Golosos en Lisboa
Una ruta de pasteles de crema, bizcochos esponjosos y palmeras crujientes
?A Portugal solo le puede salvar el pastel de crema¡±. Este programa de gobierno no es de Angela Merkel, sino del ministro de Econom¨ªa de Portugal, pa¨ªs intervenido por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y dem¨¢s. La profec¨ªa alter¨® a los portugueses, como poco despu¨¦s se encresparon los espa?oles, cuando un diplom¨¢tico norteamericano pronostic¨® algo parecido con el flamenco y el vino de Espa?a.
Efectivamente, nos quedan Las meninas, las piedras, el sol, y en el caso de Lisboa, su pastel de Bel¨¦m, sus pasteler¨ªas. Con la misma frecuencia con la que en Navarra se va de chiqueteo por los bares, en Lisboa se toman caf¨¦s en sus pasteler¨ªas, que se extienden por la ciudad en tal cantidad, calidad y diversidad, que convierten el fen¨®meno en una forma indispensable y original de conocer la ciudad.
Por supuesto, sin lugar a la pol¨¦mica, el pastel de nata, en Bel¨¦m. Con su nido de hojaldre reci¨¦n hecho, su crema calentita y con el adobo de canela al gusto. Uno sabe a poco, dos invitan a volver tras visitar Los Jer¨®nimos. Pero hay goce m¨¢s all¨¢ del pastel de nata.
Los sinsabores, cuanto antes mejor. A Brasileira es parada obligatoria en el centro tur¨ªstico, en pleno barrio del Chiado, junto a la plaza Cam?es. No esperen una palabra amable, ni siquiera un servicio aceptable. Como sucede en los sitios tur¨ªsticos, el personal est¨¢ harto de las hordas, aunque coman gracias a ellas. El caf¨¦ es impecable, y tambi¨¦n su pasteler¨ªa, pero si no est¨¢ dispuesto a aguantar rebuznos vale con entrar, salir, hacerse una foto ante Pessoa y visitar la pasteler¨ªa de diez metros m¨¢s abajo, la Bernard.
Bajemos ahora hasta la plaza del Comercio para llenarnos de luz y espacio, cada vez menos, porque empiezan a proliferar las terrazas donde antes todo eran fr¨ªos edificios oficiales. Mirando al Tajo, a mano derecha, est¨¢ Terreiro do Pa?o, que tambi¨¦n era el nombre de la plaza antes de que la bautizaran como la del Comercio. Aqu¨ª deber¨ªan cobrar por mirar, por estar en los soportales de una de las plazas m¨¢s grandes ¡ªy m¨¢s bellas¡ª de Europa. El caf¨¦, adem¨¢s de agradable, sirve o millor p?o de l¨®, el bizcocho simple, aunque eso lo discutiremos m¨¢s adelante. Este bizcocho se ofrece en versi¨®n natural, de huevo, o de chocolate. Ante la discriminaci¨®n, p¨®ngame los dos.
El p?o de l¨® de Terreiro do Pa?o es peculiar. Si el bizcocho flota, este vuela. Es una nube de merengue, casi un sufl¨¦ que explota en la boca, quiz¨¢ excesivamente dulce, en el caso del de yema, pero en su punto el de chocolate negro. El vicio de comer en una plaza tan espectacular se paga: dos bizcochos y un caf¨¦, 9,20 euros.
Cruzando el arco del triunfo de Rua Augusta se llega a Casa Brasileira (Augusta, 267). Se sabe por la gente agolpada ante el escaparate. Sonhos de ab¨®bara, pingos de tocha, queijinhos de huevo, pasteles de nata, queijadas de ?vora, viriatos de tent y esas manzanas asadas con massa folhadas que los turistas fotograf¨ªan como lo har¨ªan con la Estatua de la Libertad de Nueva York. La tradicional Casa Brasileira tiene horarios modernos, de 7.00 a 1.00, los laborables; los festivos, de 8.00 a 1.00, que hay que descansar.
A veces, el pastel es la excusa para descansar en un lugar como la plaza del Comercio o la terraza del caf¨¦ Suiza, en la plaza del Rossio, donde degustando unas crujientes dinamarquesas un espa?ol se sorprende de la riqueza multi¨¦tnica de Lisboa. Caboverdianos, mozambique?os, pero, sobre todo, los nuevos ricos angole?os han tomado la ciudad y sus empresas (con permiso de China).
Vay¨¢monos a donde vive la burgues¨ªa lisboeta, en la avenida de la Rep¨²blica, para encontrarnos con la se?orial Versailles. Dorados espejos, mesas con doble mantel, camareros impecablemente uniformados, sol¨ªcitos, pero no serviles. En esa isla atemporal, sin m¨¢quinas tragaperras ni para el tabaco, ofrecen unas palmeritas crujientes y su afamado babar, pero llama la atenci¨®n la humilde y socorrida tostada. Transmutada en la mayor¨ªa de los caf¨¦s en una rebanada de pan bimbo, en Versailles es una tostada de varios cent¨ªmetros de alto, crujiente por fuera, esponjosa por dentro.
No hay pasteler¨ªa de post¨ªn sin una enfrente. En este caso, Sequeira, que ofrece sonhos (sue?os), un bu?uelo de viento gigante, nada dulce, aunque se le puede espolvorear az¨²car en polvo a discreci¨®n. El caf¨¦, como siempre, delicioso, y el sue?o, a 1,10 euros.
No hay que andar muchos metros para encontrarse con La Romana, en una barriada m¨¢s humilde que sus vitrinas. La palmera de hojaldre, la mejor del mundo. Como debe ser, La Romana tiene enfrente a Londrina, y en la esquina siguiente, Flor das Avenidas. Sin alejarse demasiado, en Namur (Defensores de Chaves, 54), lo suyo son las fatias douradas, fajas con miel enrolladas como una de esas esculturas gigantescas de Serra. Por si no hab¨ªa quedado claro, en este pa¨ªs los pasteles son tirando a enormes.
Emporio de az¨²car y yema
La ciudad va extendi¨¦ndose hacia barriadas menos monumentales, pero interesantes, pues arquitect¨®nicamente se han hecho menos animaladas que en las grandes ciudades espa?olas. Saboreando casitas bajas, en otro tiempo humildes, y hoy, un lujo con su peque?o patio individual, se llega a La Mexicana (avenida de Guerra Junqueiro, 30), otro emporio del az¨²car y la yema de huevo. Antes hay que atravesar el mausoleo de la Caixa Geral de Dep¨®sitos, un monumento m¨¢s de esa ¨¦poca en la que todos nos convencimos de ser ricos y guapos (tambi¨¦n los portugueses).
El gremio pastelero designa O melhor bolo do chocolate do mundo. Para encontrarlo hay que cambiar de barrio. En la calle del Teniente Ferreira Dur?o, 62, Carlos Braz Lopes ha hecho del t¨ªtulo el nombre de su pasteler¨ªa, ya extendida por Brasil y Espa?a. Su pastel de chocolate, que tambi¨¦n peca de exceso de dulzor, es la excusa para patear Campo de Ourique, un barrio agradable, de casas funcionalistas, que gira en torno a su mercado municipal, como todos, venido a menos, pero que revive con graciosas tiendecitas modernas. Y a su lado, finalemtne, podr¨¦mos yacer en el cementerio de los Placeres, qu¨¦ mejor lugar para un goloso empedernido.
Gu¨ªa
Las direcciones
? Past¨¦is de Bel¨¦m. R. de Bel¨¦m.
? A Brasileira. Rua Garrett, 120.
? Bernard. Rua Garrett, 104.
? Terreiro do Pa?o. Plaza del Comercio.
? Casa Brasileira. R. Augusta, 267.
? Suiza. Plaza del Rossio.
? Versailles. Avenida de la Rep¨²blica, 15.
? La Romana. Defensores de Chaves, 64.
? Namur. Defensores de Chaves, 54.
? La Mexicana. Avenida de Guerra Junqueiro, 30.
? Carlos Braz Lopes. Teniente Ferreira Dur?o, 62.
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