La Habana no hay m¨¢s que una
Gu¨ªa de imprescindibles, desde una azotea para declararse en la puesta de sol hasta las playas vecinas a la ciudad. Y un arma necesaria para triunfar: el choteo
M¨¢s se perdi¨® en Cuba, se dice en Espa?a a modo de consuelo cuando a uno le sucede una desgracia. Por algo ser¨¢ ?no? El clima ben¨¦volo, el ritmo de su m¨²sica, la atracci¨®n de la decadencia y la sensualidad de la gente, su simpat¨ªa en medio de la desgracia, la sensaci¨®n del tiempo detenido y de estar asistiendo al fin de una historia. Despu¨¦s de 28 a?os de vivir en la isla uno desarrolla ciertas man¨ªas, y este es un cat¨¢logo personal de algunas de ellas, aunque falta una principal: disfrutar hasta el amanecer en el Malec¨®n del humor de algunos buenos amigos cubanos que consideran el choteo un arma de defensa.
01 Otro daiquiri, mi hermano
Los cubanos se comen la erre o la cambian por la ele, y hay cantinas que son santuarios aunque dentro encuentres hordas de turistas. Uno es Floridita, con su barra de caoba y ambientaci¨®n neocl¨¢sica criolla, donde perdura el legado del catal¨¢n Constante, rey de los b¨¢rmanes, que en la d¨¦cada de los cuarenta populariz¨® el daiquiri frapp¨¦, cl¨¢sico al que Ernest Hemingway rindi¨® tributo en Islas en el golfo al poner a su h¨¦roe, Thomas Hudson, a merced de su batidora: "Hab¨ªa bebido dobles daiquiris helados, de los grandiosos daiquiris que preparaba Constante, que no sab¨ªan a alcohol y que al beberlos daban una suave y fresca sensaci¨®n. Como la del esquiador que se desliza desde la cima helada de una monta?a en medio del polvo de la nieve. Y luego, despu¨¦s de un sexto u octavo, la sensaci¨®n de la loca carrera de un alpinista que se ha soltado de la cuerda". Repita. Pero lo dif¨ªcil es levantarse...
02 Caza de libros en la plaza de Armas
Bajar a media ma?ana por la bulliciosa calle del Obispo hasta la plaza de Armas y bucear all¨ª en las tarimas de libros viejos de los cuentapropistas es una gran experiencia. Hay de todo: manuales de marxismo, postales viejas, obras de Carpentier y Nicol¨¢s Guill¨¦n, tratados sobre las enfermedades del frijol colorado en Pinar del R¨ªo, colecciones de la revista Bohemia de 1959 con Fidel Castro en portada jurando que no era comunista... Un trofeo son las Estampas de Eladio Secades. Una de ellas cuenta que "de La Habana alegre queda un residuo de seis noct¨¢mbulos que van a la cama cuando las criadas van al mercado. Unos cuantos cabar¨¦s con parejas de rumba y n¨²mero de casta?uelas. Y las academias de baile". La cr¨®nica es de 1943.
03 M¨²sica: del son al jazz afrocubano
La Habana sin m¨²sica no es La Habana. Y aunque a los m¨²sicos les pagan bien poco las empresas estatales, por suerte ellos siguen tocando. Para escuchar sones y vieja trova, nada mejor que la pe?a del Septeto Habanero, en los bajos del legendario estudio de la Egrem en la calle de San Miguel, donde se grab¨® Buena Vista Social Club y otros discos famosos. Todos los martes hay montunos picantes y guarachas de doble sentido. Por la noche (en La Zorra y El Cuervo o en el Jazz Caf¨¦) es un lujo ver a Roberto Fonseca, jazz afrocubano que hace entrar en trance y transporta a lugares remotos.
Me salto Tropicana y La Bodeguita del Medio (aunque valgan para el que llega por primera vez), pero no pasear por los jardines del Hotel Nacional al caer la tarde. Desde este mirador privilegiado se contempla la mejor vista del Malec¨®n y el Castillo del Morro. Con un mojito en la mano uno puede echar a volar la imaginaci¨®n y retroceder a las Navidades de 1946, cuando Lucky Luciano organiz¨® un famoso c¨®nclave mafioso para repartirse el pastel; asistieron Albert Anastasia y Vito Genovese, con las canciones de Frank Sinatra como tapadera.
04 El casco hist¨®rico
Sus cuatro grandes plazas (la de la Catedral, la de Armas, la de San Francisco y la plaza Vieja) son un tesoro para patearse. Pero adem¨¢s es un placer recrearse en las otras Habanas, la fabulosa Habana ecl¨¦ctica, la Habana d¨¦co, la Habana moderna de los a?os cincuenta o la de las calzadas porticadas. Hay fabulosos barrios fuera de los circuitos tur¨ªsticos como la Loma de Chaple o la Calzada del Cerro, en su origen un camino rural que un¨ªa La Habana con Pinar del R¨ªo, que todav¨ªa ense?an su antiguo esplendor en medio de un inventario de ruinas y derrumbes.
05 Dos gu¨ªas
Hay dos gu¨ªas para disfrutar La Habana y la isla de un modo distinto. La de Cuba, editada por L¨ªmite Visual, una perla porque est¨¢ hecha con mimo artesanal y es una verdadero manual cultural, no tur¨ªstico (por eso da igual si la parte pr¨¢ctica est¨¢ desactualizada), y la Gu¨ªa de arquitectura de La Habana, editada por la Junta de Andaluc¨ªa, un soberbio cat¨¢logo de 240 edificios y construcciones, con su historia y caracter¨ªsticas (ambas se venden en Espa?a, y tambi¨¦n se encuentran en los libros viejos de la plaza de Armas).
06 Una caminata por la Quinta Avenida
Bien temprano en la ma?ana, o al caer la tarde, este paseo es una opci¨®n para disfrutar de La Habana elegante y recrear c¨®mo viv¨ªa antes la burgues¨ªa cubana. Empezando por el reloj de Miramar, en la calle 10, hasta llegar a la calle 84 (cinco kil¨®metros largos o una hora, ida y vuelta), uno se cruza con maravillosos palacetes y casonas de columnatas y jardines que hoy son en su mayor¨ªa embajadas. Hay que detenerse en el parque de Zapata y dejarse engullir por sus grandes jag¨¹eyes de boscosas ramas y ra¨ªces a¨¦reas.
07 La quinta de Ernest Hemingway
La Finca Vig¨ªa, hoy Museo Hemingway, queda a media hora del centro, en el cercano pueblo de San Francisco de Paula. Est¨¢ situada en la quinta que compr¨® el escritor norteamericano en 1940, donde hay un jard¨ªn con 50 tipos de mangos y orqu¨ªdeas que trajo de sus viajes por ?frica. En la residencia se conservan las pertenencias del escritor, sus libros, la m¨¢quina con la que escribi¨® El viejo y el mar y, por supuesto, las botellas de ron y ginebra que dej¨® abiertas antes de abandonar definitivamente Cuba en 1960. De ah¨ª al pueblo de pescadores de Cojimar no hay mucho, y en el restaurante La Terraza se puede comer pescado con vistas a la bah¨ªa desde donde Santiago sal¨ªa a pescar el pez aguja.
08 Para comer bien
Hay muchos paladares con encanto. Entre los cl¨¢sicos, el m¨¢s recomendable es La Guarida, donde se film¨® la pel¨ªcula Fresa y chocolate y por donde han pasado desde la Reina Sof¨ªa hasta Jack Nicholson. Ya no es como antes: ahora en La Habana se puede comer bien en muchos restaurantes privados. Cada d¨ªa surgen nuevos, algunos son El Atelier, Le Chansonier o La Galer¨ªa. En el Callej¨®n del Chorro (casco hist¨®rico) ha reabierto Do?a Eutimia, de cocina criolla.
09 El impacto del arte
La sala de arte cubano del Museo de Bellas Artes es una escala obligada en cualquier recorrido por La Habana Vieja. Podr¨¢s ver La silla, de Wifredo Lam (pintado al mismo tiempo que La jungla, una de las joyas que atesora el MOMA de Nueva York), o El rapto de las mulatas, de V¨ªctor Manuel, adem¨¢s de obras vanguardistas de Portocarrero, Mariano... Est¨¢n todos los grandes. Por la zona hay varios estudios de artistas que se pueden visitar. Uno de ellos es el taller de grabado de Choco, en la calle Sol, un micromundo donde se respira el esp¨ªritu de la tierra y los orishas africanos.
10 A la playa
Las playas del Este son la escapada perfecta despu¨¦s de haberse cocido en las calles de La Habana. A 25 kil¨®metros del centro de la ciudad est¨¢ Mi Cayito, dunas de arena blanca y agua esmeralda que no tienen nada que envidiar a otras playas famosas. Un poco m¨¢s all¨¢, en Guanabo, que tambi¨¦n tiene buenos arenales, hay una pizzer¨ªa-paladar excelente llamada Il Picoli (muy bien de precio) que puede hacer redondo el paseo.
11 Reliquias rodantes
Uno de los atractivos de Cuba son los viejos coches americanos que a¨²n hoy circulan por las calles. La Habana conserva un parque considerable de renqueantes Oldsmobile, Mercury, Plymouth, Ford, Cadillac y Pontiac de los a?os cuarenta y cincuenta, la mayor¨ªa dedicados al taxi, que se mantienen rodando gracias a los inventos cubanos. M¨¢s heroica todav¨ªa es la pasi¨®n por las Harley-Davidson, que conservan m¨¢s de un centenar de cubanos en la capital.
El mec¨¢nico hist¨®rico de los harlistas era Pepe Mil¨¦sima, as¨ª llamado por la precisi¨®n milim¨¦trica de sus ingeniosos arreglos, todos vitales dada la escasez cr¨®nica de piezas de repuesto desde 1959. Jos¨¦ Lorenzo muri¨® en 1991, pero en agradecimiento a su trabajo los harlistas se re¨²nen el D¨ªa del Padre en el cementerio de Col¨®n entre angelotes y esculturas de m¨¢rmol (es otro lugar a visitar debido a su inter¨¦s arquitect¨®nico) para rendirle tributo. Uno se los puede encontrar paseando por el Malec¨®n o en La Habana Vieja. Son gente increible y generosa. Si uno les pregunta, estar¨¢n encantados de explicarle c¨®mo han sobrevivido todo este tiempo.
12 Dos lugares para seducir
Dos bares con encanto: La Divina Pastora y La Torre. En el primero, al cruzar la bah¨ªa, se ven las puestas de sol m¨¢s espectaculares de La Habana. El segundo est¨¢ instalado en un mirador del piso 33? del edificio Focsa, el m¨¢s alto de la ciudad. El que vaya a cualquiera de los dos con alguien a quien pretenda enamorar y no lo logre, est¨¢ embarcado.
Gu¨ªa
Dormir e informaci¨®n
? Hostal Conde de Villanueva (0053 78 62 92 93). Calle de los Mercaderes, 202. La Habana.
? Hotel Santa Isabel (0053 78 60 82 01; www.hotelsantaisabel.com). Baratillo, 9. La Habana.
? Hotel Parque Central (0053 78 60 66 27). Calle de Neptuno con Prado y Zulueta. La Habana.
? Hotel Nacional (0053 78 36 35 64; www.hotelnacionaldecuba.com/sp). Calle 21 y O. Barrio del Vedado (La Habana).
? Sol Cayo Largo (0053 45 24 82 60). Ubicado en el Cayo Largo del Sur.
? Hotel Castillo (0053 21 64 51 65). Calixto Garc¨ªa. Baracoa.
? Turismo de Cuba (www.cubatravel.cu).
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