La ciudad jud¨ªa de Siberia
Birobidzhan se convirti¨® con Stalin en un enclave hebreo y sufri¨® luego la represi¨®n del dictador
Seguir los pasos del cazador Dersu Uzala puede ser una buena raz¨®n para explorar el lejano este ruso, un territorio perdido en los confines del continente asi¨¢tico, a m¨¢s de 8.000 kil¨®metros de Mosc¨². Dersu Uzala fue un cazador aborigen de la taiga cuyas aventuras fueron inmortalizadas por el cineasta japon¨¦s Akira Kurosawa en la pel¨ªcula de 1975 El cazador (Dersu Uzala).Achacado por la edad, y medio ciego, Dersu muri¨® asesinado cerca de la ciudad de Khabarovsk, a orillas del Amur, donde estaba programado que finalizase mi viaje. En lugar de eso, decid¨ª alargarlo hasta Birobidzhan, la capital del Estado Aut¨®nomo Jud¨ªo. Esta regi¨®n, ubicada en el extremo de Siberia Oriental, fronteriza con China, fue designada por Stalin en 1928 para albergar a los ciudadanos hebreos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Bajo el pretexto de ofrecerles una ¡°tierra prometida¡±, Stalin intent¨® atraer a miles de jud¨ªos hacia la causa sovi¨¦tica y, de paso, fomentar la ocupaci¨®n de un territorio inh¨®spito, aunque geogr¨¢ficamente estrat¨¦gico.
Para llegar a Birobidhzan desde Khabarovsk hay que tomar la N-68, una carretera que atraviesa la estepa siberiana de Oeste a Este, en paralelo al ferrocarril Transiberiano. El cielo se extiende por encima de nuestras cabezas como un tapiz azul, sin final. Las nubes proyectan sombras sobre el suelo llano y cada vez m¨¢s ¨¢rido, debido a la deforestaci¨®n de los ¨²ltimos a?os. El tren nos adelanta, a pesar de que Alexei conduce como un loco. Viajar por carretera por el lejano este implica tener subidones de adrenalina constantes, teniendo en cuenta que aqu¨ª todo el mundo maneja coches japoneses de segunda mano con el volante a la derecha, aunque se circule por el mismo lado que en Espa?a.
Aparcamos el Toyota frente a la estaci¨®n de Birobidzhan, presidida por una escultura dorada de una menor¨¢, el candelabro jud¨ªo de siete brazos. La ciudad es una especie de parque tem¨¢tico en el que se mezclan la propaganda sovi¨¦tica y los s¨ªmbolos jud¨ªos: desde bustos de Lenin y escudos con la hoz y el martillo hasta estrellas de David o figuras de violinistas hebreos.
Dos sinagogas
Cerca de 20.000 jud¨ªos llegaron a establecerse en Birobidzhan desde su fundaci¨®n, en 1928. En la avenida Leninskaya a¨²n se conservan dos sinagogas, restauradas con donaciones de comunidades hebreas en el extranjero, y lo que fue el antiguo teatro fundado en 1934 por los estudiantes del Teatro Estatal Jud¨ªo de Mosc¨², de estilo Bauhaus. Actualmente la comunidad jud¨ªa se reduce a un peque?o n¨²cleo, la mayor¨ªa ancianos. A medida que se desmoronaba la URSS, la mayor¨ªa opt¨® por abandonar esta regi¨®n deprimida y aislada y emigrar a Estados Unidos o Israel.
Lidia Nicolaievka, la encargada del museo de historia, ha memorizado al detalle la vida y costumbres de la comunidad jud¨ªa de Birobidzhan, a pesar de no pertenecer a ella. Lidia lleg¨® a Birobidzhan en 1969 y desde entonces ha visto a muchos de sus amigos y vecinos emigrar a Israel. La exposici¨®n recuerda la voluntad de muchos jud¨ªos locales por convertirse en colonos sovi¨¦ticos ejemplares. No obstante, se olvida de mencionar las purgas que sufrieron por parte del propio Stalin desde Mosc¨² poco despu¨¦s de su fundaci¨®n. Entre 1936 y 1937, numerosos miembros de la clase pol¨ªtica jud¨ªa y de los clubes de teatro y literatura <CF1200>y¨ªdish</CF> de Birobidzhan desparecieron en campos de trabajo forzado.
La ciudad volvi¨® a recuperar cierta vitalidad poco despu¨¦s de la II Guerra Mundial, alojando a miles de jud¨ªos que emigraron al este. Birobidzhan lleg¨® a convertirse en la ¨²nica ciudad del mundo donde el y¨ªdish era un idioma vehicular y de producci¨®n cultural. Sin embargo, las nuevas purgas de Stalin no tardaron en llegar. Equiparando las actividades jud¨ªas a conspiraciones criminales o nacionalistas, Mosc¨² orden¨® el cierre de revistas y la quema de libros y peri¨®dicos en y¨ªdish, el arresto de todos los escritores de la ciudad y la transformaci¨®n del teatro hebreo en un club para las juventudes comunistas. Las escuelas en y¨ªdish fueron cerradas y transformadas en colegios rusos, se desmantel¨® el orfanato jud¨ªo y los ni?os fueron enviados a otras regiones con los nombres cambiados. En 1959, la sinagoga original de Birobidzhan ardi¨® en un incendio sospechoso.
Gu¨ªa
C¨®mo llegar
- La mayor¨ªa de trenes del Transiberiano paran en Birobidzhan en la ruta que une Mosc¨² con Vladivostok. El trayecto desde Mosc¨² dura cinco d¨ªas. Tambi¨¦n se puede llegar en coche o en autob¨²s desde Khabarovsk, a dos horas de carretera por la N-68. Para llegar en avi¨®n, lo m¨¢s pr¨¢ctico es volar a Khabarovsk (Aeroflot, Vladivostok Air y otras aerol¨ªneas de bajo coste cubren el trayecto desde las principales ciudades rusas). Tambi¨¦n se puede volar desde Se¨²l (Asiana Airlines), Tokio, Bangkok y Pek¨ªn.
- La oferta de alojamiento es escasa. El mejor hotel de la ciudad es el Vostok, donde se hospedan la mayor¨ªa de turistas israel¨ªes y jud¨ªos de EE UU que llegan a Birobidzhan empujados por la curiosidad hist¨®rica o para descubrir el lugar en el que crecieron sus antepasados. El precio oscila entre 65 y 210 d¨®lares. Si se quiere ahorrar, siempre se puede alquilar una habitaci¨®n. La ciudad est¨¢ llena de anuncios ¡ªen ruso¡ª de habitantes que ofrecen alojamiento en sus casas.
Tras la emigraci¨®n de miles de jud¨ªos a Israel en los noventa ¡ªAeroflot lleg¨® a establecer vuelos ch¨¢rter a Tel Aviv¡ª, la ciudad vive hoy ajena a su pasado y disfruta por primera vez de se?ales de prosperidad gracias al comercio con China. ¡°La situaci¨®n ha mejorado bastante, ahora los j¨®venes tienen m¨¢s posibilidades de encontrar empleo¡±, comenta Veronika, una cuarentona con el cabello te?ido de rubio platino que espera el autob¨²s en la avenida Leninskaya. En los ¨²ltimos a?os, numerosas empresas chinas han invertido en la explotaci¨®n de los recursos naturales de la regi¨®n.
La vida de Birobdizhan gira en torno al mercado, un animado bazar al aire libre que en verano se impregna del aroma dulz¨®n de las confituras y frutas del bosque reci¨¦n recogidas de la dacha. Las vendedoras son campesinas de rostro curtido y mofletes sonrosados, muchas de ellas de origen chino o coreano, con el pelo cubierto con un pa?uelo. Pavluska Zima, una anciana arrugada y de mirada cari?osa, se entretiene ordenando los montoncitos de patatas, zanahorias y cebollas que decoran su tenderete. Tambi¨¦n vende frascos de frambuesas y un combinado de orejones y ciruelas que sirve para preparar el kompott, una bebida rusa t¨ªpica de verano. ?Jud¨ªos en Birobdizhan? ¡°Muy pocos, pero son muy buenos clientes¡±, asegura Pavluska.
Al atardecer, los j¨®venes se re¨²nen para cenar en los chiringuitos del paseo junto al Bira. El m¨¢s popular lo regenta una familia china de Harbin. Ofrecen platos t¨ªpicos de su tierra, que aqu¨ª cuestan el doble. Pedimos jiaozi y un salteado de berenjenas con pimientos y patatas. Fuera, en la terraza, los adolescentes se emborrachan y bailan al ritmo del tecno ruso, indiferentes a los mosquitos.
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