La 'garota' de Brasil
Tan linda y llena de gracia como la chica de Ipanema, Rio de Janeiro deslumbra al viajero gracias a su entorno natural y al inclonable car¨¢cter de sus gentes: 'realidade, muita garra e carnaval'.
R¨ªo de Janeiro maravilla. Lo hace de forma tan contundente que el sentimiento agridulce que destila su realidad no desmejora para nada la experiencia viajera. La enriquece, incluso. Es una ciudad id¨®nea para la diversi¨®n, la alegr¨ªa, el baile y todo lo que ustedes quieran a?adir en relaci¨®n a pasarlo en grande. Pero R¨ªo tambi¨¦n maravilla porque evidencia de forma tan cercana y directa las enormes y crudas diferencias entre sus habitantes, que hay mucho m¨¢s que carnaval y resacas de caipirinha en el poso que deja en el viajero.
Hay dos ciudades dentro de R¨ªo. La de tez blanca, palpable cada noche en la escena del barrio de Lapa, y la m¨¢s africana, que se re¨²ne en las escolas de samba al caer la noche. Sin intenciones sociol¨®gicas, EL VIAJERO propone diez planes para conocer sus diferentes caras y atractivos, nocturnos y diurnos.
Hay un punto de urgencia en ello: queda poco tiempo para conocer R¨ªo de Janeiro antes de que cambie definitivamente su aspecto, pues el gobierno regional ha comenzado a levantar muros que a¨ªslan las favelas de las zonas m¨¢s tur¨ªsticas. M¨¢s seguridad, mejor est¨¦tica... menos esencia. Nuestra ruta arranca en el lugar donde todos, absolutamente todos los cariocas, tiene cabida: la arena de sus playas.
1. Lucir palmito
Ipanema o Copacabana, la eterna cuesti¨®n. Son las playas por excelencias de R¨ªo de Janeiro, aunque haya otras (Flamengo, Leme, Leblon...). La primera musical, activa y bohemia; la segunda, algo decadente y s¨ªmbolo del lujo y la opulencia de anteriores d¨¦cadas, pero igualmente atractiva. Ambas con un denominador com¨²n: el punto de encuentro donde los cariocas demuestran su devoci¨®n por el deporte, y su casi obsesi¨®n por el culto al cuerpo.
Hay que pasearse por este m¨ªtico binomio playero, unido por la punta del Arpoador, y empaparse de la esencia carioca. Es algo m¨¢s que un mero d¨ªa de playa, forma parte de la cultura de esta ciudad y sus habitantes. Este dec¨¢logo de propuestas sugiere el punto de inicio: Ipanema, entre los postos 9 y 10.
2. Palmeras imperiales
El ajetreo playero, especialmente en fin de semana, se detiene bruscamente al entrar en el Jard¨ªn Bot¨¢nico de R¨ªo. Considerado el de mayor extensi¨®n del mundo, invita a dos recorridos. El primero pasa por admirar la riqueza y diversidad de especies -m¨¢s de seis mil- que acumulan sus 137 hect¨¢reas de extensi¨®n. Mucha flora pero tambi¨¦n peculiar fauna, como los tucanes que revolotean entre sus ¨¢rboles.
La segunda es de tinte hist¨®rico, pues el propio nacimiento e historia del Bot¨¢nico conecta la urbe con su pasado colonial, cuando apenas era un jard¨ªn de aclimataci¨®n para las ex¨®ticas especies tra¨ªdas de oriente. Eran tiempos del Rey Juan VI de Portugal, quien plant¨® la primera de sus palmeras reales, hoy uno de sus grandes reclamos.
3. Selva urbana
Una de las principales singularidades de Rio de Janeiro es su entorno. Pocas megal¨®polis pueden presumir de un paraje natural en pleno centro. Tanto, que el intenso verde del Parque de Tijuca separa la tur¨ªstica zona sur de la sucesi¨®n de barrios humildes que extienden hacia el norte. Sus 3.300 hect¨¢reas, asediadas en su per¨ªmetro por trepadoras favelas, fueron declaradas Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1991.
Un pulm¨®n envidiado por otras urbes en su lucha contra la contaminaci¨®n, que tambi¨¦n se traduce en diversi¨®n y riqueza natural para los habitantes de R¨ªo. Por ello se orden¨® a finales del siglo XIX la reforestaci¨®n de sus laderas con la vegetaci¨®n original (hasta entonces desterrada por plantaciones de caf¨¦). Con el conocido Cristo Redentor en lo alto del pico Corcovado, Tijuca ofrece posibilidades tan l¨²dicas como la escalada, el senderismo y hasta un vuelo en ala delta.
4. El coraz¨®n de R¨ªo
Cada mes de febrero la ciudad exporta al mundo uno de sus mejores productos, el carnaval. El desfilar de las diez escuelas de samba elegidas por el m¨ªtico Samb¨®dromo, siempre atestado de p¨²blico, es s¨®lo la estampa m¨¢s famosa de una ciudad tomada, de punta a punta, por semejante espect¨¢culo de m¨²sica, luz y color. Pero en R¨ªo, la samba fluye con igual ritmo el resto del a?o.
El puro azar puede ayudar a comprobarlo, cuando un dicharachero taxista, miembro de una escola de samba de Rocinha, la favela m¨¢s grande y distinguida de R¨ªo de Janeiro, desliza durante el trayecto una invitaci¨®n para vivir, unas horas despu¨¦s, la noche decisiva: se elige la composici¨®n que presentar¨¢ la escuela para acudir a los pr¨®ximos carnavales.
Y as¨ª, gracias a tan repentino, amigable y seguro ofrecimiento, es posible sumergirse a placer en una noche repleta de ritmos, caipirinha, asombrosos movimientos de cadera y atronadoras percusiones. La posibilidad de comprobar en persona, sin conservantes ni colorantes, lo que el carnaval representa para las gentes de esta ciudad.
5. R¨ªo acelerado
Salir del metro a la superficie en el Centro financiero puede resultar chocante. No parece la misma ciudad. Ejecutivos a paso acelerado, trafico que raya lo fren¨¦tico y la sensaci¨®n de haber sido s¨²bitamente transportado a urbes m¨¢s agitadas, como S?o Paulo. Pero el radical contraste entre lo vertical de los edificios y la amplitud de las cercanas playas, hace merecedor el paseo por esta otra cara de Rio de Janeiro.
Hay refugio entre tanto ajetreo. Prueben a tomarse un buen zumo, o una vitamina (batido de fruta con leche) en las tiendas que se intercalan entre tanto hormig¨®n. Despu¨¦s, ya m¨¢s tranquilos, podemos seguir ruta regresando a las profundidades del metro. De d¨ªa es seguro y sumamente ¨²til para moverse por la ciudad. Adem¨¢s, como en otras capitales de Iberoam¨¦rica, reserva un vag¨®n exclusivo para mujeres, con el fin de protegerlas de acosos sexuales.
6. Bajo los Arcos
El siguiente punto de esta ruta, no obstante, no hace necesario volver al subterr¨¢neo. Basta con caminar unos minutos hasta las estribaciones de uno de los barrios m¨¢s animados de la ciudad. No hay p¨¦rdida, los llamativos e inconfundibles Arcos de Lapa -un antiguo acueducto que data del siglo XIX- nos indicar¨¢n que estamos a punto de sumergirnos en sus calles.
Bares, caf¨¦s, conciertos y mucha animaci¨®n en plena calle esperan en Lapa a quienes busquen un agradable y distendido ambiente nocturno, entre la clase m¨¢s pudiente de la ciudad. El R¨ªo de Janeiro m¨¢s acomodado y de tez blanca, que no excluye humildes puestos callejeros en los que administrarse caipirinhas, digamos, menos higi¨¦nicas. De hecho, hay que estar preparados para las mayores excentricidades nocturnas que puedan imaginarse. Porque ocurren.
7. Colgados del 'bondinho'
En un equilibrio entre lo sorprendente y lo temerario, el tranv¨ªa m¨¢s c¨¦lebre de R¨ªo de Janeiro, com¨²nmente conocido como 'bondinho', recorre el escueto perfil de los Arcos de Lapa rumbo al bohemio barrio de Santa Teresa, que acoge coloridas casas, peque?os restaurantes de comida casera y tiendas de artesan¨ªa. No es extra?o. Pintores, escritores y artesanos han ido convergiendo en sus empinadas y adoquinadas calles, y actualmente son un referente entre la gente del barrio.
Tur¨ªstico y popular, este entra?able tranv¨ªa, ya centenario, remonta cada d¨ªa entre favelas la ladera de Santa Teresa. Salvo que se contrate esa especie de safaris organizados a bordo de un jeep que recorren favelas como Rocinha, es lo m¨¢s cerca que se puede estar de ellas. De hecho, buena parte de los viajeros de este curioso tranv¨ªa son ni?os de favelas, que colgados literalmente del vag¨®n -no se asusten-, se ahorran pasar por caja.
8. Bajo el P?o de A?¨²car
El otro 'bondinho' de Rio de Janeiro se encuentra al otro lado de la ciudad, al final de la Avenida Pasteur. Al pie del Pan de Az¨²car, uno de los principales s¨ªmbolos de la ciudad, este conocido funicular eleva cada d¨ªa a cientos de turistas hasta su cima, convertida en el mejor mirador de R¨ªo, sobre todo al atardecer. No se extra?en si, en pleno ascenso, ven escaladores encaramados a las tapias de tan c¨¦lebre morro. Es pr¨¢ctica habitual.
Las profundidades del Pan de Az¨²car tambi¨¦n merecen la pena, por varias razones. Por ejemplo, el agradable paseo que serpentea por su base (poblado de aficionados al joggin y la bicicleta), la escondida playa Vermelha, o de nuevo por los numerosos escaladores que se concentran junto a los tochos de roca que jalonan el camino, donde pasan la tarde practicando b¨²lder (escalada sin cuerda en rocas de escasa altura).
9. Las tres catedrales de R¨ªo
Sin miedo al error, se puede afirmar que los habitantes de R¨ªo profesan tres religiones: la cat¨®lica, la futbol¨ªstica y el carnaval. El orden de importancia ya es cosa de cada uno de ellos. Eso s¨ª, las tres cuentan con su propio templo, que conforman casi una particular mini ruta dentro de estas diez propuestas.
Mezcla de iglesia y una nave espacial, la Catedral de Sao Sebastiao se levanta imponente y futurista en las cercan¨ªas de Lapa. Es recomendable adentrarse en este descomunal templo, de impresionantes medidas y sorprendente arquitectura. No lejos de all¨ª, se encuentra el segundo gran centro ceremonial: el citado Samb¨®dromo. Cada mes de febrero, las diez escuelas de samba seleccionadas viven su particular ¨¦xtasis al atravesar durante una hora la Rua de Marqu¨ºs de Sapuca¨ª.
El tercero de los grandes templos es, evidentemente, Maracan¨¢. El estadio m¨¢s grande del mundo, y probablemente tambi¨¦n el m¨¢s famoso, escenario de las haza?as de Pel¨¦ y la canarinha, muestra una nueva cara, gracias a las obras de remodelaci¨®n y modernizaci¨®n de cara al Mundial de 2014, que acoger¨¢ Brasil. Hasta los no futboleros se han sentado en sus gradas... por algo ser¨¢.
10. Un abrazo de despedida
Es un sentimiento mutuo el que da t¨ªtulo a esta d¨¦cima propuesta. Del visitante a la ciudad, y de la ciudad al que la visita. En el segundo caso, los abrazos de acogida y despedida con los que R¨ªo de Janeiro agasaja a los viajeros est¨¢ simbolizado por el ic¨®nico y gigante Cristo Redentor, en la cumbre del cerro Corcovado.
La subida hasta la cima se realiza a bordo de un divertido tren, donde la samba demuestra su poder y omnipresencia en esta ciudad: algunos tendr¨¢n que bailar s¨ª o s¨ª ante la insistencia de los m¨²sicos ambulantes que animan el trayecto.
Arriba espera otra envidiable y circular panor¨¢mica de la ciudad. El conjunto de las playas, las favelas, el Parque de Tijuca a la espalda y la laguna de Rodrigo de Freitas justo debajo, conforman un generoso y completo deleite visual, ideal para llevarse la beleza de esta ciudad en la retina para siempre.
Gu¨ªa pr¨¢ctica
Para un caf¨¦
- Confiteria Colombo (Rua Gon?alves Dias, 32). Una referencia en R¨ªo de Janeiro, cerca del centro financiero. Se trara de un caf¨¦ ya centenario -naci¨® en 1894- que mantiene viva la belle ¨¦poque carioca. Hay que disfrutar su arquitectura, tanto como la consumici¨®n. www.confeitariacolombo.com.br
Para cenar
- Restaurante Nova Capela (Mem de S¨¢, 96). Un cl¨¢sico dentro de la escena bohemia de Lapa. El exotismo de sus propuestas gastron¨®micas es la marca de la casa, frecuentada por quienes acuden a disfrutar de la noche carioca.
Para salir
- Teatro Odisseia (Avd. Mem de S¨¢, 66). A dos pasos del Nova Capela, este bar de copas y sala de conciertos ofrece un cartel sumamente activo, incluso entre semana. matrizonline.oi.com.br/teatroodisseia
Lecturas
- Rocinha (Andr¨¦ Cypriano. Senac Editoras). Un recorrido fotogr¨¢fico en blanco y negro por la favela m¨¢s grande y conocida de R¨ªo.
- Ciudad de Dios. (Paulo Lins. Quinteto). La novela que inspir¨® la conocida pel¨ªcula de Fernando Meirelles, en torno a la realidad de las favelas de R¨ªo de Janeiro.
Para escuchar
- Samba Esporte Fino, de Seu Jorge (2001, Regata M¨²sica). ?ste es el primer trabajo en solitario del ¨ªdolo carioca, quien vivi¨® en las calles de R¨ªo de Janeiro guitarra en mano hasta que la suerte se cruz¨® en su camino. Fernando Meirelles le reserv¨® un crucial papel (Man¨¦ Galinha) en su exitosa Cidade de Deus. seujorge.com
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