La C¨®rdoba m¨¢s aut¨¦ntica: la Corredera
La plaza mayor de la ciudad andaluza es un espacio de encuentro con mucha animaci¨®n
Si hay que buscar uno de los lugares donde el paso del tiempo no parece haber alterado el esp¨ªritu de C¨®rdoba, ese es la Corredera. Escenario mercantil y testigo de grandes acontecimientos hist¨®ricos, ha sabido mantener la identidad que siempre ha caracterizado a una plaza mayor.
Sus primeras referencias datan del a?o 1356 como lugar destinado a pleitos y mercados, entre mesones, viviendas, talleres de esparteros y zapateros. Todav¨ªa queda alguna tienda que vende cester¨ªa y esparto, al igual que perviven fondas rehabilitadas (Hostal La Corredera) y algunos establecimientos populares (El S¨®tano, La Estrella, o El Patri) cuyas terrazas permiten su disfrute a cualquier hora del d¨ªa.
Desde la Baja Edad Media, la plaza ya se conoc¨ªa como una de las zonas m¨¢s animadas de la ciudad. Por eso no es de extra?ar que a partir del siglo XV algunos propietarios alquilaran sus balcones, como los de la Casa de Do?a Jacinta, todav¨ªa en pie. Desde all¨ª pod¨ªan verse pregones, juegos de ca?as, procesos inquisitoriales e incluso corridas de toros.
Se cuenta que cuando se festejaba un espect¨¢culo taurino la Corredera se desplom¨®, dando lugar en 1683 a una reforma que casi le otorg¨® la fisonom¨ªa actual. El arquitecto Antonio Ramos Vald¨¦s fue quien la dise?¨®, siguiendo el prototipo de las plazas castellanas como la de Madrid y Salamanca. Pero la Corredera se distingui¨® por ser la primera plaza barroca cerrada cuyo acceso se plante¨® a trav¨¦s de dos arcos y bajo los soportales.
El tiempo fue haciendo mella en ella, deteriorando sus viviendas y fachadas, hasta que un plan especial permiti¨® obras de rehabilitaci¨®n que se prorrogaron casi dos d¨¦cadas. En el a?o 2001 recuper¨® su color original, adapt¨¢ndose tambi¨¦n a los nuevos tiempos con una nueva pavimentaci¨®n e iluminaci¨®n.
Sus principales edificios de estilo manierista (C¨¢rcel y Casa del Corregidor) albergan hoy el Mercado de S¨¢nchez Pe?a, apto para gastroturistas, y un Centro C¨ªvico con un interesante programa de actividades socioculturales.
Pero m¨¢s all¨¢ de que la Corredera se considere una valiosa plaza monumental, contin¨²a siendo un inconfundible espacio de encuentro, trasiego y evasi¨®n, ofreci¨¦ndonos miradas cambiantes a lo largo del a?o. La festiva, con el mercado medieval de enero, los espect¨¢culos de primavera o verano, y la mirada participativa como escenario de colectivos que desarrollan actividades reivindicativas.
Sin embargo, resulta dif¨ªcil decidir cu¨¢l es el mejor momento de la jornada para disfrutar de ella. Si la intensa luz de mediod¨ªa nos regala un estallido colorista, los atardeceres magnifican el cromatismo de un gran trozo a cielo abierto. Tras el sosiego de los pl¨¢cidos ocasos, irrumpen las oscuras noches de la Corredera. A veces bulliciosas y ruidosas, otras misteriosas o relajadas. As¨ª, el d¨ªa y la noche la hacen inconfundible, transform¨¢ndola en un microespacio con vida propia que cautivar¨¢ a quien la descubra, mostrando que C¨®rdoba no es s¨®lo una postal de mezquita.
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