Hotel y palmeras

Cuando en 1919 el empresario ilicitano Juan Orts Miralles acudi¨® a una subasta y compr¨® por unas 8.000 pesetas (una fortuna para la ¨¦poca) el llamado Huerto del Cura, sus familiares y amigos lo tacharon de loco. No era para menos porque se trataba de un descampado ruinoso cuyo ¨²nico valor eran unas cuantas palmeras. Al fin y al cabo, se trataba de un valor muy relativo porque Elche contaba con el mayor palmeral de Europa y la producci¨®n de d¨¢tiles o de derivados de la palma tampoco daba para muchas alegr¨ªas econ¨®micas.

No obstante, aquel Juan Orts Miralles ten¨ªa su punto de visionario y por ello no dud¨® en pujar por aquel huerto propiedad del cura Casta?o y de ah¨ª el nombre que hoy ostenta este Jard¨ªn Art¨ªstico Nacional dentro del inmenso palmeral de Elche que cuenta con unos 200.000 de estos ¨¢rboles, y que muchos ¨¢rabes califican como el m¨¢s elegante del mundo. El palmeral de Elche ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El palmeral de Elche,? con 20.000 ¨¢rboles, se une al Misteri como gran atracci¨®n de la ciudad

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A pesar de su car¨¢cter visionario, poco pod¨ªa imaginar aquel comprador que, tres generaciones familiares, el Huerto del Cura y sus alrededores se convertir¨ªan en uno de los hoteles con m¨¢s encanto y originalidad del Mediterr¨¢neo espa?ol y recibir¨ªa el premio al mejor establecimiento hotelero de 2011 otorgado por la Asociaci¨®n de Escritores y Periodistas de Turismo. Ahora bien, aquel terreno abandonado y yermo de comienzos del siglo XX ya contaba con una joya que hab¨ªa enamorado a la mism¨ªsima Siss¨ª durante una escala que la famosa y atractiva emperatriz de Baviera hizo en el puerto de Alicante en el a?o 1894.

Qued¨® fascinada? por una palmera de la que colgaban ocho brazos (una bella rareza que todav¨ªa hoy admira a los visitantes) y pregunt¨® a sus anfitriones por el nombre del ¨¢rbol. ¡°No tiene, majestad¡±, le contestaron para decidir a rengl¨®n seguido que la llamar¨ªan la palmera imperial en su honor.

La palmera es el s¨ªmbolo de Elche y, por extensi¨®n, de toda la Comunidad Valenciana. Gr¨¢cil y esbelta, su perfil responde a un falso tronco que se forma a partir de restos de bases de las viejas hojas que se entrelazan formando una estructura en forma de columna. El gusto de los ¨¢rabes por las palmeras y su dedicaci¨®n a la agricultura y la jardiner¨ªa en los cinco siglos en los que ocuparon las tierras valencianas convirtieron muchas zonas en extensos huertos de estos ¨¢rboles con troncos rematados por penachos de hojas, de hasta tres metros de longitud, que crecen en espiral describiendo majestuosas coronas. M¨¢s all¨¢ de su est¨¦tica, la palmera es una de las plantas que m¨¢s utilidades ha dado a los agricultores ilicitanos desde el d¨¢til, el coco o el aceite hasta la miel o el alcohol.

El Huerto del Cura y su? palmera de ocho brazos enamoraron? a la emperatriz Siss¨ª cuando visit¨® la zona

Junto a las palmeras, el otro signo identificador de Elche es el Misteri, el ¨²nico auto sacramental que todav¨ªa puede representarse dentro de un templo en toda Europa por una bula medieval. Puesto en escena todos los 14 y 15 de agosto, d¨ªa de la Virgen; y los 31 de octubre y 1 de noviembre, Todos los Santos, se trata de un espect¨¢culo fascinante. Si el viajero huye de las aglomeraciones y del calor, resulta muy recomendable acercarse a Elche en oto?o para disfrutar del palmeral y del Misteri. Apasionante combinaci¨®n de teatro, m¨²sica y religiosidad popular, alcanz¨® la categor¨ªa de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y est¨¢ cantado en un precioso valenciano antiguo.

Ahora bien, m¨¢s all¨¢ del palmeral y del Misteri la ciudad de Elche, con sus cerca de 230.000 habitantes, ofrece m¨¢s atractivos pese a su car¨¢cter industrial y sus barrios impersonales crecidos al comp¨¢s de la emigraci¨®n de los a?os sesenta y setenta. La cercana Santa Pola, uno de los puertos pesqueros m¨¢s importantes del Mediterr¨¢neo espa?ol, donde guisan unos excelentes arroces en los restaurantes de la playa sirve de contrapunto para el des¨¦rtico paisaje de la comarca, solo roto por el palmeral.

A prop¨®sito de palmeras, en los ¨²ltimos a?os un devastador insecto, conocido como el picudo rojo, ha amenazado seriamente el patrimonio ilicitano. No obstante, la r¨¢pida reacci¨®n del Ayuntamiento y de la Universidad Miguel Hern¨¢ndez en la investigaci¨®n de ant¨ªdotos ha impedido que esta plaga arrasara el palmeral, ya que se trata de un escarabajo que pone sus huevos en el interior del ¨¢rbol y, cuando eclosionan los huevos, las larvas se alimentan del tallo. M¨¢s all¨¢ de estos temores el palmeral de Elche aparece como el oasis m¨¢s elegante de la costa mediterr¨¢nea espa?ola.

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