El mercadillo m¨¢s grande de Buenos Aires

El mercado de las pulgas (mercadillo) de Dorrego, ubicado en el l¨ªmite entre los barrios de Palermo y Colegiales, existe desde 1986, unos 15 a?os antes de que Palermo se convirtiera en la meca del consumo hipster. Originalmente, y hasta el a?o 2006, funcion¨® en un gigantesco cobertizo de pasillos angostos, pisos irregulares, techos permeables y floreciente humedad. Cada local de paredes de alambre como las de una gran pajarera estaba atiborrado de... cosas. No hay un sustantivo m¨¢s preciso. Si bien algunos ten¨ªan una especialidad (muebles de estilo escandinavo de los a?os 50, por ejemplo), la mayor¨ªa se dedicaba a esa miscel¨¢nea generada por la acumulaci¨®n de todo lo que en alg¨²n momento alguien supuso que pod¨ªa ser vendible: l¨¢mparas, vajilla, zapatos, revistas, relojes, enciclopedias, vestidos, botellas, viejas m¨¢quinas y hasta joyas o instrumentos musicales. Si hab¨ªa alg¨²n orden en esos locales era tan complejo que s¨®lo podr¨ªa haber sido deducido por cuatro o cinco mentes en el mundo y los puesteros no compart¨ªan su secreto. Ese era parte del encanto: mirar, revolver, buscar y dejarse sorprender por lo que se pod¨ªa hallar.

Este mercado fue cerrado en 2006 por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires para ser remodelado y reabierto a los pocos meses. La eficacia administrativa hizo que el tr¨¢mite fugaz de reacondicionar el lugar tardara cinco a?os en completarse. Tras ser mudados a un lugar todav¨ªa m¨¢s precario, los puesteros regresaron en julio de 2011 a su galp¨®n original, aunque completamente renovado: ahora la planta obedece a las reglas ancestrales de la geometr¨ªa, hay buena iluminaci¨®n, amplios accesos, pisos de cemento alisado, se?alizaciones y rigurosas l¨ªneas amarillas que demarcan el espacio a ser ocupado por cada tendero.

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As¨ª como el viejo mercado era abrumador, embrollado, barroco en sus cantidades y postapocal¨ªptico en su combinatoria, y uno no sab¨ªa con qu¨¦ se pod¨ªa encontrar, en este nuevo mercado todo est¨¢ en su sitio y cada uno puede darse cuenta f¨¢cilmente donde encontrar aquello que busca: algo que puede hacer tan solo con la mirada, sin ensuciarse las manos. Son placeres diferentes, para un tipo distinto de visitantes.

El mercadillo reinagurado el a?o pasado cuenta con 143 puestos repartidos en 13.400 metros cuadrados, en los que se ofrece lo mismo que antes pero con algunas diferencias: la cantidad es asimilable, hay organizaci¨®n, jerarquizaci¨®n; en suma, hay orden. Algunos locales notables: Om Cristal (puesto 86), dedicado a la cristaler¨ªa del siglo XX: copas, jarras, floreros, queseras, bomboneras, etc; Suam (puesto 98) que cobija enormes colecciones de vajilla europeas, asi¨¢ticas y argentinas; H¨¦ctor Dise?o (puesto 13), muebles escandinavos y norteamericanos; Rinc¨®n Azul (puesto 70), herrajes, carteles, piezas de bronce; El peruano (puesto 136), sillas francesas, principalmente estilo Luis XV. La mayor parte de los vendedores se ocupa de la restauraci¨®n de las piezas que ofrece. Tambi¨¦n hay puestos dedicados a la obra original de artistas locales. Uno de los m¨¢s notorios es Tony Valiente, ¡°el se?or de los sombreros¡±, un superviviente del viejo mercado dedicado a la fabricaci¨®n de personal¨ªsimos y curiosos tocados, carteras y chalecos. Tony tambi¨¦n realiza collages y pinta. Seg¨²n relata, encontr¨® su vocaci¨®n tras recibir en su casa la visita del espectro de Carlos Gardel.

Se puede decir que, en el tr¨¢nsito del viejo al nuevo mercado, sus contenidos fueron editados, apareci¨® una selecci¨®n, la oferta se hizo m¨¢s precisa, claramente de calidad superior. Pero en ese proceso se perdi¨® la sensaci¨®n, probablemente ilusoria, de que aqu¨ª pod¨ªa estar esperando un objeto maravilloso, olvidado y sepultado bajo pilas de cosas no tan deseables. Es casi seguro que nunca hubo un Renoir por unos siete d¨®lares, como en el mercado de pulgas de West Virginia, o acetatos perdidos con grabaciones in¨¦ditas de Velvet Underground a 75 centavos, como en el de Chelsea, en Nueva York, pero la magia que creaba esa posibilidad estaba presente. A pesar de la reconfiguraci¨®n de su oferta, sigue siendo el mercado de pulgas m¨¢s grande de Buenos Aires, aunque ya no hay rezagos olvidados de nuestra cultura a precios de ganga sino antig¨¹edades y objetos vintage, a precio de antig¨¹edades y objetos vintage.

El mercado de las pulgas de Dorrego esta ubicado en la manzana comprendida entre las calles Dorrego, Alvarez Thomas, Concepci¨®n Arenal y Mart¨ªnez. Abre de martes a domingos, de 10 a 19 horas. La entrada es libre.

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