Un alto en las Hurdes

Tradicionalmente reservado al oto?o o la primavera, el turismo rural de verano puede constituir una buena opci¨®n para escapar del calor de la ciudad, sin necesidad de pelearse por un metro de arena en las abarrotadas playas.

La comarca cacere?a de las Hurdes constituye un buen destino durante el est¨ªo para un fin de semana largo. La regi¨®n, incluida en la llamada Espa?a h¨²meda, est¨¢ plagada de pozas, riachuelos y charcos, donde darse un buen ba?o de agua cristalina y fresca. Sus pueblos, de nombres tan pintorescos como Caminomorisco, Ribera Oveja o Pinofranqueado, viven, adem¨¢s, sus meses m¨¢s alegres con la llegada de los veraneantes. Adem¨¢s, los hurdanos son gente cercana. No es dif¨ªcil entablar una conversaci¨®n con un lugare?o sobre la ¨²ltima cosecha de la cereza y la oliva, o sobre la vibrante victoria de Espa?a la Eurocopa.

Una buena opci¨®n para disfrutar de estos peque?os placeres es la Posada del Casar, en el municipio de Casar de Palomero. Un peque?o hotel rural, abierto hace unos meses y gestionado por una pareja de reci¨¦n casados.

Adopta su nombre de la casona en la que se aloj¨® Unamuno durante sus viajes por la zona. La antigua posada, que ya funcionaba en el siglo XIX, estaba situada en el mismo emplazamiento que el hotel, aunque ya no quedan restos de las antiguas instalaciones. En su lugar, un edificio de aspecto rural y c¨¢lidas habitaciones domina en la conocida popularmente como Plaza de la Fuente de abajo.

Sabores extreme?os

La cocina de la Posada del Casar es el perfecto ejemplo de la mezcla de modernidad y tradici¨®n que impera en la restauraci¨®n de nuestro tiempo, a precios moderados. Sus platos mezclan los olores y sabores de la gastronom¨ªa tradicional extreme?a, como la torta del Casar o el jam¨®n ib¨¦rico de bellota, con un toque de modernidad.

Las estrellas de la sencilla carta son la crema de boletus al azafr¨¢n (sobre todo, en temporada); el jarrete de cordero asado, con pur¨¦ trufado y cebollitas confitadas; y el solomillo de retinto al carb¨®n, acompa?ado de un pastel de setas. Ambos platos suponen una explosi¨®n de sabor en la boca. En los dulces, destaca el flan casero de casta?as maceradas en vino dulce y el biscuit de higos secos, nueces y miel de las Hurdes.

En la carta de vinos reinan los caldos de la zona. El Torre Julia y El Monasterio de Tentudia casan a la perfecci¨®n con las viandas y quesos de la gastronom¨ªa local.

Una fuente aporta la banda sonora a las comidas en el comedor de la posada, situado en una luminosa estancia de piedra. La chimenea, en cambio, se ha reservado para el sal¨®n de los hu¨¦spedes, en la primera planta. Las noches de verano piden salir a la calle pero, en cuanto llega el fr¨ªo, la habitaci¨®n se convierte en animado lugar de encuentro de los clientes, que charlan o se divierten con los juegos de mesa, junto al fuego.

Cada habitaci¨®n del hotel ha sido modesta pero cuidadosamente decorada por los due?os del establecimiento, Sara y Rub¨¦n. Ellos han querido dar personalidad propia a cada una de ellas, empleando muebles, colores y ropa de cama diferente. Los clientes pueden elegir la que m¨¢s les plazca, siempre teniendo en cuenta la disponibilidad del hotel.