Los balcones de Tiflis
Estas joyas artesanales dan testimonio de la compleja historia de la capital georgiana
Estar en la intersecci¨®n de Oriente y Occidente es algo que deja huella, hasta en los balcones. Son cientos los que cuelgan de las fachadas a lo largo y ancho del casco antiguo de Tiflis. Celos¨ªas delicadamente talladas en madera, encajes de carpinter¨ªa y arcos caprichosamente perfilados recuerdan el paso de persas y otomanos, tan s¨®lo dos de los muchos pueblos que conquistaron esta ciudad.
Tiflis fue durante siglos un pr¨®spero n¨²cleo comercial en el coraz¨®n de la ruta de la seda. Artesanos y comerciantes de todo el C¨¢ucaso acud¨ªan a la capital georgiana. Muchos adaptaron las influencias for¨¢neas a los gustos locales. Por eso los tallados de los balcones de Tiflis son ¨²nicos: m¨¢s sencillos y profundos que los que pueden observarse en los pa¨ªses cercanos.
Un buen comienzo para adentrarse en el mundo de los balcones georgianos es la calle Dumas, muy cerca de la Plaza de la Libertad. En el n¨²mero 8 puede verse un t¨ªpico balc¨®n de mediados de siglo XIX. Es uno de tantos que esperan ser restaurados. El tallado, a base de motivos geom¨¦tricos, fue probablemente un s¨ªmbolo de status en la casa de un miembro adinerado de la sociedad georgiana. Ese era el sentido de estas decoraciones en las ciudades. En las monta?as, sin embargo, eran los propios moradores de las casas quienes tallaban como forma de ocio.
Callejeando un poco aguarda otro magn¨ªfico ejemplo de filigrana en madera. La casa frente al n¨²mero 56 de la calle Verstkhli es el siguiente paso en nuestra ruta. Los motivos son mucho m¨¢s elaborados que en el anterior, evocando lo que seg¨²n algunos historiadores del arte georgiano sirvi¨® como inspiraci¨®n a muchos artesanos: las ramas y las hojas de la vid (Georgia presume de ser la cuna del vino) y la sinuosidad del alfabeto georgiano, uno de los m¨¢s antiguos de mundo, con sus 33 letras estilizadas y serpenteantes.
Tambi¨¦n el de la calle Vertstkhli est¨¢ a la espera de ser restaurado. Los balcones m¨¢s antiguos de la ciudad datan del siglo XVIII. Estar en sitio de paso es lo que tiene, una conquista sigue a otra y as¨ª sucesivamente. En un periodo de 1500 a?os Tiflis fue destruida 29 veces. Algunos balcones dan la impresi¨®n de estar a punto de caerse, pero otros muchos ya han sido reconstruidos. Como los de la avenida Baratishvili, por ejemplo, justo al final de la calle Vertstkhli. O los de la calle Chakhrukhadze, siguiendo Baratishvili hasta poco antes de llegar al r¨ªo y a la derecha. El olor a le?a que se respira en la calle Dumas da paso aqu¨ª al de pintura fresca. Algunas de esas restauraciones han sido objeto de cr¨ªticas por los dise?os y materiales empleados.
De ah¨ª seguimos a la calle Erekle II, con sus terrazas y bulliciosos caf¨¦s. En el n¨²mero 21 hay un ejemplo de c¨®mo los europeos pusieron su granito de arena en ese batiburrillo de influencias que son los balcones de Tiflis: el uso del hierro. Y de Erekle II estamos a unos metros de las casas colgantes sobre el r¨ªo y de la zona de?Abanotubani. All¨ª son muchos los balcones que lucen una buena capa de pintura fresca y meticulosos calados reci¨¦n pulidos. El perfecto final para esta ruta es un ba?o de aguas sulfurosas en las caldas de Abanotubani. Seg¨²n la leyenda fue este el lugar donde la ciudad fue fundada en el siglo V despu¨¦s de Cristo, mucho antes de que decenas de invasiones dieran lugar al Tiflis que entre balc¨®n y balc¨®n puede verse hoy.
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