El bar itinerante de Montevideo
El Galgo es un bus convertido en restaurante que circula por las calles y sirve un plato de gran ¨¦xito: el 'masticable'
Todo viajero quisiera encontrar el bar adecuado apenas llega a una ciudad desconocida. En Montevideo la f¨®rmula puede mejorarse gracias a El Galgo, un bar sobre ruedas que circula en busca de sus clientes.
El motorbar sale de paseo para visitar esquinas, prados o plazas donde echarse a descansar. Siempre se mueve con tripulaci¨®n propia, vinilos en cantidad y hasta un proyector de cine. En materia gastron¨®mica lo que propone es un men¨² sin pretensiones de alta cocina pero con una manufactura refinada; combinando con frescura y acierto la cocina mexicana y californiana, junto a la experiencia sensorial de estar inmersos en un dinner americano.
Se trata de un antiguo bus de O.N.D.A., famosa empresa nacional de transporte colectivo ya desaparecida, que ten¨ªa por logo la figura de un perro en movimiento, a la saz¨®n un galgo, raza canina aut¨®ctona de Espa?a; soluci¨®n gr¨¢fica que ¨Cjusto es decirlo¨C tomaba demasiado de la que identifica a Greyhound, una a¨²n m¨¢s famosa y vigente compa?¨ªa de transporte norteamericana.
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En su aventura peregrina ¨Cel bus del que hablamos¨C se mueve ahora con otros prop¨®sitos que los originales: en lugar de pasajeros, lleva comida y bebida a todos los sitios al que su capricho personal, o el de sus clientes, lo gu¨ªa.
El Galgo fue domesticado por los responsables de un peque?o pub que en bastante menos de los diez a?os que lleva en pie, logr¨® consolidarse como un cl¨¢sico rinc¨®n citadino: La Ronda (calle Ciudadela 1182).
Un plato sencillo y potente con un nombre encantador: masticable, versiones de burritos y otros tipos de tapas a la uruguaya. M¨²sica cuidada, compartida con ganas desde vinilos y bandeja a la vista. Un personal que se parece m¨¢s a una banda de clientes con disposici¨®n a estar detr¨¢s de la barra. Estos son los par¨¢metros que definen la flexibilidad, temperatura y atm¨®sfera de los dos bares, el fijo y el que se mueve.
El resto son detalles que hay que sopesar estando en sus mesas y saboreando las sorpresas que pueden aparecer. Entre ellas: destacados artistas vern¨¢culos e internacionales, shows de poes¨ªa o m¨²sica, y hasta proyecciones de cine en pantalla gigante.
Mientras La Ronda fue consolid¨¢ndose a gran velocidad en sus pocos metros cuadrados que se recuestan sobre el el R¨ªo de la Plata ¨Cun estuario ¨²nico que se puede oler y visionar desde una rambla hermosa y frontal¨C, su mascota, curiosamente m¨¢s lenta, se ha liberado de la correa y da cada vez paseos m¨¢s largos. Sus virtudes le pertenecen, pero adem¨¢s, posee los mejores trucos que le han ense?ado sus cuidadores. Su simple presencia puede hacer de cualquier encuentro algo especial. Lo ¨²nico que necesita es un lugar donde echarse.
Para el distra¨ªdo que busca un lugar donde afincarse por un rato, El Galgo puede encarnar ¨Cmoment¨¢neamente¨C aquella vieja ilusi¨®n de que las cosas vengan a nosotros con solo desearlas.
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