Cinco propuestas en Los Cabos

Ballenatos de 700 kilos

Juan Beltr¨¢n, Gu¨ªa del mar de Cort¨¦s

Avistar de cerca ballenas grises, uno de los mayores seres vivos que han existido nunca en este planeta (15 metros de largo y 40 toneladas de peso) es una de las mejores razones para viajar hasta la Baja California. Desde noviembre hasta abril, miles de ballenas grises llegan en migraci¨®n desde las fr¨ªas aguas del mar de Bering, entre Alaska y Rusia, a 9.700 kil¨®metros, hasta las lagunas costeras de la Baja California en busca de lugares tranquilos para aparearse o parir y amamantar a los ballenatos ¡ª700 kilos de peso al nacer¡ª que han gestado durante 12 meses. ¡°Aunque son las m¨¢s abundantes, no son las ¨²nicas que visitan la regi¨®n: tambi¨¦n hay rorcuales, yubartas, orcas, calderones e incluso la gran ballena azul, el animal m¨¢s grande del planeta, con hasta 26 metros de longitud. Un total de 33 especies de mam¨ªferos marinos, incluyendo delfines, leones marinos y focas¡±, explica Juan Beltr¨¢n, un veterano gu¨ªa de La Paz que trabaja ense?ando las maravillas del mar de Cort¨¦s, como tambi¨¦n se conoce al golfo, a los turistas.

Para ver ballenas grises, Juan Beltr¨¢n recomienda ir al Pac¨ªfico, a lugares como Puerto L¨®pez Mateos o al vecino Puerto San Carlos, resguardados del mar abierto por la isla de la Magdalena, o m¨¢s al norte, a las lagunas de Ojo de Liebre y San Ignacio, bah¨ªas interiores de aguas someras donde las ballenas permanecen cuidando de sus ballenatos. A mediados de febrero se produce la mayor concentraci¨®n de ejemplares de ballenas grises en estas aguas, lo que garantiza el avistamiento cercano de los mam¨ªferos gigantes, que se acercan a las pangas. Tras dos o tres meses en estas aguas, las ballenas y sus cr¨ªas, que en ese tiempo ya han doblado su peso, regresan a mar abierto para emprender el viaje de vuelta, unos dos meses, hasta las aguas ricas en krill (un peque?o camar¨®n) del ?rtico.

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Casi por las mismas fechas que las ballenas grises visitan la Baja California se puede ver en el mar de Cort¨¦s otro gigante: el tibur¨®n ballena. La sensaci¨®n de estar cerca del pez m¨¢s grande del mundo (hasta 17 metros de largo) en su h¨¢bitat natural es uno de los sue?os de cualquier submarinista. Para seguir el deambular pac¨ªfico de este enorme e inofensivo tibur¨®n moteado no se necesita estar muy familiarizado con el buceo, ya que una simple zambullida con tubo y aletas permite acompa?ar al gigante de cerca. ¡°De octubre a febrero, cuando la concentraci¨®n de zooplancton es mayor, es frecuente verlo en la zona El Mogote¡±, cuenta Beltr¨¢n. El Mogote es una de las islas de la bah¨ªa de La Paz. Aunque solo come plancton y peque?os peces, la prudencia exige ¡°guardar una distancia de al menos tres metros con el gigante, y mantenerse a un m¨ªnimo de cinco metros de su aleta caudal¡± como se indica en un panel del barco. Para no llevarse un coletazo¡±.

La abundancia y disponibilidad de alimento en el golfo de California explica que los tiburones que viven en sus aguas no ataquen a las personas. Beltr¨¢n lo explica: ¡°Si puedes comer muchos peces m¨¢s peque?os que t¨², ?por qu¨¦ te vas a arriesgar con un animal de tu tama?o?¡±. Del puerto de Pichiling¨¹e ¡ªel apodo de un famoso corsario holand¨¦s¡ª, en La Paz, parten a diario las pangas (embarcaciones de pesca) hacia el archipi¨¦lago Esp¨ªritu Santo para nadar con los leones marinos, bucear con tiburones ballena o acampar en las playas con forma de media luna que esconden las angostas ensenadas de las islas.

Para Juan Beltr¨¢n, lo que hace ¨²nicas estas aguas es que en ellas se pueden ver juntas muchas especies que existen en puntos muy distantes del planeta: ¡°En una salida puedes nadar junto a gigantes como la manta del Pac¨ªfico o el tibur¨®n ballena, bucear entre tiburones martillo y peces de arrecife, o ver cinco tipos de tortugas marinas, algunas en peligro de extinci¨®n¡­¡±.

Los islotes que se alzan frente a La Paz tambi¨¦n ofrecen la oportunidad de hacer snorkeling con leones marinos, una impagable experiencia, ya que se muestran curiosos y juguetones con los visitantes, ¡°salvo cuando paren a sus cr¨ªas, que se vuelven m¨¢s hura?os¡±, dice.

Que no te pique la viuda negra

Pahor¨¢n Gurrola, gu¨ªa de aventura

¡°Es m¨¢s f¨¢cil que te mate una v¨ªbora de cascabel muerta que una viva¡±. Lo que parece un comentario absurdo cobra sentido cuando lo explica Pahor¨¢n Gurrola, de la empresa de gu¨ªas de aventura Baja Outback: ¡°Es frecuente encontrar serpientes atropelladas en la carretera, y muchos se bajan del coche para arrancarle los anillos del cr¨®talo, con el que se hacen llaveros. La cascabel necesita el veneno para digerir sus presas, y cuando muerde para defenderse inyecta una peque?a cantidad, que no suele ser mortal si se trata a tiempo. Pero si la cascabel atropellada no est¨¢ del todo muerta, se revolver¨¢ inoculando todo su veneno. Y en media hora est¨¢s muerto¡±.

Pahor¨¢n se conoce casi todos los secretos del desierto californiano. ¡°Se suele decir que si cortas un cactus puedes beber el agua que contiene dentro, pero esto solo vale para algunas especies, como los cactus de barril; pero si tomas el l¨ªquido que hay dentro de un cactus card¨®n, te dar¨¢n v¨®mitos¡±. Entre los animales potencialmente peligrosos del desierto californiano cita tambi¨¦n a la viuda negra, una ara?a de color negro con una mancha roja en el abdomen que se come al macho tras aparearse. ¡°Suele tejer sus hilos entre los arbustos del desierto, y si los tocas, te puede saltar encima. Su veneno, neurot¨®xico, es muy potente, aunque rara vez mortal (inocula una dosis muy peque?a), pero tiene un efecto secundario en los hombres: provoca largas y dolorosas erecciones¡±.

Psicodelia para cruzar el desierto

V¨ªctor Ramos, Gu¨ªa tur¨ªstico

V¨ªctor Ramos conduce una ranchera por un tramo sinuoso de la Federal 1, la carretera que recorre Baja California de norte a sur. En la radio del coche suena un narcocorrido: ¡°Si t¨² cuidas de m¨ª, yo cuido de ti. Si me traicionas, yo te mato¡±. La letra cuenta una historia com¨²n en este tipo de canciones: el reclutamiento de un adolescente por uno de los carteles de la droga, su breve vida como sicario (en la canci¨®n, llena de coches caros y mujeres) y su previsible muerte en una balacera. Aunque el pelo largo y las gafas de sol le dan un cierto aire de malote, y el paisaje que atravesamos parece sacado de No es pa¨ªs para viejos, a V¨ªctor Ramos no le gustan nada los narcocorridos, y apaga la radio para poner Lateralus, de Tool, una banda de culto de Los ?ngeles en cuya m¨²sica se al¨ªan el metal y la psicodelia. ¡°En uno de los temas, el n¨²mero 13, el bater¨ªa Danny Carey repite la secuencia de Fibonacci: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13¡±, explica a los no iniciados. La serie de Fibonacci es una sucesi¨®n matem¨¢tica que determina muchas formas de la naturaleza, como la espiral de las caracolas. La m¨²sica solemne e hipn¨®tica de Tool mezcla bien con el desierto que atravesamos. ¡°Conduciremos por esa espiral hasta el final e iremos a donde nadie estuvo antes¡±, dice V¨ªctor Ramos. ?M¨¢s canciones para escuchar por el desierto de Baja California? ¡°The Weight, de The Band; Born to be wild, de Steppenwolf; Riders on the storm, de The Doors; Estopa¡­¡±.

El guacamole perfecto

Larbi Dahrouch, chef del hotel One & Only Palmilla

¡°Dos aguacates cortados en trozos, dos cucharadas de cebolla roja muy picada, tres cucharadas de cilantro picado, un chile serrano tambi¨¦n picadito, sal y una pizca de pimienta. Se mezcla todo muy bien hasta conseguir una pasta espesa y se sirve reci¨¦n hecho, acompa?ado aparte de salsa pico de gallo (tomate, cebolla y cilantro picados)¡±.

Larbi Dahrouch, chef del restaurante Agua en el hotel One & Only Palmilla, comparte su receta magistral del guacamole que acaba de preparar mientras agarra un huachinango (una especie de pargo, de color rojo) reci¨¦n pescado con el que har¨¢ un fresqu¨ªsimo ceviche. Nacido en Marruecos, Dahrouch comenz¨® su carrera con 13 a?os en Francia, de aprendiz del cocinero franc¨¦s Jean-Louis Palladin. Antes de hacerse cargo de los fogones del hotel Palmilla, Dahrouch viaj¨® por todo M¨¦xico explorando mercados y puestos de comida en busca de la cocina mexicana m¨¢s aut¨¦ntica. El men¨² del Agua, basado en productos frescos locales, en especial los pescados y mariscos, que Dahrouch selecciona a diario, mezcla cl¨¢sicos de la cocina mediterr¨¢nea y marroqu¨ª con recetas puramente mexicanas.

Junto a su restaurante, frecuentado por famosos como Eva Longoria, cultiva un jard¨ªn de plantas arom¨¢ticas que utiliza en recetas como el taj¨ªn de camarones ¨¤ la minute que prepara ahora, mientras su entregado p¨²blico se termina el delicioso ceviche de huachinango.

Un cactus de Navidad

Marian G¨®mez, directora de ¡®marketing¡¯

¡°Acostumbrada al invierno de Madrid, cuando llegu¨¦ a Los Cabos, todas las ma?anas al llegar al trabajo dec¨ªa: ¡®?Qu¨¦ buen tiempo hace hoy!¡¯. Hasta que un d¨ªa un compa?ero me dijo: ¡®Marian, es que aqu¨ª siempre hace buen tiempo¡±.

El clima c¨¢lido y soleado, la salvaje naturaleza del mar y del desierto, y tambi¨¦n ¡°la seguridad que se respira en Baja California Sur, mucho m¨¢s que en otros lugares de M¨¦xico¡± hicieron que Marian G¨®mez, jefa de marketing de Terramar Destinations, una empresa de servicios tur¨ªsticos que opera en el ¨¢rea de Los Cabos, se quedase a vivir all¨ª, tras un primer viaje de vacaciones. La empresa para la que trabaja organiza desde bodas con banquete en la playa y fiesta nocturna con antorchas hasta excursiones de aventura por los ca?ones del desierto en compa?¨ªa de gu¨ªas expertos en la flora y la fauna de la Baja. Tambi¨¦n las excursiones en kayak de mar que permiten acceder a las playas m¨¢s rec¨®nditas de la bah¨ªa de San Lucas, una de sus actividades m¨¢s populares.

Marian recuerda divertida su primera Navidad en Los Cabos: ¡°Me empe?¨¦ en colgar las luces y las bolas en un card¨®n (un cactus de gran porte), as¨ª que convenc¨ª a una amiga americana para que me acompa?ase, y nos fuimos para el desierto con una sierra y unos guantes de soldar. Casi se nos desploma encima, y cuando al fin conseguimos llevarlo a mi casa, la habitaci¨®n se llen¨® de peque?os escorpiones¡±.

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