?A qui¨¦n y d¨®nde va la ayuda al desarrollo?
En el libro 'Debates y controversias en la cooperaci¨®n al desarrollo', el autor aborda el tema de los fondos internacionales que se destinan a asistir a refugiados en los propios pa¨ªses donantes. Este es un avance
Desde sus inicios, la ayuda oficial al desarrollo (AOD) ha tenido una fuerte orientaci¨®n a dar respuesta a los intereses de los propios pa¨ªses donantes, alej¨¢ndose as¨ª de las necesidades de los pa¨ªses empobrecidos. Esto ha llevado a que canalice, con frecuencia, una compleja amalgama de recursos, medios e instrumentos que en no pocas ocasiones benefician m¨¢s a los pa¨ªses que la ofrecen que a las poblaciones que la reciben.
El crecimiento de las migraciones forzosas y de refugiados en los ¨²ltimos a?os, especialmente hacia Europa, ha llevado a los pa¨ªses donantes de ayuda a dedicar m¨¢s y m¨¢s recursos a atender a refugiados y solicitantes de asilo en su propio territorio, algo desconocido, que desvirt¨²a completamente ese ambiguo principio de que la AOD se dirija a la mejora del desarrollo econ¨®mico y el bienestar de los pa¨ªses pobres. Por el contrario, en la medida en que importantes partidas presupuestarias se gastan en los propios pa¨ªses occidentales, particularmente europeos, financiando servicios y dispositivos de distinta naturaleza para la atenci¨®n y acogida a refugiados y solicitantes de protecci¨®n internacional, se ha producido una reorientaci¨®n de la ayuda hacia las necesidades de los donantes, restando recursos y energ¨ªas a la lucha contra la pobreza y la mejora de las condiciones de vida en los pa¨ªses m¨¢s vulnerables.
En la medida en que las migraciones internacionales adquieren importancia en las ¨²ltimas d¨¦cadas, tanto en t¨¦rminos econ¨®micos y pol¨ªticos como en el aumento de los flujos hacia pa¨ªses occidentales, con frecuencia en condiciones extremadamente dolorosas, los pa¨ªses donantes del CAD han incorporado en sus pol¨ªticas de ayuda al desarrollo de manera creciente recursos y partidas para estas finalidades.
De esta forma, si en el a?o 1996 todos los pa¨ªses donantes de ayuda en el mundo dedicaron 664 millones de d¨®lares a estos gastos para la atenci¨®n a refugiados en su propio territorio, dos d¨¦cadas despu¨¦s, esta misma partida de gastos se multiplic¨® por 24, ascendiendo en el a?o 2016 a 15.959 millones como respuesta a la llamada ¡°crisis de los refugiados¡± que desde Oriente Medio y ?frica llegaron hasta Europa. Es decir, los pa¨ªses occidentales y particularmente los europeos, emplearon partidas elevadas de una ayuda al desarrollo menguante en atender las necesidades de los refugiados que llegaron a sus pa¨ªses, en lugar de ayudar y fortalecer a los pa¨ªses golpeados por la violencia y la pobreza. Estos gastos representaron en ese a?o 2016 el 11% de toda la ayuda al desarrollo que dieron los pa¨ªses donantes que forman parte del CAD (Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo) de la OCDE, elev¨¢ndose hasta el 15% para los pa¨ªses europeos donantes, una proporci¨®n en descenso, que para 2018 se situ¨® en el 7,1% de total de la ayuda para los pa¨ªses del CAD y el 9,5% en los pa¨ªses europeos, en l¨ªnea con el importante descenso en la llegada de refugiados.
El caso de Espa?a es llamativo en la medida en que el 60% de todos los gastos que a lo largo de su historia ha consignado como ayuda a refugiados en territorio espa?ol lo ha hecho en los ¨²ltimos cuatro a?os, precisamente cuando la ayuda espa?ola se ha desplomado a niveles hist¨®ricos. Hasta tal punto que en 2015 Espa?a dedic¨® un 15% de su ayuda al desarrollo a estas partidas, retrocediendo hasta el 9,5% en 2018. Adem¨¢s, Espa?a ser¨ªa uno de los pa¨ªses del mundo que declarar¨ªa mayor gasto por refugiado al a?o, unos 13.296 d¨®lares.
Doble crisis
Las pol¨ªticas de cooperaci¨®n al desarrollo han contribuido a impulsar migraciones con buena parte de sus intervenciones multilaterales y bilaterales, aplicadas con frecuencia como modelos de soluci¨®n ¨²nica, permaneciendo de espaldas al desmoronamiento social que en numerosas comunidades se ha producido en estas ¨²ltimas d¨¦cadas. La creciente disparidad en los procesos de avance social y democr¨¢tica entre los pa¨ªses en desarrollo y desarrollados, junto a las guerras, conflictos e intervenciones militares que en los ¨²ltimos a?os se han cronificado en ?frica, Oriente Medio y algunos pa¨ªses latinoamericanos, han generado una bolsa creciente de refugiados y desplazados que se han sumado a las corrientes migratorias de las ¨²ltimas d¨¦cadas que aspiraban por llegar a los pa¨ªses occidentales en condiciones cada vez m¨¢s desesperadas.
Es por ello por lo que los pa¨ªses donantes han ido incluyendo en su Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) las pol¨ªticas de atenci¨®n a refugiados en su propio territorio, pero sin criterios armonizados, m¨¢s preocupados por encajar estos gastos dentro de sus partidas de ayuda al desarrollo que por construir una pol¨ªtica respetuosa y coherente de asilo y refugio. De esta forma, a la crisis del sistema de cooperaci¨®n se ha sumado la crisis en el sistema de asilo y refugio, de manera que la suma de ambas ha profundizado el declive que atraviesan estos dos niveles de intervenci¨®n simult¨¢neamente.
Ahora bien, el avance de estas partidas de gastos para la atenci¨®n a refugiados en los propios pa¨ªses donantes de acogida financiadas con dinero de la ayuda al desarrollo para los pa¨ªses pobres, especialmente durante los a?os en los que Europa vivi¨® la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, no se corresponde con un avance en las pol¨ªticas de acogida, en mejores procesos de incorporaci¨®n social de los refugiados, e incluso en un mejor reconocimiento del derecho al asilo y a la protecci¨®n internacional. Ni los gastos est¨¢n relacionados con estas variables, dada la disparidad de criterios que cada pa¨ªs aplica, ni las pol¨ªticas de asilo han avanzado en los a?os en que m¨¢s recursos de la ayuda al desarrollo se han aplicado, ni tampoco existen evidencias de que los destinatarios de estos gastos en suelo europeo hayan tenido una mejora en sus condiciones asilo a lo largo del a?o en que, se supone, han recibido este apoyo econ¨®mico.
Por el contrario, los recursos dedicados a solicitantes de asilo y refugio durante su primer a?o de estancia en los pa¨ªses donantes han tenido una voluntad de reforzar las capacidades institucionales en pol¨ªticas migratorias y de asilo, nada que ver con la mejora del desarrollo y el bienestar en los pa¨ªses origen de esos refugiados, en todos los casos, pa¨ªses pobres, con frecuencia, azotados por guerras, hambrunas, conflictos y privaciones. Ni siquiera se han impulsado desde las pol¨ªticas de ayuda v¨ªas para impulsar patrones nuevos que vinculen las migraciones y el desarrollo, que algunos pa¨ªses han tratado de trabajar por medio de organizaciones de la sociedad civil con comunidades del Sur, intentando a renovar una ayuda oficial al desarrollo en decadencia.
La Ayuda al Desarrollo tiene mucho camino por delante para contribuir a una mejor comprensi¨®n e intervenci¨®n social y pol¨ªtica sobre los dilemas globales relacionados con las migraciones forzosas y los refugiados que est¨¢n marcando nuestra convivencia. En un planeta com¨²n no hay salvaciones individuales, y de ah¨ª la importancia de unas pol¨ªticas de cooperaci¨®n al desarrollo que tienen que ser fuente de esperanza en el mundo.
Carlos G¨®mez Gil es profesor e investigador en cooperaci¨®n al desarrollo en la Universitat D¡¯Alacant (UA), autor del libro?Debates y controversias en la cooperaci¨®n al desarrollo. Fondos privados de ayuda, acuerdos neocoloniales y ayuda a refugiados (Publicaciones de la Universitat D¡¯Alacant, 2020).
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