del mundo. Las instituciones europeas, en particular, se responsabilizaron de nueve de los 12.000 millones de d¨®lares (10.000 millones de euros) extra destinados por los donantes a este prop¨®sito (ver gr¨¢fico adjunto).
El problema es que este esfuerzo debe ser comparado con el que los pa¨ªses ricos han hecho para salvarse a s¨ª mismos. Toda esta hist¨®rica Ayuda al Desarrollo supone ¨Cseg¨²n c¨¢lculos de la propia OCDE¨C un 1% de los 16 billones de d¨®lares [13,35 billones de euros] que los Estados Unidos, la Uni¨®n Europea, el Reino Unido y otros han destinado sus propios rescates nacionales. Mientras nuestros presidentes convierten sus parlamentos en teletiendas donde exhibir coches, turbinas, microprocesadores y semillas, las cuatro quintas partes restantes del planeta se asoman al abismo.
Enti¨¦ndanme bien: soy el primer entusiasta de los programas Next Generation y de su aspiraci¨®n regeneradora. Pero resulta ingenuo ¨Cpor no decir criminal¨C pensar que esas generaciones futuras van a poder desenvolverse como islas de sostenibilidad en un planeta que se hunde. Que, de hecho, ya se hund¨ªa (literalmente) antes de la pandemia. Solo en materia de clima, la comunidad de donantes ha fracasado sonoramente a la hora de reunir los 100.000 millones de d¨®lares de financiaci¨®n adicional para los pa¨ªses pobres comprometidos hace una d¨¦cada. Como se?ala el Center for Global Development, casi la mitad de los 79.000 millones reportados como adicionales a la OCDE corresponden en realidad a un ejercicio de contabilidad creativa y no a un compromiso a?adido para compensar los estragos del calentamiento global. Espa?a, ay, invirti¨® el esfuerzo reduciendo su contribuci¨®n en 4.000 millones de d¨®lares.
Incorporen covid a la ecuaci¨®n y eleven estas cifras exponencialmente. Si la Biblia fuese escrita hoy, describir¨ªa un Apocalipsis muy parecido a los doce gr¨¢ficos con los que el Banco Mundial resum¨ªa hace poco el a?o 2020: cerca de 100 millones de personas m¨¢s en la pobreza extrema; una crisis de deuda soberana que deja a la de los a?os ochenta en un buen recuerdo; otra de deuda personal no menos importante y derivada de los gastos sanitarios; una ca¨ªda inaudita en las remesas de los migrantes (que, a¨²n as¨ª, aguantan heroicamente); 1.500 millones de estudiantes expulsados de la escuela como consecuencia de la pandemia; un incremento de hasta 132 millones de personas desnutridas¡
Resulta dif¨ªcil exagerar esta cat¨¢strofe. Pero resulta igualmente complicado entender en qu¨¦ escenario la comunidad de donantes considera que el statu quo es una idea razonable. El aislacionismo que rebuznan los populistas de ultraderecha en la UE es exactamente lo que parece: una visi¨®n ignorante, anticient¨ªfica y cruel del futuro que nos espera. Y las medidas que lo llevan a t¨¦rmino ?¨Ccomo el nacionalismo de la vacuna y de la expansi¨®n fiscal¨C indican el camino equivocado.
La Ayuda al Desarrollo es una de las pol¨ªticas p¨²blicas mejor equipadas para el tiempo que viene. Comprende la necesidad de una gobernanza s¨®lida y justa frente a desaf¨ªos complejos; tiene experiencia en la innovaci¨®n de pol¨ªticas y la conformaci¨®n de alianzas improbables; est¨¢ acostumbrada a orientarse y medirse de acuerdo con el impacto de sus acciones. Es el momento de multiplicar los recursos y la ascendencia pol¨ªtica de la cooperaci¨®n, no de darnos por satisfechos con mantenerlos. Ojal¨¢ los partidos de nuestro pa¨ªs recuerden esto en la pr¨®xima negociaci¨®n presupuestaria y en la reforma legislativa de la Cooperaci¨®n Espa?ola.
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