La casa del ni?o 'Che' Guevara
La villa donde pas¨® varios a?os de su infancia en las sierras de la C¨®rdoba argentina es hoy un museo
La casa que habit¨® Ernesto Che Guevara durante su infancia, en las sierras de C¨®rdoba (Argentina), es hoy un interesante museo que alberga objetos y recuerdos. Desde hace unos a?os pas¨® de ser una casita con plantas que solo los vecinos recordaban de otras ¨¦pocas, a una visita tur¨ªstica casi obligada, sobre todo despu¨¦s de que Fidel Castro y Hugo Ch¨¢vez la visitaran en 2006. Ernesto Che Guevara naci¨® en la ciudad argentina de Rosario, provincia de Santa Fe, pero por recomendaci¨®n m¨¦dica para tratar el asma del ni?o, la familia se traslad¨® a Alta Gracia, C¨®rdoba, destino com¨²n entonces para tratar enfermedades respiratorias, por su clima benevolente. All¨ª alquilaron varias viviendas, pero una fue considerada el hogar, donde habitaron desde 1935 hasta 1937 y de 1939 a 1943.
Alta Gracia queda a solo 35 kil¨®metros de la ciudad de C¨®rdoba, y se puede llegar hasta all¨ª en autobuses que salen con mucha frecuencia desde la estaci¨®n del Mercado Sud, en pleno centro. Alta Gracia es una ciudad que re¨²ne buena parte de la historia de la regi¨®n: fue sede jesuita (lo testimonia su imponente estancia- iglesia) y all¨ª vivi¨® y muri¨® el compositor Manuel de Falla, cuya casa tambi¨¦n se puede visitar. Pero nosotros vamos a la del Che.
En un barrio tranquilo y soleado est¨¢ la casona Villa Nydia, con un modesto jard¨ªn delante. La se?al de que llegamos al lugar correcto es la escultura en tama?o natural de un Ernesto ni?o, sentado en la cerca, con los pies colgando en pose infantil. Dentro, la casa se ha conservado intacta y el recorrido est¨¢ organizado de manera cronol¨®gica: cada habitaci¨®n relata a trav¨¦s de sus objetos una etapa distinta de su vida.
Su infancia, por ejemplo, est¨¢ narrada a trav¨¦s de valiosas fotos familiares. Si el visitante tiene tiempo puede perderse en detalles de ese Guevara peque?o: los tiernos errores de ortograf¨ªa en las cartas que escrib¨ªa a su t¨ªa, sus calificaciones en la escuela primaria (era bueno en Historia, por ejemplo, pero no tanto en Biolog¨ªa), las ediciones amarillentas de sus lecturas pre-revolucionarias de Los viajes de Gulliver o Coraz¨®n.
El paseo contin¨²a por su etapa de estudiante en el colegio De¨¢n Funes de C¨®rdoba; sus estudios de medicina en la Universidad de Buenos Aires, y sigue por sus primeros viajes latinoamericanos (imperdibles las cr¨®nicas que envi¨® y publicaban medios argentinos sobre sus impresiones al ver por primera vez el mundo) hasta su llegada a Cuba, su protagonismo en la revoluci¨®n cubana y su muerte en Bolivia. Testimonios varios se re¨²nen en la casa: im¨¢genes, cartas, documentos, objetos, muebles. Ubicados en ese lugar, adquieren un aura particular.
Entre tanta historia con may¨²scula, hay detalles deliciosos: la cocina en la que trabajaba Do?a Rosarito, su nana, que conserva las recetas que Ernesto recortaba de los diarios para que ella le prepare; el ba?o, con una inolvidable foto de Ernesto a los dos a?os en la que tiene la misma mirada que en la famosa foto que le tom¨® Alberto Korda; y, claro, la tienda de regalos. All¨ª, hay souvenires previsibles, como pins, camisetas o llaveros, y otros m¨¢s sofisticados, como copias del acta de nacimiento del Che a 10 pesos o cajas de alfajores revolucionarios con su imagen contra un fondo rojo. Dicen que hay que probarlos para ver qu¨¦ efecto tienen.
El museo abre todos los d¨ªas, de 9 a 20. M¨¢s informaci¨®n, aqu¨ª.
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